Por Aldo Gamboa
Washington/AFP
El fiscal general estadounidense, Jeff Sessions, consideró este martes que la idea de una colusión entre Rusia y la campaña de Donald Trump en las elecciones de 2016 es una mentira «detestable», aunque alegó que no podía recordar muchos detalles.
«La sugerencia de que participé de cualquier colusión, que no me di cuenta de una colusión con el gobierno de Rusia (…) es una mentira espantosa y detestable», dijo Sessions durante una audiencia ante la Comisión de Inteligencia en el Senado.
El Fiscal General y Secretario de Justicia buscó disipar las dudas que penden sobre él: «Nunca me encontré ni tuve ninguna conversación con rusos o funcionarios de cualquier otro gobierno sobre interferencia en ninguna campaña en Estados Unidos», expresó.
Sessions es el funcionario de más alto nivel en prestar declaraciones ante esta comisión a raíz de la controversia sobre la eventual colusión de la campaña de Donald Trump con Rusia en las elecciones presidenciales del año pasado.
Esta audiencia tiene lugar escasos días después del explosivo testimonio que el director del FBI James Comey ofreció ante la misma comisión y que generó un terremoto político en la capital estadounidense.
«No lo recuerdo»
Con relación a un encuentro sostenido con el embajador ruso en Washington durante una ceremonia en un hotel de la capital estadounidense, Sessions insistió: «no lo recuerdo».
Presionado por diversos senadores, Sessions alegó que «posiblemente me crucé» con el embajador ruso, «pero no tengo recuerdo de una conversación con él».
De cualquier forma, añadió, aún en caso de haber tenido una conversación «no habría sido sobre ningún tema inapropiado».
De igual forma, dijo no recordar si otros altos responsables de la campaña electoral de Trump mantuvieron contactos con altos funcionarios rusos durante la campaña.
En otra parte de la audiencia, los senadores interrogaron a Sessions sobre su papel en el despido de Comey del cargo de Director del FBI.
La semana pasada Comey cuestionó duramente el papel de Sessions.
Si el fiscal general se había declarado impedido de participar en la investigación sobre Rusia, ¿por qué estuvo involucrado en el despido del director del FBI si, como lo admitió el propio Trump, ese despido estaba relacionado precisamente con la cuestión rusa?, cuestionó Comey.
En este sentido, Sessions dijo que no podía revelar el contenido de conversaciones del presidente.
«No estoy en condiciones de discutir con ustedes, ni confirmar ni negar la naturaleza de conversaciones privadas que pude haber tenido con el presidente sobre este u otros temas», repitió Sessions.
La audiencia tuvo momentos de tensión, en particular con la insistencia de Sessions en no ofrecer informaciones alegando no recordar detalles.
Algunos demócratas se impacientaron, advirtiendo que Sessions estaba obstaculizando asuntos vitales. «Usted está obstruyendo esta investigación del Congreso al no responder a esa pregunta», lo acusó el senador Marin Heinrich. «Su silencio… dice mucho».
«No estoy obstaculizando. Estoy siguiendo las políticas históricas del Departamento de Justicia», respondió Sessions.
La Comisión de Inteligencia del Senado conduce una de las varias investigaciones en marcha en el país sobre el supuesto papel desempeñado por Rusia durante las presidenciales en las que resultó victorioso Trump.
Sessions ya se declaró impedido de participar de cualquier forma en una investigación sobre el mismo asunto que realiza el Departamento de Justicia, para la cual se designó a un fiscal especial independiente, Robert Mueller.
El lunes habían circulado rumores de que Trump podría despedir a Mueller tal y como lo hizo con Comey, pero Sessions se negó a hacer ningún comentario sobre los mismos, afirmando tan solo que él tiene «confianza» en Mueller.
Tras la audiencia, una portavoz de la Casa Blanca aseguró que Trump no tenía intenciones de despedir a Mueller.
Sessions aseguró que desde que se declaró impedido el pasado marzo en participar en la investigación sobre la trama rusa, no había tenido más información sobre la misma.
Controversia que no se disipa
La interminable controversia que se instaló como una sombra negra sobre la Casa Blanca había surgido ya durante la campaña con el pirateo informático al Comité Nacional del Partido Demócrata.
Más tarde, miles de correos electrónicos del comité de campaña de la candidata demócrata Hillary Clinton fueron publicados en el sitio web WikiLeaks.
A fines de 2016, diversos órganos de inteligencia estadounidenses afirmaron -con diverso grado de certeza- que Rusia estaba detrás de esas operaciones para ayudar a Trump a ganar.
Ese escándalo se vio apoyado en diversos contactos que personas ligadas a la campaña de Trump mantuvieron con altos funcionarios rusos, alimentando las sospechas.
Como director del FBI, Comey conducía una investigación que centró sus atención en el general Michael Flynn, quien fue nombrado asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Flynn había mantenido conversaciones con un alto diplomático ruso ya antes de asumir su cargo, y posteriormente ocultó a sus superiores esos contactos.
En mayo, Trump despidió a Comey alegando que la investigación sobre Rusia era una «nube» que el FBI era incapaz de disipar.
Sin embargo, ante el Senado, Comey aseguró que Trump le pidió que dejara tranquilo a Flynn, un gesto que de acuerdo con la legislación estadounidense puede ser visto como un intento de obstruir la justicia.