Por Alexandre Grosbois
La Habana/AFP/PL
Colombia dio un paso histórico este jueves en La Habana con un acuerdo para fijar las acciones que podrán fin al cruento conflicto armado entre el gobierno y la guerrilla de la FARC, que ha durado medio siglo.
En presencia de numerosos jefes de estado y del secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, el presidente colombiano Juan Manuel Santos y el jefe supremo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Timoleón Jiménez (Timochenko), y los países garantes, fue firmado al mediodía en La Habana un acuerdo que traza los pasos para el cese definitivo y bilateral de las hostilidades.
Igualmente asistirá el Presidente de la República Dominicana, en calidad de Presidente de la CELAC; el Presidente de El Salvador y los enviados especiales para el proceso de paz de los Estados Unidos y de la Unión Europea.
«Rumbo a La Habana a silenciar para siempre los fusiles. Sí a la Paz», escribió Santos en Twitter, al emprender este jueves su viaje a la isla.
El acuerdo es un paso decisivo que permitirá terminar en el corto plazo el fin del más antiguo conflicto bélico de América Latina, que oficialmente ha dejado más de 260.000 muertos, 45.000 desaparecidos y 6,9 millones de desplazados.
Por su parte, Timochenko destacó en esa red social que «nos alistamos para refrendar acuerdos», aunque «queda definir en qué momento entran en vigencia para en firme iniciar la construcción de la Paz».
A su llegada a La Habana, el presidente venezolano Nicolás Maduró calificó el pacto como «un paso gigantesco», porque «la paz en Colombia es la paz (…) de toda la región».
El acuerdo, anunciado el miércoles por los negociadores después de tres años y medio de pláticas en Cuba, constituye el último punto espinoso a resolver por las partes antes de la firma de una paz definitiva.
El texto, que define las principales modalidades del fin del conflicto, concierne igualmente «la dejación de las armas y las garantías de seguridad (para los rebeldes) y la lucha contra las organizaciones criminales (…) sucesoras del paramilitarismo», según indicaron las partes, sin ofrecer detalles.
Tampoco fijaron una fecha para la entrada en vigor del cese al fuego, aunque los enfrentamientos armados son cada vez más escasos desde el fin de las hostilidades decretado unilateralmente por las FARC en julio de 2015.
«Lo más probable es que el inicio del cese al fuego bilateral coincida con la firma final de los acuerdos, probablemente en agosto o septiembre», opinó Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el análisis de conflictos (Cerac).
Santos estimó el lunes que el diálogo de paz podría concluir el 20 de julio, fiesta nacional de Colombia, fecha que el ejecutivo y la guerrilla habían programado reunirse.
Timochenko se mostró menos entusiasta que Santos al advertir que la paz solo sería posible si los negociadores del gobierno «aprovechan los últimos minutos para conseguir lo que no han podido en 4 años de debate».
¿Una paz aparente?
Al cierre de nuestra edición se esperaba que durante la ceremonia de firma, los rebeldes revelen los términos de la desmovilización de sus cerca de 7.000 combatientes que deberán desplazarse a áreas de concentración.
Ya se anticipa que su desarme se realizará bajo la supervisión de una misión de la ONU.
Pero alcanzar la paz con las FARC no significará el fin total del conflicto militar en Colombia, donde aún resta llegar a un acuerdo con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y terminar con el accionar de las bandas criminales remanentes de grupos paramilitares, que persisten en desafiar al gobierno.
«Creo que la actividad del ELN sobre todo y Bacrim (bandas criminales) hace que todavía no se pueda hablar de un fin completo del conflicto armado. Será el fin del conflicto armado mas importante de Colombia, pero no de todos», dijo el analista del Grupo de Crisis Internacional para Colombia, Kyle Johnson.
Sin embargo, la esperanza es permitida si este acuerdo se conjuga con el anuncio de marzo último del próximo lanzamiento de un proceso de paz con el ELN, luego de mas de dos años de conversaciones preliminares confidenciales.
En las conversaciones abiertas con las FARC, que comenzaron en noviembre de 2012, ya se alcanzaron acuerdos parciales en el tema agrario, el tráfico de drogas, la reparación de víctimas (que incluye la aplicación de la justicia a los ex beligerantes) y la participación política de los rebeldes desmovilizados.
Las partes también llegaron recientemente a un acuerdo sobre el marco legal del acuerdo final de paz y el abandono del reclutamiento de menores por parte de la guerrilla.
El último punto en suspenso concierne al mecanismo de refrendación del acuerdo final de paz.
El presidente Santos se pronuncia por un referendo, mientras que los jefes de las FARC, después de haber exigido por mucho tiempo una asamblea constituyente, se declararon recientemente abiertos a una consulta popular, lo que permite a los observadores avizorar una pronta resolución de este último punto.
