Alberto Romero de Urbiztondo
Twitter: @aromero0568
Desde el aislamiento domiciliar actual, tenemos el riesgo de perder una perspectiva global del momento que vivimos. Alimentados por información diversa de medios de comunicación, redes sociales y noticias de familiares y amigos, es difícil distinguir entre la información con base científica o registros confiables, la ocultación de datos por autoridades, las falsedades, exageraciones o interpretaciones alarmistas, conspirativas o manipuladas.
Tendemos bien a obedecer ciegamente las medidas tomadas por nuestros gobiernos o criticarlas desde la impotencia de no poder modificarlas. Es importante que atendamos, no solo los problemas concretos de la cuarentena, sino también pensar que esta pandemia, está generando condiciones para cambios sociales profundos. En este sentido es interesante y provocador el artículo publicado en el Financial Times por el historiador Yuval Noah Harari “El Mundo después del coronavirus” (https://www.clarin.com/revista-enie/mundo-despues-coronavirus-harari_0_1qwbONv31.html).
El carácter mundial de la pandemia, el desconocimiento de su origen y tratamiento, unido a su rápida propagación, ha generado respuestas de gobiernos nacionales e instancias internacionales, basadas en aislar a la población en sus domicilios y cerrar fronteras, promoviendo -en algunos casos- la aprobación de leyes que limitan derechos constitucionales, así como estigmatizando el debate y el disenso. La necesidad de atender la prevención y atención de los efectos de salud y sociales de la pandemia está permitiendo la aprobación de presupuestos extraordinarios, no siempre sustentados en planes estratégicos definidos ni destinos claros del gasto, basados en el endeudamiento y la hipoteca de desarrollo futuro.
Ante este panorama Harari, en su artículo, señala dos desafíos ante los cuales, las decisiones que tomemos ahora determinaran nuestro futuro. El primero es optar entre una vigilancia totalitaria para hacer cumplir las medidas dictadas por los gobiernos o promover un empoderamiento ciudadano bien informado y motivado para defender la salud propia y colectiva. Y el segundo desafío, defender un aislamiento nacionalista pensando que como país es posible vencer la pandemia o promover una solidaridad global como humanidad. Son dilemas para reflexionar desde nuestra cuarentena, compartirlos y dialogar a través de redes y medios de comunicación. Porque, además de controlar al virus hoy, hay que defender un futuro de libertades y derechos.