Por David Cpurbet/Claire Gallen
Calais/AFP
Francia comenzó a desmantelar la mañana de este lunes la «Jungla» de Calais, inmenso campamento donde se hacinan miles de migrantes, con lo que espera cerrar la página de este símbolo de la crisis migratoria que afecta a Europa.
Un centenar de sudaneses y eritreos, principalmente hombres, se presentaron temprano por la mañana con valijas y bolsos delante del hangar utilizado como base de las operaciones.
Primero en la fila, Bashir, un sudanés de 25 años, afirma que «cualquier lugar de Francia» será mejor que Calais.
Al contrario, Mohamed, un etíope, mira escéptico la fila que comienza a formarse. «Soy menor, quiero ir a Reino Unido, no me interesa subir a los autobuses», explica, antes de dar media vuelta.
En total, entre 6.000 y 8.000 migrantes que viven en condiciones infrahumanas en este campamento serán trasladados en autobuses a 300 centros de acogida temporal en todo el territorio francés.
La operación terminará en «una semana», espera el gobierno, que afirma haber preparado 7.500 plazas de alojamiento.
Unos 1.250 policías fueron movilizados para garantizar el buen desarrollo de la operación de evacuación.
El gobierno francés anunció a fines de septiembre el desmantelamiento del campamento que, con la inseguridad y la exasperación que genera entre la población local, se ha convertido en un absceso que envenena el debate en Francia en torno a la inmigración.
La enorme operación de evacuación fue presentada por el gobierno como «humanitaria». Permitirá sobre todo cerrar el campamento de chabolas más grande de Francia que comenzó a surgir hace 18 meses y está habitado mayoritariamente por refugiados llegados de Afganistán, Sudán o Eritrea que sueñan con llegar a Gran Bretaña.
Las autoridades comenzaron a repartir el domingo folletos impresos en varias lenguas para explicar el operativo y tratar de convencer a los más reticentes.
«Quedan personas por convencer», admitió Didier Leschi, director general de la Oficina francesa de Inmigración.
Como Karhazi, un afgano que lamentaba que lo obligaran a irse. «Tendrán que forzarnos para partir. Queremos ir a Reino Unido», insistió.
Varios migrantes abandonaron el campamento los últimos días para no alejarse de la región y seguir intentando cruzar el canal de la Mancha, según los voluntarios.
Las excavadoras comenzarán a derribar el martes las carpas y chozas que daban cobijo a los migrantes.
Una operación delicada
Algunos pueblos franceses han expresaron su desacuerdo con el plan de repartición impuesto por el ejecutivo, y varios miembros de la oposición de derecha aludieron al riesgo de crear varios «mini-Calais» en todo el país.
«Acoger en estas localidades a 30, 40 personas (…) me parece lo mínimo», respondió el domingo el ministro de la Ciudad, Patrick Kanner, exigiendo «respeto» y «humanidad» para estos migrantes, de los cuales muchos huyen de guerras y conflictos en sus países.
Además de su compleja logística, la operación se anuncia delicada desde el punto de vista de la seguridad.
La noche del domingo se produjeron algunos enfrentamientos cerca del campamento, conocido como la «jungla». Para afrontarlos, la policía lanzó gases lacrimógenos.
Es una operación «de riesgo que puede degenerar» si hubiera «personas que quieren permanecer en el lugar» o «militantes» que rechazan irse, indicó el ministerio del Interior, preocupado por la presencia en Calais de 150 a 200 miembros del movimiento «No border», que aboga por la abolición de fronteras.
El desmantelamiento del campamento ha permitido desbloquear la situación de una parte de los 1.300 menores no acompañados que viven en la llamada «Jungla» de Calais.
El gobierno británico aceleró finalmente los procedimientos de acogida para estos niños o adolescentes, de los cuales unos 500 tienen familiares en Reino Unido.
Reino Unido acogió la semana pasada a 194 menores, según Pierre Henry, director general de la oenegé France Terre d’Asile (EDA).