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El expolicìa Mario Sandoval, centro, torturador durante la dictadura, es escoltado por oficiales a su llegada al aeropuerto de Ezeiza, Buenos Aires, el lunes. [Foto Ronaldo Schemidt / AFP]

Fueron «ocho años larguísimos» para extraditar a Sandoval, dice sobreviviente de la ESMA

Buenos Aires / AFP

Sonia Àvalos

Carlos Loza está sin dormir desde que supo que al fin, el lunes, el expolicía Mario Sandoval regresaba a Buenos Aires extraditado desde Francia para ser juzgado por el secuestro y desaparición de su compañero de celda en la ESMA, la cárcel clandestina emblemática de la dictadura argentina.

«Fueron ocho años larguísimos desde que comenzó el proceso en 2012 para la extradición» de Sandoval, de 66 años y sindicado por sobrevivientes como un temible torturador que recibió el apodo de ‘churrasco’ por la aplicación de descargas eléctricas desde una cama metálica.

Loza compartió meses de cautiverio con Hernán Abriata, un joven de 24 años estudiante de Arquitectura al que Sandoval detuvo en un supuesto «procedimiento de rutina» el 30 de diciembre de 1976 y aún permanece desaparecido.

Por su caso la justicia francesa accedió a extraditar a Sandoval, radicado en Francia en 1985, poco después de terminar la dictadura (1976-1984) y nacionalizado francés en 1997.

«Estábamos en ‘Capuchita’ y llegó Hernán, después de un largo silencio nos dijo que habláramos tranquilos, que era un prisionero como nosotros y nos sacamos las capuchas», recordó Carlos en diálogo con la AFP.

Por entonces Carlos tenía 23 años. En la diminuta celda eran cinco prisioneros, la mayoría en sus veinte años. Al lugar le decían ‘Capuchita’ y estaba ubicado en un altillo del ex casino de oficiales de la entonces Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).

«Entraban y nos golpeaban, nos pateaban. A un compañero lo asesinaron adelante nuestro a patadas», recuerda con la voz cortada.

– Aniversario «atroz» –

Carlos fue detenido por la dictadura en un local del Partido Comunista del barrio porteño de Barracas junto a otros tres amigos.

«Hoy es el aniversario funesto, atroz, de nuestra desaparición el 16 de diciembre de 1976. Estuve secuestrado hasta el 6 de enero de 1977, no sabemos si Sandoval participó del operativo», puntualiza.

«Todos fuimos liberados en enero, uno se suicidó en 2012 porque no pudo superar lo que vivimos, otro murió enfermo, quedamos dos para cumplir el compromiso que asumimos en cautiverio de testimoniar para que haya justicia», explica.

Como se acostumbraba entre prisioneros y cuando la guardia lo permitía «nos pasábamos datos de la familia y nos prometíamos darles novedades si salíamos con vida».

«Al salir, nos tomó un mes tomar coraje para ir a la casa de Hernán. Teníamos pánico, tomamos muchas medidas de seguridad. Creíamos que él también había sido liberado, pero ahí su hermana nos dijo que nunca había regresado», recuerda.

Hernán estaba casado hacía poco tiempo con Mónica Dittmar, testigo en el jucio contra Sandoval ya que estaba presente cuando el expolicia se identificó para llevarse a su esposo.

«Se identificaba como suboficial inspector Mario Sandoval con una impunidad de la más absoluta», dice sobre el expolicía que según se pudo reconstruir, se cree que estuvo en la ESMA desde octubre de 1976 hasta 1980.

– «Mónica te amo» –

Hernán llevaba casado apenas meses cuando fue detenido.

«Hace pocos años se encontró en las paredes de ‘Capuchita’ la inscripción ‘Mónica te amo, H.A. Él en medio de ese horror había logrado escribir un texto de amor», apuntó Carlos.

«Acompañé a Mónica a ver la inscripción hace un tiempo, fue algo muy movilizante», dijo sobre la visita al lugar convertido en museo por donde se estima pasaron unos 5.000 prisioneros durante la dictadura.

La madre de Hernán, Beatriz Rosa Cantarini, cumplirá 94 años el próximo 25 de diciembre. «Está aliviada, contenta diría, ella esperaba tener esta reparación para poder morir tranquila», dice.

Durante la dictadura presentó cinco habeas corpus por su hijo, y desde 2012 no cesó en presentar cartas y peticiones al gobierno francés.

«Yo en mi caso siento el mismo malestar que siento todos los 16 de diciembre. El destino quiso que la extradición fuera el mismo día de mi secuestro, el más triste, el más lamentable de toda mi vida», afirma.

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