Por Maxime Popov/Maya Gebeily
Astaná/AFP
Las primeras negociaciones de paz entre emisarios del presidente sirio Bashar al Asad y los rebeldes empezaron este lunes en Astaná con el gobierno de Damasco insistiendo en la creación de un «proceso político» y los rebeldes reclamando que terminen «las operaciones¡ militares».
Estas conversaciones se producen en un nuevo contexto en Siria en los últimos meses, tras la decisiva intervención militar rusa en apoyo del gobierno y la progresiva pérdida de influencia de Washington.
El resultado fue que las tropas sirias recuperaron a fines de 2016 el control total de Alepo, la segunda ciudad del país, obligando a los rebeldes a aceptar un alto el fuego negociado por Rusia, aliado de Damasco, y Turquía, apoyo de los rebeldes.
Además, ahora ya ni se plantea el tema de la salida del poder de Asad.
Las negociaciones comenzaron al mediar la mañana en el hotel Rixos de Astana, pero a último minuto, los rebeldes finalmente escogieron no hablar directamente con los representantes del gobierno, aunque están todos sentados alrededor de una gran mesa.
Luego de una pausa, las discusiones en piezas separadas se reanudarán: los rebeldes indicaron a la AFP que se entrevistarían con los turcos y los emisarios del gobierno con los rusos, éstos y aquellos se reunirán luego.
Estas negociaciones son las primeras entre Damasco y los jefes rebeldes con varios miles de combatientes bajo sus órdenes y con control efectivo de territorio sirio. La oposición política se limita esta vez a un rol de consejera.
Las dos partes afirmaron en sus declaraciones iniciales que esperaban antes que nada que se refuerce el alto el fuego instaurado el 30 de diciembre en Siria tras una mediación ruso-turca que tuvo como consecuencia la reducción de la violencia, a pesar de violaciones regulares de la tregua.
La delegación rebelde insistió en «el cese de las operaciones militares» en Siria y en la mejora del ingreso de la ayuda humanitaria para la población civil, según Osama Abu Zeid, uno de los portavoces.
Los rebeldes también pidieron que las milicias iraníes, lideradas por el Hezbolá, que combaten junto a las tropas de Bashar al Asad, así como los combatientes kurdos del Partido de la Unión Democrática (PYD), sean designados como «grupos terroristas».
El jefe de la delegación de Damasco, el experimentado Bashar Jaafari, insistió por su parte en la creación de un «proceso político» para resolver el conflicto y una separación estricta entre rebeldes y yihadistas de la organización Estado Islámico (EI) y Fatah al Sham (ex frente Al Nosra, Al Qaida en Siria).
Pero, advirtieron los rebeldes, de fracasar estas negociaciones «no tendremos otra opción que seguir combatiendo», dijo Osama Abu Zeid.
Vigilancia del alto el fuego
Por su parte, el enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, que oficia de mediador entre los dos bandos en Astaná, llamó a la creación de un mecanismo de vigilancia y de implementación del alto el fuego en el terreno.
«En el pasado no lo teníamos y es la razón por la que fracasamos» en solucionar el conflicto, declaró, saludando toda iniciativa que apunte a «reforzar la confianza» entre las dos partes.
Los rebeldes apoyan esta propuesta. Este mecanismo y el ingreso de ayuda humanitaria serían «una base fuerte que podría continuar en Ginebra», en donde deben comenzar el 8 de febrero negociaciones políticas bajo el paraguas de la ONU, precisó un portavoz rebelde, Yehya al Aridi.
La tregua es frágil. Los rebeldes reprochan a las fuerzas gubernamentales que continúen combatiendo cerca de Wadi Barada, zona clave para el suministro de agua potable de la capital siria, Damasco.
La noche del domingo los combates continuaron en esa zona, así como en la región de Damasco, en donde el ejército sirio reanudó el sitio de Madaya, ciudad bajo control rebelde cerca de la frontera libanesa, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Además, según la misma fuente, nueve civiles murieron el domingo en ataques de la aviación del gobierno en la provincia de Homs.
En paralelo, los cazabombarderos rusos de largo alcance bombardearon por segunda vez en tres días las posiciones del grupo Estado Islámico en Deir Ezzor, en el este de Siria, según el ejército ruso.
Los yihadistas de Estado Islámico, así como los de Fatah al Sham, son considerados como «terroristas» y están por lo tanto excluidos del proceso de Astaná.