By Rhina Guidos
Tomado de NCR
El padre franciscano Brendan Forde, un misionero irlandés quien sirvió durante los conflictos más turbulentos de América Latina del siglo XX, e incluyeron la dictadura militar en Chile y la guerra en El Salvador, murió el 8 de julio en Irlanda. Tenía 79 años.
«Durante más de 40 años acompañó a quienes estaban en peligro y en necesidad en América Latina. Un humilde héroe,» tuiteó Mary Lawlor, relatora especial sobre los defensores de los derechos humanos de las Naciones Unidas, el 9 de julio.
Forde pasó sus últimos años sirviendo a los pobres en Las Vueltas en la provincia norteña de Chalatenango, El Salvador, una región pobre y rural, fuertemente golpeada durante el conflicto civil del país de más de dos décadas. Llegó allí por primera vez en 1984 tras haber sido expulsado de Chile por el militar Augusto Pinochet en 1983.
«Había llegado (a Irlanda) de vacaciones desde El Salvador cuando se enfermó,» escribieron los franciscanos de Dublín el 8 de julio en su página de Facebook, y agregaron que «a lo largo de su vida, Brendan vivió su vocación franciscana entre los más pobres de varios países de América Latina. Allí sirvió al pueblo con amorosa generosidad y también con gran valentía en tiempos de guerra y opresión.»
Trabajó en comunidades de leprosos la Amazonia colombiana y otras partes de Colombia durante la guerra, así como en comunidades indígenas en Honduras y Guatemala. Su trabajo en Chile fue el tema del documental irlandés «El fraile en jeans.»
Lawlor, quien ha trabajado con defensores de los derechos humanos en todo el mundo por décadas, escribió que conoció a Forde por primera vez después de que el fraile recibiera amenazas de muerte por acompañar a una comunidad en Colombia que no quería tomar lados en el conflicto del país.
«Me contó cómo después de una masacre de cinco adultos y tres niños, una joven con necesidades especiales en la comunidad recogió las partes de los cuerpos y los volvió a unir,» escribió Lawlor en la página web de la Relatoría Especial de Defensores de Derechos Humanos.
Su difunta hermana, Barbara Forde, abogó por la paz en Colombia después de ver la difícil situación que vivían las comunidades que su hermano acompañaba.
En una entrevista de radio de 2016 con WGBO, se le preguntó a Forde «¿Qué logra hacer en estos países?»
«Nunca he sentido que logré mucho. He acompañado a la gente,» respondió.
El padre franciscano Brendan Forde reza el 15 de diciembre de 2022 ante las tumbas de las hermanas Maryknoll Ita Ford, Maura Clarke y Carla Piette, tres estadounidenses enterradas en el cementerio de Chalatenango, en el norte de El Salvador. El fraile misionero irlandés murió el 8 de julio de 2023 durante una visita a su país. (Foto de NCR/Rhina Guidos)
Junto a otros dos sacerdotes, Forde fue expulsado de Chile en 1983, acusado de incitar la juventud a la violencia tras participar en una marcha silenciosa hacia una iglesia después de la desaparición y presunto asesinato de un joven que se oponía a Pinochet. El gobierno llevó los sacerdotes al aeropuerto, sin permitirles llevar ninguna pertenencia, excepto sus pasaportes.
En una ceremonia el 28 de junio en la Embajada de Chile en Irlanda en honor al trabajo humanitario de los sacerdotes expulsados, el presidente irlandés Michael D. Higgins recordó que Forde, antes de ser expulsado, «había optado por no vivir en un convento tradicional en el centro de Santiago y en vez construyó una choza de cartón y madera en las afueras de la ciudad,» viviendo como muchos de sus vecinos en la parte más pobre de Santiago.
En una Misa transmitida en línea el 8 de julio desde la última parroquia donde sirvió, la comunidad lamentó su muerte lejos de ellos y presentó en el ofertorio el sombrero de paja que usaba cuando caminaba con ellos hacia las montañas para rezar el Vía Crucis ecológico, su bastón y sus sandalias. En medio de la pequeña comunidad de Las Vueltas, ofreció lo que mejor que sabía hacer: servir durante el conflicto.
En una entrevista de abril de 2021 en Las Vueltas, Forde dijo que durante la guerra uno no se preocupa por hacer grandes cosas, sino que lo grande es «intentar de que las cosas sean más humanas para todos y aportar alegría» en medio de la locura. Recordó un incidente en el que la gente del pueblo se acercó para advertirle que no saliera a la calle porque había un grupo de cuerpos que los soldados habían dejado en un sendero cerca de la iglesia.
Pero dijo que se preocupó cuando se acordó haber visto unos días antes cerdos comiendo los cuerpos que habían quedado en la carretera como basura. Arriesgando su vida, salió a la carretera, agarró unas toallas y limpió algunos de los cuerpos lo mejor que pudo porque quería devolverles la dignidad, dijo, y luego llamó a los hombres de un pueblo cercano para que le ayudaran a enterrarlos.
Llevaron los cuerpos a una milpa y celebraron una misa para enterrarlos, recordó. El hermano de uno de los muertos le mostró una carta dirigida a su madre, diciéndole que «Pedro murió, pero, Mami, no se preocupe porque el padre Bernardo está allí y rezó… no esté triste.»
«Eran las pequeñas cosas que te daban la sensación de que estabas haciendo algo,» dijo.
Era un gran aficionado del fútbol y recordó una ocasión cuando fue detenido por soldados salvadoreños durante un día importante para los irlandeses: jugaban para calificar por primera vez para la Copa Mundial de 1990. Los soldados lo acusaban de transportar balas para la guerrilla, pero cuando vio la hora que era, les preguntó si podía sacar su radio de onda corta para escuchar los resultados.
«Les dije [a los soldados] ‘No se pongan nerviosos… Voy a sacar un radio’. Empiezan a ver. Prendí el radio y estaban pasando los deportes y era la (agencia de noticias) BBC de Londres y ellos (los locutores) dijeron ‘Es un gran día para los irlandeses’,» recordó con alegría.
Eventualmente lo soltaron.
En la Misa de Las Vueltas, el padre Adrián Mejía, quien fue bautizado por Forde, dijo que el franciscano era un ejemplo de la persecución de la que escuchan los cristianos en Mateo 5:10:
«Dichosos los perseguidos a causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos, dichosos cuando los insulten o los persigan, y los calumnien por mi causa, estén alegres y contentos porque su recompensa será grande en los cielos.»
El franciscano tierno «con espíritu de valentía» no apartaba la mirada del Cristo crucificado, dijo Mejía, y no querría que otros apartaran la mirada de los que están crucificados. Mejía recordó que poco después de ser ordenado en 2021, le dijo que siempre se preocupara por lo que es valioso, sagrado para la iglesia antes de que comiencen las dificultades.
«Y dentro de ellos el ser humano, hay que cuidarlo con nuestra vida,» recordó Mejía. «Al padre le toco ser mártir, un poco distinto a lo que normalmente estamos acostumbrados, pero a él le tocó vivir justo esta experiencia difícil que le toca vivir a todo el hace la voluntad de Dios.»
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