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Golpe de estado en Bolivia, es un golpe a la democracia en América Latina

Licenciada Norma Fidelia Guevara de Ramirios

Los golpes de Estado y las autoproclamaciones presidenciales constituyen un veneno contra la democracia, son estimulados desde fuerzas imperialistas que pretenden la dominación política de nuestras sociedades, y la apropiación de las riquezas de nuestros países.

Hace unos años creíamos que los golpes de estado eran cosas del pasado, que se abría una época nueva en la que las diferencias políticas y la definición sobre quién debe gobernar un país se resolverían democráticamente con la voluntad de cada pueblo; que los conflictos internos bajo modalidades de lucha armada se resolverían mediante el diálogo y la negociación en la que unos y otros pondrán su parte para alcanzar paz y prosperidad.

En 2009, en nuestro querido país se lograba superar la idea de que un gobierno de derecha jamás permitiría ganar una elección a la izquierda, y si lo hacía, no le entregaría el gobierno; superamos ese mito y el FMLN ganó dos veces la Presidencia de la República. En 2006, los pueblos de nuestra América vieron con enorme júbilo la llegada de un líder indígena a la Presidencia de Bolivia; antes a un sindicalista en Brasil; vimos a mujeres fuertes ganar dos veces la primer magistratura en Chile, Brasil y Argentina; en 1998 habíamos visto algo que parecía imposible a un líder militar que hacía revivir el pensamiento de Simón Bolívar, emprendía una transformación de su país y de los conceptos de la cooperación e integración latinoamericana.

Todas estas señales esperanzadoras hacían ver que la democracia podría dejar de ser vista solo como un acto de elegir a gobernantes, que puede ser acompañada de políticas nuevas de inclusión social, de transformación de la arquitectura de los Estados, de la capacidad constituyente de países como Venezuela, Ecuador y Bolivia de dar sustento constitucional a sus procesos de cambio, de luchar con éxito contra el flagelo de la deuda externa.

Pero todo cambio en bien de mayorías tiene sus enemigos; el fantasma del golpe apareció en 2002 en Venezuela, luego en 2009 en Honduras, le siguió Paraguay, las formas nuevas de golpe se recrearon por los imperialistas y sus eternas entidades de conspiración, donde no servían los militares, lo hace el poder judicial, los parlamentos; sin embargo, se llegó a creer que en un país con todos sus indicadores sociales, económicos y suficiente fuerza política como la que mostraba Bolivia serían procesos más sólidos.

Ahora con el golpe de Estado al presidente Evo Morales en Bolivia, queda claro que para los afanes de dominación imperialistas siempre habrán grupos oligárquicos para amenazar y golpear la democracia cuando va más allá del voto, la democracia que distribuye riqueza, que da voz y poder a la ciudadanía, que fortalece lo público para bien de todos.

El golpe de Estado en Bolivia nos enseña el racismo, el pensamiento y conducta fascista de los títeres del imperialismo en Bolivia. La saña de historia universal de la violencia, la tortura, también nos enseña la reserva moral y la fuerza política de los sujetos sociales del cambio en ese hermano país como son los movimientos sociales, los indígenas que buscan afanosos hacer retroceder el golpe.

La autoproclamada presidente exhibe su odio cuando dice que la ciudad no es para los indios, que se vayan para el altiplano o al Chaco, en una sociedad mayoritariamente indígena. ¿Cuál respeto a la Constitución de una Bolivia Plurinacional?

Evo Morales y el MAS, el pueblo revolucionario boliviano produjo un innegable cambio: dejó de ser uno de los países más pobres y pasó a ser el de mayor crecimiento en América Latina, su PIB creció 400 % en estos años, recuperó su soberanía expulsando ocho bases militares de EE. UU, nacionalizó el gas, proclamó como derecho humano al agua, desarrollaron doce fábricas de litio, veintiocho fábricas textiles y facilitó la organización de más de 12,000 cooperativas; lo más grande puso fin a la discriminación de la mayor parte de la población, le dio poder político a las mujeres, sacó al país del analfabetismo y más.

Más claro no puede estar el hecho de que los golpistas, militares, policías y grupos cívicos son simples instrumentos de una oligarquía que quiere entregar las riquezas naturales a las empresas del imperialismo y desmontar la Bolivia Nueva, plurinacional, incluyente y democrática. Esto debe ser leído correctamente por los gobiernos progresistas que con lealtad a sus pueblos se empeñan en proveer justicia en soberanía.

El presidente Morales, el vicepresidente García Linera, el MAS y los movimientos que buscan hacer retroceder el golpe de estado merecen nuestra admiración y solidaridad.

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