Renán Alcides Orellana
Cuando se viaja a diferentes países del continente y del mundo, decease no es difícil encontrar a uno o más compatriotas destacándose y honrando a El Salvador, remedy en cualquiera rama profesional, técnica o de servicio. Salvadoreños no solamente destacados, sino también contribuyendo con sus remesas, a mitigar la situación económica familiar y nacional.
Son los compatriotas que un día partieron tras un ideal, bien con documentos legales o sin ellos. Estos últimos son los eternos indocumentados, a los que alude Roque Dalton en su “Poema de amor”, quienes, al igual que los legales en cada país, y a diferencia, desde luego, de los mal portados, son gente laboriosa, productiva y, en algunos casos, hasta destacados a nivel del país que los acoge. Contra viento y marea, superando obstáculos, han mostrado su casta de salvadoreños. Son los talentos, los cerebros fugados, que su país no aprovechó y que hoy mucho estarían aportando para su real desarrollo. Recientemente, el presidente del Banco Central de Reserva de El Salvador (BCR), Oscar Cabrera, declaró que “hay fuga de cerebros”, o fuga de talentos, y que “El Salvador ha perdido hasta un 4% debido a la migración” (LPG, septiembre 18/2015). Cabrera lamentó que profesionales “universitarios estén dejando el país en busca de mejores condiciones en Estados Unidos”. Se dijo también que, en términos sencillos, el país pierde personas que pueden hacer aportes importantes, en áreas como ciencia e investigación. “Las pérdidas por migración cualificada después de 1980 -dijo Cabrera- hasta el 2012 alcanzaron un 3.8 % del PIB (Producto Interno Bruto)…”
Si no se diera esa fuga de talentos, el país tendría un listado de gente capaz y responsable, contribuyendo a conducir los destinos de la Nación. Aunque algunos profesionales, conocedores de la ganguería política, a lo mejor declinarían un cargo de asesor, para evitar manchar su buen nombre y calidad profesional. Y el terreno se vuelve propicio para la corrupción, porque resulta que el compadrazgo, el compromiso político y la relación familiar, generan un listado de cargos mal adjudicados, plazas fantasmas y funcionarios que sólo llegan a la hora del cheque. Una estafa a todas luces perjudicial para el país, cuando verdaderamente se trata de nombramientos inapropiados. Corruptores nombrando, corruptos aceptando esos cargos sin merecerlos; todos ellos, disfrutando a costillas de los impuestos que paga el pueblo.
La resistencia de la Asamblea Legislativa a dar a conocer el listado de asesores, solicitada hace dos años, develó el denigrante favoritismo político, en cuanto a muchos “asesores”, que no sólo no asisten, sino que no saben nada de lo que se supone deben asesorar. Quede claro que hay excepciones de asesores, honestos y capaces. Especial reconocimiento para ellos. El listado de “asesores” evidenció lo que todo mundo sabía: ex diputados que no asisten al trabajo (son premios de consolación partidaria, para mientras intentan volver), correligionarios, cheros, parientes… todos conscientes de la regalía de salarios “de choto”, convirtiéndose, igual que quien los nombró, en burladores y ofensores de la dignidad e inteligencia de los buenos salvadoreños. Se intentó mantener escondidos algunos nombres, especialmente los de inoperantes “asesores” de la directiva, desobedeciendo mandato del Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP). Algo oscuro, sin duda, escondía la negativa al informe completo. Al fin, la lista. Y, lo esperado: el evidente favoritismo -con apreciadas excepciones- de funcionarios sin el talento requerido.
Pero, no sólo en la Asamblea Legislativa campea la corrupción/tráfico de influencias. Yendo por partes, toca a este Órgano porque el tema está de moda y, aunque a regañadientes, cumplió pero parcialmente. En los otros dos órganos del Estado, también se cuecen habas en esto de la corrupción y tráfico de influencias, no sólo por plazas de “asesores” inexistentes, sino también en otras áreas donde funcionarios, sin principios y sin escrúpulos, fácilmente meten la mano, y hasta el codo. Recuérdese las plazas fantasmas en el CNR, para citar sólo una institución. Pecados administrativos, que el pueblo, con todo derecho, demanda conocer. Este pueblo heroico espera que, un día no lejano, desaparezca esta lacra social/ laboral, que por ahora, con aguijones antipatrióticos, chupa sin miramientos y sin sonrojarse, la sangre laboriosa y honesta de los salvadoreños
La fuga de talentos, o fuga de cerebros, crece y crecerá cada día si estos casos y otras carencias continúan. Mientras allá, en otro país, a los migrantes se les reconoce su esfuerzo y eficiencia, aquí ha sido costumbre, después de los Acuerdos de Paz, jugar a la exclusión y a la marginación de las personas que luchan contra la corrupción y, sobre todo, las de pensamiento sólido hacia el beneficio popular. Y, a veces, los anti patria hasta intentan complicarles la vida, propiciando la migración involuntaria, con el consiguiente perjuicio para la familia y el país. (RAO).