Dr. Fredy Rosales Meyer
Médico Pediatra, Neonatólogo.
Continuación
e) Trazas de insecticidas en las fórmulas para recién nacidos humanos provenientes de leche de vaca
Las vacas se alimentan de yerbas o zacates silvestres, pero en las granjas industriales además se alimentan de concentrados vegetales o animales. Estos zacates o pastos y los concentrados vegetales han sido producidos por técnicas modernas agrícolas, en las que se emplean insecticidas, herbicidas y abonos inorgánicos o sea industriales; o pastos que provienen de semillas transgénicas. Estos elementos son incorporados por las plantas que son utilizados para producir alimentos para el ganado vacuno. El ganado al incorporar estos elementos químicos también los elimina por la leche que producen. Estos restos de químicos (insecticidas, herbicidas y abonos), son también ingeridos por los bebés humanos cuando son alimentados con fórmulas de leche preparadas a partir de la leche de vaca y sus efectos sobre el bebé, son más frecuentes de lo que parece y pueden ser efectos alarmantes y poco comprendidos o tomados en cuenta.
Estos efectos sobre el bebé los podemos observar también cuando la madre en el período post parto, se alimenta con dietas folklóricas y nativas como es el de ingerir abundante queso seco con tortilla tostada de maíz para provocar la suficiente bajada de la leche materna. Los bebés de estas madres se muestran sudorosos, seborreicos y con un olor característico que despiden a leche de vaca.
f) La leche de vaca como excelente medio de cultivo de microbios patógenos o que producen enfermedades
Por ser leches de origen animal contienen proteínas muy apreciadas por las bacterias. Estas bacterias que pueden ser inocuas para los animales, son altamente agresivas para los bebés humanos, por lo que se recomienda que se preparen estas leches con agua hirviendo, no solo con agua caliente o conservada en termos (tibia). Se deben de preparar minutos antes de ofrecerlas al bebé. Hay que descartar lo que no ha sido aceptado por el apetito del niño, y no guardarla, sino desecharla, cuando ya ha pasado un tiempo prudencial de más o menos dos horas de haber sido preparadas, ya que la saliva del bebé contamina el biberón o pepe lo mismo que el contenido de leche. Estas bacterias, tanto las provenientes de la leche misma, como las que el bebé agrega con su saliva pueden ser las causantes de diarrea leve, moderadas o severas en los niños pequeños. Bacterias como la Echerichia coli y Salmonella es frecuente encontrarlas como causantes de infecciones severas, con incluso muerte del bebé por el mal manejo de su preparación. Razón tienen las abuelas para recomendar hervir la leche de vaca, por lo menos durante tres hervores de la misma. Así se aseguran que la leche no le caerá “mal” al niño, ¿lo recuerda?
Una recomendación aparte es que no se usen pachas o biberones con un volumen mayor de cuatro onzas, pues se observa que hay madres que preparan biberones de 8 onzas y se lo ofrecen al bebé para que se lo tome en una forma ambulatoria. Ver Fig. #17
g) Residuos de hormonas en las leches de vaca
En las granjas o establos en donde se crían animales de forma industrial, para la comercialización de sus productos y subproductos como ocurre con el ganado vacuno. Para que estos animales y otros produzcan altos rendimientos económicos se les administra sustancias químicas sintéticas, que provocan una aceleración en el crecimiento y engorde del ganado. Estas sustancias químicas hormonales producen en el cuerpo del animal un efecto anabólico que construye y estimula el crecimiento de los órganos del cuerpo de las vacas.
La industrialización del ganado vacuno tiene dos propósitos principales: la producción de carne, para lo cual se necesita que la vaca engorde y crezca rápido y la producción de leche, para lo cual se estimula con las hormonas el tejido glandular de la ubre de la vaca para que produzca más leche, que la que produce como promedio una vaca. Estas sustancias químicas, hormonales y anabolizantes son incorporadas a nivel celular de los tejidos de la vaca, en donde hace su efecto y son almacenadas en su cuerpo para que continúen haciendo su efecto hasta que la vaca fallece. Parte de esas hormonas son excretadas o desechadas en las heces, orina y en la leche de la vaca. Tales leches así alteradas se utilizan para el consumo humano. Son llamadas leches industrializadas y al alimentar a los bebés con esa leche, es de esperar que los niños sean influenciados o afectados por estas sustancias químicas hormonales anabolizantes, produciendo en los niños los mismos efectos que en la vaca, nomás que en menor medida pues la cantidad de hormona eliminada por la leche (a través de) es mínima, trazas o residuos de hormona se les llama, al igual que como se le llama a los residuos o trazas de los insecticidas y otras sustancias dañinas, para los niños y todos los seres humanos contenidos en las leches comerciales.
El efecto más impactante en los niños, en lo que por el momento nos importa, es el acelerado aumento de peso y talla. Hay una creencia generalizada de que estos efectos de la leche se deben al fortalecimiento con vitaminas, lo cual no es cierto. Las vitaminas solo son un complemento de la dieta y no tienen el efecto anabolizante de las hormonas. No producen engorde hasta la obesidad ni crecimiento de los niños.
El aumento de la obesidad, en algunos países hasta del 65 % de los niños, es causado por la ingesta de leche de vaca o leche de lata y sus derivados: queso, crema, cuajada y requesón, mantequilla y margarinas, yogurt, etc. En los hogares que, por comodidad, disponibilidad, facilidad, publicidad, solo disponen en su refrigeradora productos lácteos, éstos son hogares en que más de alguno de sus miembros es Obeso; y los niños vienen a ser víctimas próximas, ya que para satisfacer tantas veces el apetito del niño la madre solo recurre a los lácteos. Un vaso de leche, pan con crema, con queso, con margarina, etc.
La dieta con mucho lácteo es desbalanceada y la obesidad es una enfermedad mórbida. Bueno es tener la refrigeradora repleta de verduras y frutas de estación, para dar un cambio radical a la dieta familiar y eliminar el exceso de lácteos para balancear así la dieta de los niños. No permitir que ellos, que no pueden decidir lo que se compra en casa, sean obesos involuntarios.