Por Rolando Alvarenga / @bachibox55
En la cárcel, el hospital y cuando un diario del pueblo está en crisis se conocen los verdaderos amigos. Y es justamente lo que la sociedad salvadoreña constató por medio de un sorpresivo e inédito gesto de don José Roberto Dutriz, presidente del Grupo Dutriz, quien dio a Diario Co Latino un determinante donativo -y salvavidas- de bobinas de papel. Esto con el objetivo de que el único vespertino de El Salvador siga trabajando con normalidad y no escriba su epitafio.
Es obvio -y lo escribo con respeto- que tan distinguido caballero no es amigo de nuestro Diario Co Latino, pero no ha necesitado serlo para sacar pecho, corazón y extender su mano generosa para acudir con ayuda ante este apuro. Y es una ayuda que, al margen de las ideologías y los capitales, habla muy bien de este pujante empresario periodístico.
Un gesto espontáneo, digno de un hombre que a través de los años se ha codeado con los ricos y famosos del periodismo internacional, escuchando toda clase de relatos sobre amargas experiencias que han forzado al cierre de medios de información a causa de la crisis económica.
Esto, sin lugar a dudas, lo ha ubicado en la dimensión de lo que significa la amenaza de un cierre y por eso no lo pensó mucho a la hora de enviar su tonelaje de bobinas a nuestro querido y valioso diario del pueblo.
Pero, más allá de ser un exitoso empresario del periodismo, que con talento fortalecido en los Estados Unidos sacó a flote a La Prensa Gráfica (LPG) cuando hace varios años esta iba rumbo al naufragio, José Roberto es un hombre que transpira deporte y, periodísticamente, le apuesta fuerte; tanto que se puede percibir su emoción cuando ejecuta los saques de honor y premia a los campeones de los eventos intramuros de su empresa. En lo personal, habiendo conocido muy de cerca a los pesos pesados de su árbol genealógico, no me cabe la menor duda de que su abuelo, José Dutriz padre; su padre José Dutriz hijo; y sus tíos, don Alex, don Roberto, don Mario y don Rodolfo sonríen satisfactoriamente en la gloria celestial por este gesto tan emotivo, lindo, humano y oportuno del último de los juniors. ¡Nuestra eterna gratitud!