Dr. Fredy Rosales Meyer
Médico Pediatra, Neonatólogo.
a) Especie animal de la que procede:
De los animales domésticos, las vacas son animales que pertenecen a las especies mayores y sus crías, los becerros o terneros, son animales de gran fuerza y rápido crecimiento. Al nomás nacer se paran y se prenden a la ubre de la vaca-madre para iniciar su alimentación, además, agregan yerba o zacate a su dieta. Por esta razón la leche que ingiere es de una gran potencia energética, con alto contenido calórico. Sus componentes son de alto peso molecular y muy diferente de los componentes de la leche humana. La lógica natural nos dice que no es apropiada para alimentar a seres humanos. Seres que al nacer son muy débiles e indefensos, que tardan de nueve meses a un año para pararse y dar pasos vacilantes.
El ternero vacuno en su dieta agrega la materia vegetal, rica en enzimas que le ayudan a descomponer y digerir la leche que ingiere de la vaca, también ingiere celulosa vegetal para formar el bolo fecal del ternero.
Estos elementos nos dicen que la leche de vaca es indigerible para un recién nacido humano. El estreñimiento, un problema muy común en los bebés que son alimentados con leche de vaca, se debe a la falta de celulosa que ayuda a formar el bolo fecal y facilitar su desplazamiento por el tubo digestivo. La leche de la vaca es para el hijo de la vaca, la leche de la mujer es para su propio hijo.
b) El peso de la leche de vaca
Por las mismas razones ya explicadas, la leche de vaca ejerce más presión sobre la mucosa gástrica del estómago del niño. Cae como piedra en la mucosa del estómago y al ponerse en contacto con la leche ingerida, la mucosa gástrica reacciona en defensa y trata de expulsarla valiéndose del hipo, el vómito o la diarrea. La mucosa gástrica del bebé desarrolla, ya a temprana edad, factores de inmunodefensa hacía las proteínas y anticuerpos contenidos en la leche de vaca.
Recordemos que el tubo digestivo de un recién nacido es parte de un todo, que lo que afecta a una parte también afecta al todo o sea a todo el cuerpo del bebé; de modo que no es extraño que se den manifestaciones de rechazo a nivel de las vías respiratorias o en la piel, como una reacción de autodefensa inmunológica que pocas veces logramos reconocer como tales. La leche humana siempre será la más adecuada para nuestra especie.
c) Contenido calórico de la leche de vaca
Mencionaba anteriormente que la leche de vaca por el tipo de proteínas que contiene, sumadas también al alto contenido de grasa comparado con la leche materna, da como resultado un elevado contenido de calorías que supera a las necesidades de un recién nacido humano, por lo que su uso lleva a los bebés a la obesidad y sus lamentables consecuencias, aunque hay que advertir que la publicidad sobre las leches de la vaca muestra imágenes de bebés gorditos, como ideales de salud y bienestar social. Un bebé con buen peso por leche materna humana es sólido y macizo, fuerte; en su edad adulta es sano y amoroso con su madre. Un bebé con buen peso, pero alimentado artificialmente con leche de vaca es débil y bofo, frágil de salud; y su actitud ante su madre es de rechazo por haber sufrido de privación del seno materno, del cual le correspondía nutrirse.
d) Trazas de sangre de la vaca
Los trazas o restos de sangre de la vaca en la leche preparada para bebés, se deben a que en las granjas dedicadas a la producción masiva de leche de vaca se utilizan métodos modernos, en los que se emplean bombas múltiples de succión o vacío para ordeñar o extraer la leche de la vaca. Sus presiones de succión son iguales, no varían. Unas vacas necesitarán una cierta cantidad de presión negativa para ser ordeñadas, pero otras vacas podrán necesitar menos o más presión para ser ordeñadas. Como no hay forma de saber cuál es la presión de succión ideal para cada vaca, la que necesita menos presión para soltar su leche sangra de las ubres y agrega esos restos de sangre a la leche. Estos restos de sangre de la vaca no pueden ser detectados, tampoco pueden ser eliminados en la preparación de las leches para consumo de bebés humanos. Ver Fig. #12 y 13
Es bien conocido que la sangre de cualquier animal, incluso la sangre humana, contiene poderosos elementos alérgicos o antigénicos que producen violentas reacciones como regurgitación, vómitos, hipo, dolor abdominal, diarrea, estreñimiento, síntomas respiratorios alarmantes y Shock Anafiláctico. A nivel de piel se muestra enrojecimiento, máculas y pápulas, lo mismo que seborrea y eccema.
La leche humana podría contener restos de sangre humana, cuando se usan métodos alternos caseros para extraer u ordeñarse la leche de la madre. Estos métodos alternos, como la expresión u ordeño manual, el uso de bombas “tiraleche” o inclusive con el uso de bombas de succión usadas en los bancos de leche humana, Ver Fig #14, 15 y 16,
Podrían provocar y producir que la leche humana extraída por estos métodos contenga pequeñas cantidades de sangre humana, pero por ser de la misma madre, presenta muy raramente reacciones de rechazo del organismo del bebé a la leche materna de su propia madre.
En casos raros de reacciones alérgicas a la leche de su propia madre, podría deberse a problemas de incompatibilidad sanguínea, cosa que se descarta haciendo un sencillo tipeo de sangre tanto de la madre como del bebé y hacer una comparación de los mismos.