Múnich / AFP
Valérie Leroux
Los gastos militares mundiales tuvieron en 2019 su mayor alza en diez años, en medio de crecientes rivalidades entre grandes potencias, lo que el jefe de Estado alemán calificó como «dinámica destructiva» en el plano planetario.
El aumento anual alcanzó el 4%, según el informe anual del instituto británico IISS difundido antes del inicio de la Conferencia sobre Seguridad de Múnich, Alemania.
Al abrir este gran encuentro anual internacional sobre cuestiones de defensa, el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier trazó un panorama sombrío.
«Años tras año, nos alejamos del objetivo de una cooperación internacional tendiente a crear un mundo pacífico», lamentó Steinmeier.
«La idea de una competencia de las grandes potencias impregna la realidad en todo el planeta», agregó y criticó el egoísmo nacional extendido, en su opinión, por el Estados Unidos de Donald Trump que rechaza «la idea misma de una comunidad internacional».
– «Carrera armamentista» –
«El mundo no puede permitirse una carrera armamentista», se hizo eco la presidenta demócrata de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, y habló de «erosión preocupante de los marcos de control que han hecho que el mundo sea seguro durante décadas».
Los gastos militares «aumentaron con la salida de las economías de la crisis financiera (de 2008) y una mayor percepción de amenazas», señaló por su parte el director general del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, según sus siglas en inglés), John Chipman.
La muerte del tratado sobre las fuerzas nucleares de mediano alcance (500 a 5.500 km) en 2019 y la posible extinción del tratado New Start sobre armamentos nucleares intercontinentales en 2021 cambia el orden internacional post-Guerra Fría.
El ascenso de China y las crisis regionales, desde Ucrania hasta Libia, también tienen un impacto, según el informe.
Además, las nuevas armas desarrolladas por China y Rusia -misiles supersónicos, submarinos sin tripulación- presentadas como «invulnerables», suman presión a la carrera armamentística, agregó.
En este contexto, los dos países con los presupuestos militares más grandes del mundo, Estados Unidos (685.000 millones de dólares) y China (181.000 millones), continúan su aumento exponencial, con un alza del 6,6% en 2019 con respecto a 2018.
Los gastos militares estadounidense aumentaron por sí solos en 53.400 millones de dólares el año pasado, es decir el equivalente al séptimo presupuesto mundial de defensa, detrás de Arabia Saudita (3º), Rusia (4º), India (5º), Reino Unido (6º), y delante de Francia (8º), Japón (9º) y Alemania (10º).
– Rusia preocupa –
«En Europa, la inquietud por Rusia continúa alimentado el crecimiento de los gastos con un alza de 4,2% con respecto a 2018», afirmó Chipman. Los presupuestos militares europeos han recuperado así su nivel de 2008 en términos reales.
El crecimiento masivo y acelerado de las capacidades militares chinas -misil balístico intercontinental DF-41 capaz de alcanzar cualquier punto de Estados Unidos, avión de combate J-20A, drones, etc…- es una gran fuente de preocupación tanto para Washington como para sus socios en la región de Asia Pacífico.
Como Rusia, China se ha lanzado también al desarrollo de armas supersónicas capaces de desactivar las defensas antimisiles, advierte el instituto con sede en Londres.
Durante el desfile por el 70 aniversario del régimen comunista el 1 de octubre de 2019, Pekín presentó con gran pompa un lanzador de planeadores supersónicos, el DF-17.
Por su parte, el ejército ruso anunció en diciembre la incorporación de sus primeros misiles supersónicos Avangard, una de las armas elogiadas por el presidente Vladimir Putin como «invencibles» e «indetectables».
En Europa, crecen los interrogantes ante el riesgo de repliegue de Estados Unidos, cada vez más concentrado en la región Asia Pacífico, a pesar de que se reforzó la presencia militar en el este del continente frente a Rusia, así como en el Golfo ante las amenazas iraníes.
Los países miembros de la OTAN, con Alemania en primer lugar, se encuentran además bajo presión presupuestaria por parte del presidente estadounidense Donald Trump, que les reclama un esfuerzo mayor para llegar al objetivo de gastos iguales al 2% del PIB.