Oscar A. Fernández O.
Aunque no siempre ha sido así, buy cialis nuestra historia moderna se ha constituido sobre la base de la injusticia que actualmente se evidencia en el franco y acelerado deterioro social, case con la miseria y la exclusión cada vez mayores de un lado y la opulencia y la riqueza concentrada del otro. Una acumulación histórica agravada en los recién pasados veinte años de gobiernos areneros, impulsadores del neoliberalismo más dogmático, con el que casi destruyeron el Estado y mercantilizaron la vida de este país con sus brutales consecuencias de deterioro social y violencia, de las que ya hemos hablado en muchas ocasiones.
Esta injusticia estructural genera nuevamente el enfrentamiento de clases, hoy más complejo y problemático, porque a la explotación laboral se le suma la exclusión social, que personifica la desesperación de millones de salvadoreños sin futuro. El pensamiento revolucionario salvadoreño y latinoamericano, que Schafik Handal ayudó a concebir y llevó a la práctica toda su vida, sostiene firmemente que una sociedad como la nuestra se puede cambiar y que otra realidad mejor es posible: una realidad de justicia, equidad, democracia, solidaridad y paz.
Enfrentando día a día esta opinión, los poderosos medios de comunicación hoy transformados en verdaderos aparatos políticos contra el gobierno y el FMLN, no se cansan de desacreditar las ideas revolucionarias de justicia e igualdad. Schafik, reputado e incorruptible luchador revolucionario, valientemente hizo frente todos los días, con su argumento objetivo y apasionado a esta guerra sucia, que hoy se ha incrementado.
Uno de los ejes de dominación en la estrategia de la oligarquía salvadoreña y de los capitalistas que representan la ultraderecha, es que la desigualdad es innata y que pretender la igualdad va contra la “naturaleza humana”. Nos hacen creer que el sistema actual de dominación es el único posible, pues dominadores y dominados siempre han existido. Nuestra convicción de que esto es mentira, se sustenta en que las ciencias relacionadas con la historia de la humanidad demuestran que durante varias decenas de miles de años nuestros antepasados vivieron sin economías de mercados ni sociedades divididas en clases. La humanidad no nació históricamente con el poder del capital y la policía bajo el brazo.
El resquebrajado pero aún vivo partido ultraderechista ARENA, portadores del estandarte fascista en esta nueva época que hemos empezado a escribir, sigue añorando las viejas consignas de “El Salvador será la tumba donde los rojos terminarán” (sic), se regodean en sus fanáticas asambleas pensando en nuevas formas de dictaduras para consolidar su poder de antaño y continúan repitiendo las mentiras sobre un falso desarrollo social construido por ellos. La pobreza, el desempleo, la persecución policial de las clases pobres, la desesperación por comer y por tener acceso a una demolida y abandonada salud pública, son remanentes sin duda de ese viejo y brutal pensamiento, enquistado sobretodo en los círculos del poder fáctico económico y político.
No obstante su discurso populista con el que pretenden desprestigiar los esfuerzos y resultados del gobierno del FMLN, en este país de brutales contrastes sociales heredados, hoy los capitalistas son más ricos que nunca, la explotación al trabajador es mayor y los grandes señores del dinero sucio se pavonean impunes como admirados empresarios. Pero a pesar de esto, los cambios que indican nuevos rumbos sociales, se han institucionalizado en función de paliar la desigualdad tradicional.
La ética revolucionaria en esta lucha que libramos, se constituye en el escudo espartano con el cual repelemos toda posibilidad de claudicación. Entendemos por ética revolucionaria una práctica humanista de los sujetos políticos que están comprometidos en la teoría y la acción con la justicia social, con el cambio de la sociedad fundada en la desigualdad y con el socialismo.
