Brasilia/AFP
Eugenia Logiuratto
Sin los votos necesarios para aprobarla y con una intervención federal en Rio de Janeiro, el gobierno del presidente brasileño Michel Temer abandonó de hecho la tramitación de la reforma de las jubilaciones y se «libró» así de una carga impopular que desgastaba aún más su imagen en los últimos meses de mandato.
Los brasileños terminaban de sacudirse la purpurina después de las fiestas de Carnaval, cuando Temer lo anunció por todo lo alto: la prioridad de su gobierno ahora pasaría a ser la seguridad pública, comenzando por una intervención comandada por un general del Ejército para luchar contra el crimen organizado en Rio de Janeiro.
La intervención, de la que aún se conocen pocos detalles, ya tuvo su primer «efecto colateral»: el sacrificio de la reforma de las jubilaciones, que se había convertido en la obsesión de la administración de Temer para completar su programa de reformas promercado.
«El problema de la seguridad asumió un carácter tan explosivo que hizo necesaria la toma de medidas excepcionales. Un efecto colateral de eso, en este momento, es la suspensión de la tramitación de la reforma de las jubilaciones», afirmó el ministro de la Secretaría de Gobierno, Carlos Marun al anunciar esta semana que la reforma sería puesta en el congelador hasta que hubiera condiciones políticas para aprobarla.
Por tratarse de una medida excepcional, mientras esté en marcha la intervención de Rio el Congreso no puede tramitar normas que modifiquen la Constitución, como es el caso de la reforma de las jubilaciones.
Pero independientemente de esta intervención, la reforma no cosechó el apoyo necesario para prosperar en el tiempo y la forma que el gobierno precisaba.
Cambio de foco
En los últimos meses, Temer mantuvo una intensa agenda de reuniones con legisladores y de entrevistas con medios locales, defendiendo la importancia de la reforma a largo plazo en un país aquejado por un fuerte déficit fiscal, donde es usual retirarse con derechos parciales poco después de los 50 años.
Pero no importa cuánto Temer y sus ministros repitieran aquél mantra: la propuesta que endurece las condiciones de retiro continuó siendo ampliamente rechazada por la población y por los propios legisladores quienes, a menos de ocho meses de los comicios en los que podrían ser reelectos o perder su cargo, no quieren respaldar medidas impopulares.
La reforma, tal como está formulada, precisa de un doble voto por una mayoría cualificada de tres quintos, equivalente a 308 votos de los 513 miembros de la Cámara de Diputados y de una mayoría equivalente en el Senado.
«Dábamos por cierto que si fuese sometida a votación [la reforma] sería derrotada. En lugar de verla derrotada en el voto, era mucho más inteligente por parte de la Presidencia cambiar esa agenda», opinó el analista André César, de la consultora política Hold, en Brasilia.
Con una popularidad en mínimos históricos, de un 5%, Temer «precisaba recuperar el protagonismo, la fuerza de presidente», afirmó César, sin entrar en el debate sobre la efectividad de una intervención de este tipo para resolver los problemas crónicos de violencia que padecen Rio y muchos otros estados brasileños.
El mercado tranquilo, por ahora
La agencia calificadora de riesgo Moody’s advirtió que si bien ya esperaban «que una reforma amplia del sistema de jubilaciones era poco probable, abandonar los planes para buscar su aprobación» es negativo porque «restringirá severamente la capacidad del gobierno para cumplir con el techo de gastos en los próximos años».
La Bolsa de Sao Paulo y el dólar reaccionaron con estabilidad al anuncio.
En el mercado, «nadie esperaba que hubiese una votación, porque desde el momento en que la postergaron para febrero, esto implicó prácticamente postergarla para 2019», cuando habrá un nuevo gobierno, dijo a la AFP André Perfeito, economista-jefe de la consultora Gradual Investimentos.
En su lugar, el gobierno anunció un paquete de «15 medidas alternativas» para la economía, pero analistas apuntan que muchas de ellas ya habían sido enviadas al Congreso para ser debatidas.
El propio presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, aliado del gobierno, criticó el anuncio de medidas que ya están en el Parlamento.
Para Perfeito, aunque la suspensión de la reforma de las jubilaciones no genere demasiada ansiedad por el momento, «a medida que nos acerquemos al período electoral, el mercado va a ponerse más impaciente con la necesidad de la reforma» y, por lo tanto, de que aparezca un candidato dispuesto a llevarla adelante.