Por Ramon Sahmkov
Washington/AFP
El Fondo Monetario Internacional (FMI) mostró este martes un leve optimismo sobre el crecimiento mundial, pero alertó sobre el riesgo de una «guerra comercial» alimentada por las presiones proteccionistas en Estados Unidos y Europa.
Luego de avanzar 3,1% en 2016, la economía mundial deberá crecer 3,5% en 2017, marcando una ligera mejora de 0,1 puntos en comparación con la anterior previsión del pasado enero, anunció el FMI en su informe semestral.
Fue una inusual revisión al alza de la previsión de crecimiento (la primera en dos años) aunque el mismo Fondo la describe como «modesta». Para 2018, prevé un alza de 3,6%.
«La economía global parece ganar impulso, podríamos estar en un punto de inflexión», dijo Maurice Obstfeld, director del Departamento de Investigaciones del FMI.
«Pero aunque las cosas se ven bien, el sistema de relaciones económicas internacionales (construido) tras la Segunda Guerra Mundial está bajo severa presión», advirtió.
Para 2017, la previsión también se revisó al alza en la zona euro (+1,7%), incluyendo Alemania, Francia y España, pero también en Japón (+1,2%) y China (+6,6%), y se mantuvo invariable a un nivel elevado en Estados Unidos (+2,3%).
Reino Unido deberá crecer 2%, es decir 0,5 puntos más de lo previsto en enero, sobre lo que el FMI reconoce una «materialización más progresiva de lo previsto» de los efectos negativos de la salida programada de la Unión Europea.
También en el lado positivo, Brasil, que sufre una histórica recesión, deberá retomar este año la senda del crecimiento con un tímido 0,2%, gracias a «una reducción de la incertidumbre política» en la primera economía latinoamericana.
Basado en una muy anticipada recuperación de la manufactura y la marcha del comercio internacional, Obstfeld declaró que «la mejora económica que esperábamos por mucho tiempo parece estar materializándose».
Pero el FMI se cuida de cualquier exceso de entusiasmo.
El informe advierte de «riesgos significativos» de empeoramiento en el corto lapso de la economía mundial, entre ellos «un giro hacia el proteccionismo, lo que llevaría a una guerra comercial», apuntó el investigador del Fondo, con sede en Washington.
Algunas de las preocupaciones como el levantamiento de regulaciones financieras, amenazas de salida de instancias multilaterales de comercio y restricciones migratorias, son centrales al programa del presidente estadounidense Donald Trump.
Pero también están presentes en la campaña presidencial francesa, donde varios candidatos a los comicios del domingo prometen una salida del euro y una dosis de proteccionismo económico.
El FMI reconoce que problemas estructurales subyacentes como el débil crecimiento de la productividad y la elevada desigualdad en los ingresos agudizan las presiones a favor de la adopción de políticas aislacionistas.
Pero Obstfeld alertó: «Capitular ante esas presiones resultaría en una herida auto infligida», que afectaría a los países aumentando los precios al consumidor, bajando la productividad y finalmente provocando un desplome en los ingresos de los hogares.
Regulaciones financieras
En el informe, el FMI señaló que «cientos de millones» de personas salieron de la pobreza a través de la integración económica y el progreso tecnológico, «ayudando a reducir la desigualdad global».
Pero el ente financiero global también reconoció que los beneficios del crecimiento y los costos de los ajustes económicos con frecuencia han sido compartidos de manera desigual.
Por eso, dijo Obstfeld, los gobiernos deben enfrentar esas disparidades «de frente para garantizar la estabilidad de un sistema comercial abierto y colaborativo que beneficio a todos».
Si el ligero optimismo se basa en la buena conducta de las economías desarrolladas, los países emergentes lidian con las consecuencias del estancamiento de las materias primas, especialmente América Latina y Oriente Medio.
Aunque el proteccionismo es el mayor riesgo, otros incluyen las hasta ahora indeterminadas políticas de Estados Unidos, especialmente la posibilidad de mayor inflación y el desplome del sistema de regulaciones construido tras la crisis financiera de 2008.
«Una disolución al por mayor» de esas normas «aumentaría la probabilidad de costosas crisis financieras en el futuro», advirtió el Fondo.