Por Karam Al Masri/Sara Hussein
Alepo/Beirut/AFP
Las fuerzas del gobierno sirio, apoyadas por combatientes extranjeros, continuaban avanzando el jueves hacia los últimos barrios rebeldes de Alepo, cuya conquista total representaría «un giro importante en la guerra», según el presidente Bashar al Asad.
Fortalecido por sus últimos éxitos militares y por el apoyo crucial de rusos e iraníes, el gobierno sirio ha rechazado los llamamientos a un cese el fuego y quiere hacerse con el control total de la segunda ciudad del país, una toma que supondría su mayor victoria desde el inicio del conflicto en 2011.
Rusos y estadounidenses, que apoyan respectivamente a Al Asad y a la oposición, no consiguieron ponerse de acuerdo sobre Alepo, mientras los civiles, sitiados desde hace cuatro meses, se ven sometidos a una lluvia de fuego ininterrumpida y a una carestía total de alimentos, medicinas y productos básicos.
Los jefes de la diplomacia estadounidense, John Kerry, y ruso, Serguei Lavrov, no lograron ningún avance tras dos breves encuentros informales en Alemania.
«No hubo progresos ni conclusiones en Alepo», dijo un responsable estadounidense, una día después de que seis países occidentales, incluyendo a Estados Unidos, solicitaron un «alto el fuego inmediato».
Frente al avance fulgurante de las tropas del gobierno, inmersas desde el 15 de noviembre en una ofensiva destructora, los rebeldes se han visto arrinconados en los últimos sectores sur de la parte oriental de Alepo, con decenas de miles de civiles atrapados en medio de los combates.
Violentas explosiones
El corresponsal de la AFP vio, en el barrio rebelde de Kalasé, a la gente huir, aterrorizada, tras la caída de un barril de explosivos en plena calle.
La televisión pública retransmitía imágenes en directo de la periferia del barrio rebelde de Bustan Al Qasr, donde se oían violentas explosiones.
Los bombardeos contra los barrios rebeldes eran tan fuertes que los cristales de un hotel en la parte occidental, prorgobierno, vibraban, constató una periodista de la AFP.
Tras retomar los barrios de la ciudad vieja, el ejército, apoyado en tierra por combatientes iraníes y del Hezbolá libanés, sigue avanzando y controla más del 80% de los barrios rebeldes del este de Alepo, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Los rebeldes replicaban con decenas de cohetes contra los barrios gubernamentales del oeste de esta ciudad septentrional, otrora capital económica del país.
«Es cierto que Alepo será una victoria para nosotros (…) Será un gran paso hacia el fin» del conflicto y supondrá «un giro importante en la guerra», afirmó Al Asad en una entrevista con el diario sirio Al Watan.
Alepo es el principal frente en este conflicto, que ha dejado desde 2011 más de 300.000 muertos y obligado a más de la mitad de la población a abandonar sus hogares.
Asediados, los grupos rebeldes, que ocupan los barrios orientales desde 2012, llamaron a un alto el fuego inmediato de cinco días y a la evacuación de civiles.
En los sectores en manos de la oposición al gobierno en Alepo, «decenas de miles de niños se han convertido en objetivos fáciles» y «el número de víctimas sube de forma exponencial», alertaba Sonia Khush, directora de Save the Children. «La gente camina por las calles sin nada más que algo de ropa para protegerse del frío», añadió, denunciando la inacción internacional.
Ayuda crucial de Rusia
En la noche del miércoles, cerca de 150 civiles, la mayoría enfermos, heridos o discapacitados, fueron evacuados de un centro médico en esa zona, anunció el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Once personas murieron en establecimiento.
La intensidad de los combates ha acelerado el éxodo de la población: 80.000 personas han huido del este de Alepo desde el 15 de noviembre según el OSDH.
En sentido contrario, multitud de habitantes, cargados con maletas y bolsas, volvían a sus casas entre las ruinas del Casco Viejo de Alepo, según un fotógrafo de la AFP.
Desde el inicio de la ofensiva el 15 de noviembre, 384 civiles, entre ellos 45 niños, han muerto en los barrios del este de Alepo, y 105 más en el sector gubernamental, según el Observatorio.
Rusia interviene militarmente en Siria apoyando al gobierno desde septiembre de 2015 y gracias a Moscú, Al Asad ha logrado invertir la situación frente a los rebeldes.
Impotente, la oposición siria en el exilio acusó en un comunicado a la comunidad internacional de faltar a su responsabilidad, frente a un «baño de sangre» en Alepo.