Por Becky Davis
Pekín/AFP
Un fenómeno climático excepcional, caracterizado por un invierno extremadamente duro, ha provocado este año la muerte de más de 40.000 cabezas de ganado en las estepas mongolas y amenaza a decenas de miles de nómadas, lo que llevó a la Cruz Roja ha lanzar un llamado internacional.
Mongolia se ha visto muy afectada de nuevo este año por el «zud», un fenómeno climático que consiste en una ola de frío extremo en invierno seguida por un verano canicular, explicó en un comunicado la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja (IFRC).
La rarefacción de los pastos durante el verano impide que las cabras, ovejas y vacas se alimenten suficientemente como para soportar la crudeza del invierno, cuando las temperaturas caen por debajo de los 50 ºC. La escarcha y nevadas excesivas complican aún más el acceso de los animales a las zonas verdes.
Alrededor de 42.500 animales ya han muerto de hambre y frío, según cifras de las autoridades mongolas, actualizadas a principios de febrero.
Un zud que golpeó al país en el invierno de 2015-2016 acabó con la vida de, al menos, 350.000 animales. Pero «la cifra de animales muertos este año debería crecer de forma exponencial en los próximos meses», advirtió la Cruz Roja.
«En primavera, cuando los animales dan a luz, agotados por el invierno, hay un riesgo elevado de que no puedan encontrar suficiente alimento ni refugio, ni los cuidados veterinarios que necesitan y que faltan», explicó Nordov Bolormaa, secretario general de la IFRC en Ulán Bator.
Un desastre de gran amplitud para este país, con una bajísima densidad poblacional, en el que uno de cada tres habitantes se mantiene merced a su ganado.
Munjbat Bazarragchaa, un ganadero nómada de una remota región, ha perdido a 10 de sus 60 animales.
«El invierno ha sido muy duro, lo que significa que la primavera también será extremadamente difícil», dice, preocupado, en un video enviado a la AFP por la IRFC.
El zud, cada vez más frecuente
Si reciben ayuda financiera, Bazarragchaa y su familia se encargarán de lo más urgente, explica el ganadero: comprar harina y arroz, así como heno para sus animales.
Pero, según la Cruz Roja, la ayuda internacional sigue siendo insuficiente, quizá porque la lentitud del fenómeno dificulta la sensibilización de la opinión pública.
Normalmente, el zud ocurre cada doce años, pero últimamente ocurre mucho más frecuentemente, cada cuatro años o incluso en años consecutivos, con una intensidad variable, lo que algunos investigadores achacan al cambio climático.
El devastador zud de 2009-2010, que trajo consigo el invierno más frío que se recuerda en el país, acabó con la vida de 8 millones de cabezas de ganado, según cifras oficiales.
La repetición por segundo año consecutivo de la catástrofe meteorológica pone «en peligro» a más de 157.000 personas, advirtió la organización internacional, que administrará una ayuda de emergencia a 11.000 de los hogares más duramente afectados.
En el invierno de 2015-2016, numerosos ganaderos endeudados acabaron vendiendo los animales que habían sobrevivido, subrayó Gwendolyn Pang, responsable de la Cruz Roja en Pekín.
La pérdida de su ganado priva a las familias de su medio de subsistencia y las obliga a emigrar a centros urbanos, en cuyas periferias instalan sus tiendas, formando barriadas desprovistas de las infraestructuras más elementales, indicó Pang.
Una posibilidad impensable para Bazarragchaa. «Es el modo de vida que heredé de nuestros ancestros», recalca. «¿Cómo imaginar Mongolia sin animales?».