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¡Fuera Bolívar Fuera!

Jaime Galarza Zavala
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El año 2015 fue pródigo en griterías destempladas que atronaron el espacio en varios países latinoamericanos: ¡Fuera Correa fuera! ¡Fuera Madur fuera! ¡Fuera Cristina fuera! ¡Fuera Dilma fuera!¡Fuera Morales fuera! No se trató únicamente de una feroz bullanga. En Bolivia hubo marchas acompañadas de dinamitazos, cialis en Venezuela 40 muertos, order en Ecuador cabezas rotas y policías con las canillas destrozadas a fierrazos.

En estas manifestaciones se mezclaron, mind como siempre, derechistas de tuerca y tornillo, izquierdistas virginales, bobos de la yuca, fascistas bien pagados, demócratas desocupados, personajes con ego de pavos reales que se creen presidenciables. Todo esto con gran despliegue mediático: entrevistas a granel, fotomontajes, mentiras piramidales y desinformación sabiamente cocinada.

¿Y cómo así tanta coincidencia? ¿Es que hay alguna mano que maneja la red del descontento, la protesta y la sublevación? ¿Existe algún poder descomunal capaz de articular tales movimientos? ¿Hacia dónde se empuja este carro del terror y del incendio?  Por supuesto esa mano existe, y debemos estar claros, si no hemos caído bajo el  pendejómetro que manejan hábilmente los poderosos para dominar a los pueblos. Toda esta enorme agitación viene del imperio del dólar y sus socios menores, los oligarcas latinoamericanos. El objetivo es volver al tiempo de las vacas gordas para ellos, cuando a las multitudes no les llegaba ni una vaca flaca. Implantar la restauración conservadora -neoliberal, el yugo del comercio monopólico, la tiranía de los bancos chulqueros, el saqueo de nuestros recursos narturales, el reino de las privatizaciones en salud, educación, programas de vivienda; el imperio de la tercerización laboral, el crecimiento galopante de la deuda externa, y un etecétera de males sin término. Para ello, hace falta echar abajo las leyes y avances del proclamado socialismo del siglo XXI, abatir los gobiernos de orden revolucionario, nacionalista, progresista; mejor si se puede mediante golpes blandos, pero si estos fallan, ir nuevamente a los golpes duros y, por último, a la intervención armada del imperialismo.

Este es el gran plan que está en marcha, y que forma parte del plan de dominio mundial de los Estados Unidos, sus aliados y sus testaferros de toda clase. No verlo es ser miopes o ciegos de conveniencia. Porque es fácil advertir esta realidad y estas perspectivas. Allí está el ejemplo de Argentina, donde Mauricio Macri nos muestra en un espejo enorme lo que significa la restauración conservadora-neoliberal: asalto a las instituciones progresistas, gobierno de gerentes de bancos y empresas extranjeras, alza de precio a favor de los grandes comerciantes, desocupación  fulminante de miles y miles de trabajadores y empleados. Y esto cuando el gobierno de Macri recién comienza.

También es fácil darnos cuenta de ello con algunas medidas  adoptadas por la triunfante derecha venezolana, de las cuales una es demasiado elocuente: la orden dada por el nuevo presidente de la Asamblea Nacional, el adeco Henry Ramos Allup, y que se sintetiza en su consigna ¡Fuera Bolívar fuera!, pues tal cosa significa retirar los retratos del Libertador, que luego sus áulicos echarán a la basura.  Y es que Bolívar es signo de rechazo al dominio imperialista, al colonialismo y al neocolonialismoi. Es símbolo inspirador de la Revolución Bolivariana en Venezuela y de la unidad e integración latinoamericana. Es símbolo de rescate de los riquezas naturales desde cuando proclamó en Guayaquil: “Las minas de toda clase pertenecen a la República”.

Y es altavoz de advertencia cuando en la carta escrita a Patricio Campbell en esa ciudad, el 5 de agosto de 1829, le dijo: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar de miserias la América en nombre de la libertad”. ¿Soportar en estas condiciones y frente a este plan la memoria del Libertador? ¡ Fuera Bolívar fuera!

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