Por: Rolando Alvarenga
Hay atletas que por su alto voltaje de producción técnica ofensiva o defensiva establecen la diferencia individual o colectiva. Y es lo que recientemente confirmó Frank “El Pelecito” Velásquez en el Mundialito de Clubes de Fútbol Playa, disputado en Virginia, Estados Unidos.
Jugando para el Gobeach Soccer, de San Diego, el cañonero cuscatleco anotó 20 goles para todos los gustos en seis partidos. Fue figura en un torneo de alto nivel que contó con el protagonismo de equipos representativos de Brasil, España y Canadá.
Su producción goleadora no fue producto de la casualidad; más bien, confirmó ser un pura sangre, revestido de humildad que desparrama su abundante adrenalina sobre la arena de aquí o de allá.
Y es tan humilde y tan calidad de persona, que no se aprovechó de este título de goleo para sacar pecho y descargar su coraje contra aquellos que lo marginaron de la selección playera que el pasado febrero participó en el Premundial de CONCACAF, realizado en Bahamas. Un torneo en donde El Salvador arañó la clasificación, pero que al final —por la falta de los goles de este “Pelecito”— se ahogó en la orilla de la playa caribeña.
Partiendo de los antecedentes que el “Tin” Ruiz y Frank Velásquez han tenido como máximos artilleros de la selecta, es más que evidente que, si la selecta hubiese tenido a “Tin” y Frank en Bahamas, el boleto al Mundial se hubiese obtenido. Pero al final, esta realidad se volvió una pesadilla, porque federativos y jugador se quedaron cortos a la hora de dialogar en busca de lo más conveniente para los colores patrios.
Es que, tanto en materia deportiva como diplomática, hay circunstancias en las que se debe tener sentido común, poner los pies en la tierra y ceder en pro del premio mayor. No se debe permitir que la terquedad y el orgullo se impongan sobre la sangre fría a la hora de las grandes decisiones. Y es justo lo que pasó en este caso. Tengo la impresión de que hubo factura de por medio y el gran perdedor, como
quedó demostrado, fue El Salvador y su eliminación.
Es que a los atletas desequilibrantes, a esos que marcan la diferencia entre ganar o perder, hay que saberles buscar lado y en esto no son
especialistas nuestros dirigentes. Hay que dialogar, agotar gestiones y, si hay que marginar, que sea después de equis compromiso. Y este no es un mal solo del fútbol, también lo es en un resto de disciplinas.
¿Qué tal si alguna vez a la FESFUT se le hubiera ocurrido marginar de la titularidad al increíble Jorge “Mágico” González? Finalmente, la moraleja que nos deja este caso es que, debido a que en todos los deportes El Salvador no cuenta con un abanico de opciones de atletas de alto nivel internacional, hay que manejar con talento y astucia estas situaciones. Hay que anteponer la egolatría de una pasajera miserable cuota de poder, dejar a un lado el hígado y pensar en los colores azul y blanco. Tal como lo demostró en los ochenta-noventa “El Mágico” y ahora Frank Velásquez. En deportes de conjunto e individuales hay atletas que pesan y mucho a la hora de establecer la diferencia. ¡No hay donde perderse!
*Los conceptos vertidos en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien los presenta.