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Frente Amplio

Iosu Perales

Para hablar del Frente Amplio de Uruguay hay que ponerse de pie. Se trata de la unidad popular mayor y más perdurable en todo el mundo. Medio siglo trabajando por el pueblo en una alianza que nació de la unión de las izquierdas y luego supo ensancharse hasta incorporar a sectores progresistas de la sociedad. Es sin lugar a dudas un referente. Pero no para ser copiado sino como fuente de inspiración que requiere que en cada país se desarrollen procesos adaptados a la realidad.

Surgió en 1971, dos años antes de que un golpe de estado sumiera al país en una oscurana que se prolongó hasta 1985. A pesar de la represión sufrida, sobre todo por el movimiento tupamaro en la década de los 80 el Frente Amplio obtuvo por encima del 20% de los votos. En la década de los 90 tuvo un ascenso considerable: el 30% en 1994, y el 41% en 1999. En 2004 logró el 51,7 % de los votos y la presidencia del país por tres mandatos, hasta 2020. En las últimas elecciones generales descendieron sus apoyos hasta el 40% perdiendo por unas décimas la presidencia ante Luis Lacalle del Partido Nacional.

Hoy, el Frente Amplio se encuentra en plena autocrítica, al tiempo que vive un duelo por el fallecimiento de Tabaré Vázquez, uno de sus líderes más reconocidos, exintendente de Montevideo y expresidente de la República. Pero lo cierto es que ahora ni nunca, a lo largo de su existencia, ha nacido de su interior la idea de que haya que construir otro partido, algo que desvela la fortaleza de sus pilares políticos.

Hace cincuenta años, la fundación del Frente Amplio surge en un marco de crisis económica, efervescencia social y represión del gobierno de Jorge Pacheco, con el trasfondo de la revolución cubana. Fue el fruto de la confluencia de una docena de organizaciones que entendieron que el aumento del número de perdedores como resultado de las políticas liberales de los gobiernos turnistas, Partido Colorado y Partido Blanco (luego Nacional) era una ventana de oportunidad para las izquierdas. Efectivamente, los dos partidos hegemónicos tradicionales, estaban perdiendo el favor de las clases medias y las izquierdas entendieron que era su hora.

La puesta en marcha del Frente Amplio ocupó un campo tan incluyente que no quedaba ningún otro espacio que le disputara el terreno. Lo primero que hizo la nueva alianza es adaptar sus propuestas de manera que sectores medios de la sociedad, donde se encontraba la mayor concentración del electorado, pudieran sumarse. Se definieron tres ejes: una oposición fuerte para captar el descontento ciudadano; una moderación ideológica y la búsqueda permanente de una mayor amplitud de las alianzas. Desde la izquierda hasta el llamado centro, el Frente Amplio aplicó un rastrillo que recogía la intención de voto de la mayoría de la sociedad.

La conformación de la alianza, hasta llegar a su consolidación, pasó por episodios de lucha de líneas entre agrupaciones internas, pero funcionó el método del diálogo permanente sin que ningún interlocutor se levantara de la mesa antes de llegar a un acuerdo. La unidad era sagrada e irrenunciable. La emergencia de un liderazgo dialogante y propositivo hizo ver que la ecuación no era “ganar unos para que perdieran otros” sino que era “ganar todos para ganar todos”. La estrategia era la óptima. La que muchas izquierdas en el mundo no han entendido y asumido y por ello han fracasado.

El liderazgo más conocido internacionalmente conoce nombres como el General Líber Seregni, José Pepe Mujica, Danilo Astori y Tabaré Vázquez. Pero es justo reconocer que en la fundación de la alianza fueron clave Zelmar Michelini que se salió del Partido Colorado, el democristiano Juan Pablo Terra y el comunista Rodney Arismendi. Los tres, como grandes visionarios, supieron superar con gran altruismo sus diferencias para reencontrarse en un proyecto común y elegir al militar de enorme prestigio, Liber Seregni, como candidato a liderar la nueva alianza.

Seregni fue detenido, torturado y encarcelado, pero presidió el Frente Amplio hasta el año 1996 que es cuando Tabaré Vázquez le toma el relevo.

El balance del Frente Amplio en sus tres mandatos consecutivos de gobierno (2005-2020) fue exitoso. Por cierto, Michelini ha dejado dicho que no se llegó al gobierno hablando de historia o exponiendo ideas generalistas, sino precisando políticas a ras de suelo, estudiando el modo viable de hacer políticas nuevas con resultados óptimos. Al parecer aplicaron bien su pragmatismo, logrando un crecimiento económico que permitió pasar de un PIB per cápita, de 4.000 a 17.000 dólares en la actualidad y en números redondos. Uruguay vivió en el período de gobierno frenteamplista un inusual crecimiento económico en un contexto internacional favorable. En el ámbito de la igualdad social el dato sobre el descenso de la pobreza es brutal: la tasa de personas bajo el umbral de la pobreza bajó del 32% al 8% y la distribución del ingreso medido por el índice Gini descendió del 0,45 al 0,38.

En el capítulo de Derechos Humanos, con los gobiernos del Frente Amplio, el país conoció cambios importantes. Se investigó en la represión de las dictaduras para reconocer a las víctimas y sus familiares y se trabajó para hacer justicia restaurativa. Se consagraron nuevos derechos orientados a respetar las opciones sexuales y a cuidar a las minorías discriminadas.

No me resisto a dedicar unas palabras a José Pepe Mujica. Fue un guerrillero tupamaro. Apresado por la dictadura cívico-militar de Uruguay, estuvo 15 años en prisión, de los cuáles 11 fueron como rehén, lo que significaba que si los tupamaros volvían a cometer un atentado sería ejecutado. Mujica no se cansa en denunciar lo que considera la enfermedad infantil de la izquierda: su capacidad para desunirse. Dice: “El problema de la izquierda en la historia de la humanidad es la desgracia de no poder mantener la unidad. Tener bien claro cual es el adversario principal y no dejarse confundir y transformar en principal la diferencia ocasional que se puede tener”.

Mujica toca un punto muy sensible y que loa ha enfrentado muy de cerca. No en vano dentro de los grupos que integran el Frente Amplio, se pueden distinguir diferentes ideologías, como lo son la comunista, la socialista, la socialdemocracia, y en menor medida el liberalismo y la democracia cristiana. También hoy, son parte del Frente Amplio, alianzas, frentes y espacios internos y ciudadanos independientes. El cemento que une a todas sus organizaciones es su opción progresista, por la justicia social, su posición anti oligárquica y antimperialista.

Sobre la pluralidad del Frente Amplio, Mujica reflexiona: “Nosotros hemos construido una fuerza política donde está todo el espectro de la izquierda. Todo lo que se le pueda ocurrir está ahí. Desde la democracia cristiana al partido comunista. Puede parecer que es una Torre de Babel, pero hace 50 años que navegamos juntos y somos el partido más fuerte del país por el hecho de estar juntos. No es una suma aritmética. Es una suma que concita apoyo porque es una alternativa real. No queremos ser testimoniales, queremos hacer. Por eso nos sometemos a los acuerdos colectivos del partido. Dependemos del todo. ¿Saben cuánto nos costó aprender eso? Una vida”.

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