Poema
Tania Primavera
En esta misma ciudad
en 1865, ocurren sucesos siniestros
caballos, carruajes, hombres y mujeres
visten de otra forma
En el campo, hablan aún sus idiomas
visten el refajo las mujeres
las casas de los más pobres
son apenas chozas de adobe
A oscuras, por las noches
con luces de candil o velas.
en la capital San Salvador
la bella época
Pero siempre, hubo recelos
entre hombres, poder y
ojos invisibles
viendo todo
Tropiezos, riñas envidias
tierras que robar
lagos, montañas, volcanes
para escoger y adueñarse
Era la voluntad, alagartarse
mientras pienso e imagino,
me tomo
un café
En ese entonces, había que “quedarse con algo”
no importaba si vivían “los nativos” ahí
Gerardo Barrios
contra Francisco Dueñas
era el duelo
que la historia ha llenado
de polvo y olvido
Gerardo Barrios era de media estatura,
moreno claro, de ojos negros y grandes,
cejas pobladas, alta frente, bigote y barba,
cuerpo fornido y de espalda ancha.
Discreto en el hablar, de modales sencillos.
galante y gentil con las señoras.
Serio y responsable en sus juicios.
Francés por su cultura, español
por su carácter y emotividad.
Sincero y leal con sus amigos;
violento y severo con sus detractores.
Un defecto: cojeaba.
Un báculo daba prestancia, al andar.
gustaba de los uniformes vistosos, a la manera francesa.
Comienza con su familia
a cultivar el café
Después de los exilios y regresos
cayó mal, a los que ven de reojo
esto no es una clase de historia
sino un recuerdo sin recuerdo
porque no estuve ahí
Barrios fue fusilado
después de un juicio vano
por orden de su antiguo “amigo”
Francisco Dueñas, que se adueñó de todo.
antes, Barrios, fue presidente dos veces
Al pie de la ceiba,
en el cementerio general de San Salvador,
el cuerpo de Barrios, se encontraba en pie,
y los tiros para fusilarlo,
sonaron a las cuatro y media de la mañana
del del 29 de agosto de 1865
cada quien su tiempo
la historia diría
Develada en 1909, se instaló
una estatua dedicada a Barrios
A iniciativa de los hermanos Ezeta
Creada por Francisco Durini
Sobrevive en el parque central de San Salvador
el monumento de bronce, del hombre en un caballo
y una leyenda grabada de sus luchas
ve pasar el tiempo
¿Quién se acuerda de Dueñas?
Y en cambio Barrios, está ahí y sigue ese parque
con las palomas de castilla volando y posando en sus manos
frente al Palacio Nacional, en esta misma ciudad.
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