La lucha comprometida de Schafik y de los miles que lo acompañamos, construida sobre esta conducta revolucionaria, fue y sigue siendo desde su inicio, fundar una democracia efectiva que nos lleve por el camino del nuevo país, el nuevo El Salvador, una nación soberana, digna y constructora de su futuro, sin que otros nos dicten lo que tenemos que hacer, y dónde la impunidad del poderoso sea sometida por la justicia. En este noveno aniversario de su partida, el principal legado de éste líder a la izquierda revolucionaria salvadoreña y al pueblo explotado, es la creación de los instrumentos históricos en la lucha por vertebrar las fuerzas sociales progresistas, la interiorización por la revitalización de la ideología socialista y el afinamiento de la estrategia de poder como una acción diaria. El no continuar enriqueciendo estos aspectos, significaría creer que la razón nos asiste por obra y gracia divina. Un error que puede ser fatal, por que la historia no cae como fruta madura. Por eso el partido debe ser unido, con métodos adecuados para manejar las diferencias y promulgar la camaradería, sin rehuir al debate: “Cuando propugno por la unidad del Partido -insistía Schafik- no estoy hablando de pegar con chicle grupos que se forman con intereses electorales y tampoco hablo de tranzar sin principios. Eso sería reducir la unidad sólo a estar todos juntos, con el FMLN como techo común. Esa no es unidad, deja de lado la misión revolucionaria del Partido y su capacidad de cumplirla. El principal combate ideológico deberá dirigirse contra el mezquino interés electorero y la ambición de adquirir poder personal, contra la corrupción, el oportunismo y el arribismo” (www.marxist.org)
El partido FMLN y su liderazgo, producto de la acumulación histórica de la lucha revolucionaria político y militar del pueblo, sabe que la renovación ideológica es una necesidad histórica, que es además una renovación cultural que comprende la cultura como parte del proceso de la vida, lo cual nos lleva a la reflexión siguiente: que no hay ideologías acabadas, pues estas se construyen y se fortalecen en la lucha diaria. El pensamiento objetivo socialista y la actitud revolucionaria, se renuevan cada mañana al despertarnos. Debemos abrirnos sin elitismos a lo que viene del pueblo porque la idea central es igualdad y justicia, binomio esencial de un nuevo mundo. En esto insistía el camarada Schafik, lo recuerdo como si fuera ayer, mientras sus palabras nos instruían a los más jóvenes de aquellos gloriosos años de lucha, cuando le acompañábamos en sus viajes por el mundo, explicando el origen y avances de nuestra lucha en El Salvador.
Las ideas revolucionarias universales retomadas y enriquecidas por Schafik, requieren que los objetivos morales y éticos abarquen toda clase de injusticia existente, sobre todo aquellas que provocan la diferencia entre la opulencia de pocos frente a los miles que ven morir a sus hijos diariamente, sin que nadie los ayude. Por eso insistía, que la gran cuestión de este siglo es más democracia y redistribución equitativa de la riqueza, generada por el pueblo y por el empeño de los empresarios que más allá de sus ganancias, trabajan por el desarrollo de la nación, ya que las fuerzas del mercado por sí solas y sin ningún control, son incapaces de actuar sin producir distorsiones y grandes desequilibrios sociales. Schafik con su característica visión de líder, sostenía que nuevas épocas de cambios revolucionarios se avecinaban para América Latina y el Mundo. El liderazgo de Schafik y sus herederos, se configura a partir de su capacidad de entender estos complejos fenómenos como procesos cambiantes de acuerdo al contexto en que se desarrollan y por eso su pensamiento y su compromiso siguen vigentes. Siempre supo y nos enseñó que la historia no era lineal, que lo único fatal que existe es la muerte, que no hay azar, que la vida son circunstancias y que la creación de una realidad mejor sólo puede ser obra de los pueblos, motores universales de la historia. A veintitrés años de aquellos acuerdos que han cambiado la historia en este país, su recuerdo y el de todos los que dieron su vida por este sueño que ya ha comenzado a ser realidad, nos ilumina y nos obliga a ser mejores para seguir sin cansancio hacia adelante, al lado de nuestro pueblo. Hasta la victoria siempre compañero Schafik.