El acuerdo
Según los portavoces de ambas delegaciones, tal pacto incluye la hoja de ruta o términos para la dejación de armas -desarme de los guerrilleros- en determinadas zonas del territorio nacional, así como los lineamientos básicos sobre otras cuestiones igualmente cruciales como las garantías de seguridad para los insurgentes durante su etapa de desmovilización y reintegración a la vida civil.
Asimismo contiene el compromiso gubernamental de combatir las bandas criminales, incluidas las sucesoras del paramilitarismo, a las que responsabilizan con amenazas y agresiones contra defensores de derechos humanos, líderes comunitarios, indígenas y activistas de la izquierda.
Particularmente las dos primeras fases (silenciamiento de los fusiles y dejación de armas), serán supervisadas por una misión política coordinada y financiada por Naciones Unidas (ONU), la cual estará conformada por observadores de países latinoamericanos y caribeños.
Y pese a la complejidad de los dos procedimientos, expertos como el politólogo Ariel Ávila aseguran que transcurrirán bajo una verificación idónea y condiciones propicias para su efectividad.
La divulgación íntegra de cada uno de los convenios aclarará muchas de las dudas en torno a esas fases o decisiones encaminadas a terminar la larga confrontación bélica entre el Ejecutivo y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP).
Se trata de un paso histórico que permitirá poner punto final a una parte del viejo conflicto interno, el único del hemisferio occidental, (resta iniciar reuniones oficiales con el ELN), comentó a Prensa Latina el congresista Iván Cepeda, copresidente de la comisión de paz del Senado.
Aunque especialistas afirman que Colombia vive de facto un cese el fuego bilateral por las disposiciones adoptadas para reducir la intensidad de la contienda (pausa combativa mantenida por esos guerrilleros y suspensión de los bombardeos castrenses contra ellos), su declaración oficial favorecerá la permanencia de esa medida en el tiempo.
En opinión de analistas el combate contra las bandas criminales, con énfasis en las paramilitares, constituye igualmente otra de las cuestiones claves para blindar el proceso de paz, ante la amenaza que representan esos grupos.
Los colombianos recuerdan aún el genocidio político sufrido por el partido Unión Patriótica (UP), décadas atrás, cuando perdió a más de cinco mil de sus integrantes.
La UP surgió justo de un fallido proceso pacificador entre el presidente Belisario Betancur y las FARC-EP.
De momento los ciudadanos aguardan por el comienzo del evento organizado este jueves en Cuba para explicar a la opinión pública el contenido del acuerdo sobre el fin del conflicto.
Frente a una pantalla gigante situada en la intersección de las céntricas avenidas Séptima y Jiménez, los bogotanos podrán ver el desarrollo de los acontecimientos en la capital cubana, simultáneamente el Canal Institucional, perteneciente al Sistema Informativo del Gobierno, transmitirá en vivo la ceremonia.
Dificultades en Colombia
El éxito reciente no es resultado sólo del esfuerzo del Ejecutivo y las FARC-EP sino fruto del apoyo de muchos sectores de la sociedad así como de la comunidad internacional, insistió Cepeda en diálogo con Prensa Latina.
Luego de agradecer la solidaridad mundial, el parlamentario destacó de manera especial la contribución de Cuba y Noruega, países garantes del proceso, y de Venezuela y Chile, acompañantes.
Es por eso que varios mandatarios latinoamericanos decidieron presenciar el trascendental momento en Cuba, junto al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y otras personalidades quienes colaboran con las gestiones a favor de la distensión.
Resueltos ya otros acápites de la agenda como el de la reforma rural integral, participación política, combate contra el tráfico ilícito de drogas y víctimas, los equipos de negociadores deberán concentrarse a partir de ahora en el tema final, el cual contempla la refrendación e implementación de todo lo concertado.
De manera que el reto inmediato será conseguir cerrar esos puntos e impulsar la campaña para que el pueblo diga Sí a la paz, mediante el mecanismo de validación finalmente escogido, motivo de debate en la mesa de encuentros, comentó el investigador León Valencia.
Y aunque la extrema derecha, liderada por el expresidente Álvaro Uribe, comenzó ya a recolectar firmas a fin de rechazar los pactos en Cuba; el Ejecutivo, plataformas de izquierda y otros sectores simpatizantes de las conversaciones promueven un movimiento ciudadano con el objetivo de respaldar los acuerdos derivados de dichos ciclos de reuniones y su ejecución en el período posbélico.
Tal experiencia (los diálogos de paz) podría servir como antecedente o lección para las futuras citas formales con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), involucrado igualmente en la conflagración, la cual ha dejado unos 300 mil muertos.
Sin el ELN la paz de Colombia será incompleta, subrayó Cepeda.
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