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Samuel Amaya
@SamuelAmaya98
El gobierno del ahora presidente inconstitucional, Nayib Bukele, contabiliza 650 días sin homicidios, esto luego de haber implementado un regimen de excepción para presuntamente combatir a las pandillas.
Fue en marzo de 2022 que el Gobierno central le solicitó a la Asamblea Legislativa imponer en todo el territorio nacional un Estado de Excepción para “combatir frontalmente” a las pandillas, luego de un repunte en los homicidios.
Desde que se implementó, se han capturado a más de 80 mil presuntos pandilleros; entre ellos a miles de personas inocentes, es decir, que nada tienen que ver con pandillas. De hecho, el Gobierno reconoce que ha dejado en libertad a más de 7 mil personas porque no se les encontró vínculos con las pandillas.
Pese a ello, el Gobierno propagandea de ser uno de los países más seguros de América Latina, ya que desde que Bukele asumió el poder, es decir, desde el 1 de junio de 2019 hasta el 28 de junio de 2024, se contabilizaban 650 días sin homicidios; solo en este año, según Casa Presidencial se registran 132 días sin muertes violentas. Hasta ese 28 de noviembre se llevaban 18 días consecutivos sin homicidios. Sin embargo, este 29 de junio se registró un homicidio en San Juan Opico, La Libertad; el presunto responsable fue capturado.
Sobre los 650 días sin homicidios, el ministro de Justicia y Seguridad, Gustavo Villatoro, dijo que en cinco años de gestión se “ha logrado rescatar a este país de una horda de asesinos seriales que tenía secuestrados a más 6.3 millones de salvadoreños, a quienes ahora les hemos devuelto la paz y la libertad que por años les fueron negadas”.
Esto se debe, según Villatoro “al liderazgo de Nayib Bukele y a sus efectivas estrategias de seguridad”, es por ello que, ahora “El Salvador es catalogado como el país más seguro del hemisferio occidental”.
En contraste, estos datos se ven opacadas por los múltiples señalamientos hacia el Gobierno por presuntamente haber negociado con las pandillas.
El régimen de excepción ha sido la herramienta para cambiar la percepción de seguridad de los salvadoreños, pues los pandilleros ya no se mantienen en las colonias que en algún momento eran controladas por las pandillas. Sin embargo, también se ha convertido en la herramienta estatal para violentar los derechos humanos, amenazar a las voces disidentes y generar temor en la sociedad.
