Por Clément Zampa
Bruselas/AFP
La Unión Europea apuesta por Japón, país con el que espera trazar en 2017 las grandes líneas de un ambicioso acuerdo comercial, para reafirmar su vocación en favor del libre comercio frente al proteccionismo de Donald Trump en Estados Unidos.
«Este acuerdo es necesario pues creemos en el libre comercio, justo y basado en normas», dijo este martes el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, durante un encuentro en Bruselas con el primer ministro nipón, Shinzo Abe, en compañía del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
Juncker se declaró «confiado» en que el acuerdo pueda ser cerrado en 2017.
En el Consejo Europeo de principios de marzo, los mandatarios urgieron a avanzar «con determinación» en el acuerdo comercial de Japón, su principal prioridad, pero también en el negociado con los países del Mercosur y en la modernización del pacto comercial con México.
Esta declaración en favor de un comercio «libre y justo» contrasta con el proteccionismo de Donald Trump y de su gobierno, hostiles al multilateralismo de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Desde que asumiera el cargo el 20 de enero, Trump confirmó la retirada de su país del Tratado de Asociación Transpacífico (TPP) firmado con 11 países de la región Asia-Pacífico, entre ellos Japón, tercera potencia económica mundial.
Recientemente, durante un G20-Finanzas en Alemania, Estados Unidos hizo retirar del comunicado final una condena al «proteccionismo».
Cuatro años negociando
Pese a todo, Shinzo Abe se ha mostrado conciliador con Washington e invitó el martes a la Unión Europea a «cooperar con Estados Unidos» para defender junto a su país el «libre comercio» en el mundo «ante las inquietantes tendencias proteccionistas»
El acuerdo UE-Japón, negociado desde hace cuatro años en medio de una relativa indiferencia podría sin embargo tener más importancia que el recientemente cerrado con Canadá, el CETA, y que fue objeto de virulentas críticas.
Los intercambios con Japón, sexto socio comercial de la UE en 2016, representan el 3,6% del comercio exterior europeo, el doble de los intercambios con Canadá. Según un estudio de impacto de la Comisión, el acuerdo generaría un aumento del PIB europeo del 0,76% a largo plazo.
Pero las negociaciones tropiezan con el tema agrícola: los europeos ven en Japón un mercado muy interesante, que necesita productos de calidad, pero el sector es muy sensible para los japoneses, preocupados por su carne de vaca, de cerdo y sus productos lácteos.
Otro obstáculo es el sector automotor, que Tokio quisiera ver lo más liberalizado posible en el seno de la UE.
Los europeos han advertido que están dispuestos a abrir completamente su mercado, pero no sin contrapartidas, ya que el sector automotor es uno de sus principales valores comerciales.
Pese a la voluntad de avanzar de ambas partes, subsisten las incertidumbres políticas.
Según admiten los propios negociadores, el marco del futuro tratado es muy parecido al suscrito con Canadá.
Podría incluir, si Japón lo acepta, un tribunal permanente encargado de arbitrar eventuales litigios entre las multinacionales y los Estados, un asunto que fue considerado muy problemático por los detractores del CETA.
La mayoría de las oenegés opuestas al tratado con Canadá, con las que tomó contacto la AFP, permanecen de momento silenciosas respecto al futuro acuerdo con Japón.