Cassano Allo Jonio/AFP
El papa Francisco denunció este sábado en su primera visita a Calabria (sur de Italia) el sufrimiento de los niños víctimas de la mafia, y trasladó un mensaje de solidaridad a madres y abuelas en una cárcel local.
«Nunca más debe un niño soportar tales sufrimientos», dijo el santo padre en la prisión de Castrovillari, cerca de Cassano allo Jonio, a dos abuelas del pequeño Nicola («Coco») Campolongo, de tres años.
En enero pasado, este niño fue víctima de un ajuste de cuentas que conmocionó a toda Italia. Su cuerpo fue descubierto junto al de su abuelo en un vehículo carbonizado.
Además de los niños, jóvenes calabreses son reclutados para el tráfico de droga y mueren también víctimas de la violencia de ‘Ndrangheta, o bien terminan en la cárcel.
Durante una ceremonia cargada de emoción, ante unos 200 hombres y mujeres detenidos, algunos llorando, y que saludó uno a uno, Francisco añadió: «Yo también cometo errores y debo hacer penitencia».
«Quiero expresar la proximidad del papa y de la Iglesia para con todo hombre o mujer que se encuentra en la cárcel, en todas las partes del mundo», añadió el pontífice que, en Buenos Aires, visitaba a menudo las cárceles y lavó los pies de jóvenes detenidos en Roma, con motivo del Jueves Santo, poco después de su elección en 2013.
Francisco centró su mensaje en la plena reinserción en la sociedad, para que la detención no sea sólo «un instrumento de castigo y de represalia social» que acabaría siendo una «pérdida de tiempo» para el detenido y para la sociedad.
Por eso, el obispo de Roma invitó a los prisioneros a «encontrarse con Dios» en la cárcel. Dios es «un maestro de la reinserción, que nos toma por la mano y nos acompaña de nuevo en la comunidad social», dijo animándolos.
El papa argentino efectuaba este sábado en Cassano, localidad pobre cerca del Mar Jónico, una visita con tonalidad muy social. La mafia ha prosperado aprovechando el fracaso de las inversiones de la economía legal en una región en la que el desempleo de los jóvenes menores de 25 años alcanzó el 56,1%, récord de Italia en 2013, según Eurostat.
Una multitud acogió a Jorge Bergoglio, de 77 años, a su llegada a una residencia para enfermos terminales. Luego se reunió con los obispos de la región en la catedral.
A los obispos les pidió que no sean sólo «empleados» de la Iglesia, sino «canales abiertos y generosos» hacia sus fieles.
Esta visita de nueve horas a la región meridional más pobre de Italia, después de Campania, concluirá con una gran misa en la que se esperan unas 100.000 personas.
Es su cuarta visita en Italia fuera de la diócesis de Roma. El año pasado, este papa muy popular en la península viajó a Cagliari (Cerdeña) donde denunció el desempleo de los jóvenes, a Asís (Umbría), donde celebró a San Francisco, y a la isla de Lampedusa (sur), donde denunció la «globalización de la indiferencia» y defendió los derechos de los inmigrantes que desembarcan en Europa.
La mafia calabresa, o N’drangheta, que trafica con parte de la cocaína de América del Sur, es hoy la más rica y la más diversificada de las mafias, con intereses en el norte de Italia y en Europa.