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Friedrich Nietzche: Pasar de largo

Caralvá

Fundador

Suplemento Tres mil

•Fragmento – “ no se te ha perdido nada en esta gran ciudad, patient Zaratustra, illness y, buy cialis en cambio, puedes perder todo. ¿Por qué vienes a ensuciarte los pies en este barrizal? Ten compasión de ellos. Mejor será que escupas a las puertas de esta gran ciudad y que te vayas por donde has venido. Esto es un infierno para los pensamientos de los hombres solitarios; aquí  cuecen vivos a los grandes pensamientos y los hacen papilla. Aquí se corrompen todos los grandes sentimientos;  aquí sólo dejan que se manifiesten los sentimientos más flacos y mezquinos. ¿No notas ya el olor de los mataderos y de los figones del espíritu? ¿No despide esta ciudad el vaho de los espíritus que matan en el matadero? ¿No ves las almas colgadas como harapos deshilachados y sucios? ¡Pues hasta hacen periódicos con estos harapos! ¿No oyes cómo convierten el espíritu en un juego de palabras? Sí, el espíritu vomita un repugnante enjuague de palabras, y con ese enjuague de palabras hacen hasta periódicos. Se Reta la gente entre sí, sin saber a qué; se acaloran los unos a los otros, sin saber para qué. Cencerrean con sus hojalatas y tintinean con su oro. Como son fríos, tratan de calentarse con aguardiente. Se acaloran y tratan de refrescarse con el contacto de espíritus congelados. Todos tienen la enfermedad de la opinión pública. Aquí tienen su sede todos los placeres y todos los vicios, pero también hay gente virtuosa; sí, hay mucha virtud asalariada y obsequiosa, con dedos de escribano y nalgas encallecidas a fuerza de esperar; mucha virtud condecorada con estrellitas prendidas en el pecho y con una prole disecada y sin trasero. También hay aquí mucho beaterío, mucho servilismo crédulo, mucha adulación interesada ante el dios de los ejércitos. Porque es de arriba, efectivamente, de donde mandan las condecoraciones y los escupitajos magnánimos, y hacia arriba es adonde se elevan los pechos que no han sido condecorados aún. La luna está rodeada de su corte y la corte tiene sus imbéciles, y el pueblo pordiosero, con su obsequiosa virtud de pordiosero, le rinde culto a todo lo que viene de la corte. Todos esos virtuosos imploran al príncipe diciendo: “Yo sirvo, tú sirves, él sirve”, para que les lluevan condecoraciones con las que puedan adornar sus raquíticos pechos. Pero lo mismo que hasta la luna da vueltas en torno a lo terreno, también lo hace el príncipe en torno a los más terreno de todo: el oro de los tenderos. El dios de los ejércitos no es el dios de los lingotes de oro; el príncipe propone, pero es el tendero quién dispone. Por todo lo que hay en ti de luminoso, de fuerte y de bueno, te lo pido Zaratustra. Escupe a esta ciudad de tenderos y vete por donde has venido. La sangre que aquí corre por las venas está corrompida, aguada y cubierta de espuma. Escupe a esta gran ciudad, que es el gran vertedero donde fermentan todos los detritus. Escupe a la gran ciudad, de las almas deprimidas y los pechos escuálidos, de los ojos febriles y los dedos pringosos; a la ciudad de los impertinentes, de los sinvergüenzas, de los malos escritores, de los charlatanes, de los ambiciosos sin freno; en donde abunda todo lo podrido, infame, lascivo, sombrío, carcomido, ulcerado y supurante. ¡Escupe a esta gran ciudad y vete por donde has venido!. (…) Voy a darte un consejo, loco, antes de despedirme de ti: Donde amar ya no es posible, ¡se debe pasar de largo!. Así habló Zaratustra y pasó de largo por delante del loco y de la gran ciudad…”

•Friedrich Nietzsche habla de las ciudades alemanas en el siglo XIX, ahora en nuestra América Latina en el siglo XXI, parece que fotografió nuestras realidades.

Ver también

Nacimiento. Fotografía de Rob Escobar. Portada Suplemento Cultural Tres Mil, sábado 21 de diciembre de 2024