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Cristina Romero de Carbajal, de la Fundación Jóvenes con Propósito, llega al Hospital Benjamín Bloom a darles fortaleza, fe y valentía a los familiares de los pacientes. Foto Diario Co Latino.

Fundación Jóvenes con Propósito reparte juguetes en Hospital Bloom

Gloria Silvia Orellana
@SilviaCoLatino

Un grupo de voluntarios de todas las edades y creencias realizaron por sexto año consecutivo la entrega de juguetes y golosinas para las y los niños internos en el Hospital Nacional “Benjamín Bloom”. Cristina Romero al frente de la Fundación “Jóvenes con Propósito” comentó que la iniciativa fue de su hermana menor Gabriela, quien falleció de un cáncer alojado en su cerebro.

“Gabriela tenía cáncer en el árbol de la vida (cerebelo) cuando tenía 11 años, y fue ingresada en este hospital… aquí ella comenzó a visitar a los otros niños ingresados y les daba dulces y algunos juguetes y así comenzó esto. Ahora llevamos seis años viniendo al hospital”, expresó Cristina Romero.

En cuanto a la reacción de las niñas y niños ingresados, Cristina afirmó: “se alegran mucho cuando llegamos y les damos los juguetes y dulces. Los escuchamos también, porque muchos niños necesitan decir qué sienten, qué piensan, luego hacemos todos una oración, porque eso es importante también y compartimos con los padres de familia”.

Thelma Rivera de Romero, madre de Gabriela, relató que su hija fue diagnosticada con cáncer cerebral el 8 de noviembre de 2009 y al día siguiente fue operada de emergencia en el Hospital Bloom. Luego de ser referida de una clínica particular por fuertes dolores de cabeza y vómitos constantes.

“Gabi tenía 11 años cuando la llevamos a la consulta particular y nos dijeron que podría ser la vista, la llevamos con el especialista (oftalmólogo) y no era la vista, y fue hasta que le hicieron un electroencefalograma que se dieron cuenta de la anormalidad. Y la ingresaron en el Bloom de emergencia, para ser operada”, relató.

Gabriela se distinguió como paciente infantil, porque luego de salir de la operación y continuar con su tratamiento ambulatorio comenzó a tejer gorros y hacer bisutería, que vendía en el centro hospitalario.

De las ganancias comenzó a comprar pequeños juguetes y golosinas que repartía con sus compañeros del octavo piso.

“Gabi pasó sus días tranquila y trabajando siempre. Me decía, mami, hay que compartir con los niños, y se levantaba de su camita y se iba a otros cuartos a repartirles y les decía: Que Dios los Bendiga, Dios los ama y los va a sacar adelante. Así como Dios me ha sacado a mí los va a sacar a todos… porque ella se sentía en victoria que la había sacado bien”, testimonió.

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