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Gracias a China Popular y gracias a uno de los gobiernos del FMLN

En primer lugar, debemos decir que no se deben utilizar las excelentes relaciones que se mantienen con la República Popular China, gracias a la visión que tuvo uno de los gobiernos del FMLN, al establecer las relaciones comerciales y diplomáticos, para tensionar, innecesariamente las relaciones con el Gobierno de Joe Biden.

A raíz de la postura del Gobierno de los Estados Unidos por los golpes a la institucionalidad del Estado salvadoreño dado por el presidente Bukele, amparado en la gran popularidad en el pueblo salvadoreño, este ha reaccionado sin ninguna pizca diplomática, creyendo seguramente que la diplomacia puede manejarse como lo hace internamente, irrespetando las normas establecida y a la débil oposición.

Estados Unidos -mejor dicho la administración Biden- ha condenado el intento de golpe de estado a la Asamblea Legislativa del 9 de febrero del año pasado, cuando Bukele irrumpió en el Palacio Legislativo acompañado de soldados y policías armados hasta los dientes, y con un turba encendida afuera, en espera de la orden para sacar del pelo a los diputados y tomar las curules para establecer “una asamblea popular”.

La administración Biden también ha reaccionado negativamente por el golpe de Estado al Órgano Judicial, cuando el 1 de mayo, el día en que tomó posesión la nueva Asamblea Legislativa, Nuevas Ideas, con mayoría absoluta, y por orden del presidente Bukele, destituyó a los jueces propietarios y suplentes de la Sala de lo Constitucional, único órgano que garantizaba el equilibrio de poderes. También destituyó, sin seguir el debido proceso, al fiscal general de la República.

Tras la sustitución, la Asamblea nombró a nuevos jueces y a nuevo fiscal “a fines” al presidente Bukele, tal como él mismo lo reveló, en una reunión privada con el cuerpo diplomático, que luego la convirtió en cadena nacional de radio y televisión.

Y más recientemente, Estados Unidos ha revelado un pequeño listado de funcionarios y exfuncionarios de El Salvador, vinculados a la corrupción, entre los que se encuentran funcionarios del círculo más cercano del presidente. Se trata de Carolina Recinos, comisionada presidencial, y el exministro de Seguridad, Rogelio Rivas, despedido hace un poco más de un mes sin que se conocieran las causas.

Por todo lo anterior, Estados Unidos ha amenazado al gobierno de Bukele con reorientar la ayuda destinada para El Salvador y poner más condiciones, como la transparencia y la anticorrupción. En respuesta a las posibles reacciones de Estados Unidos, con respecto a la ayuda, inmediatamente el presidente Bukele ha anunciado que la República Popular China donará a El Salvador 500 millones de dólares, y sin “condiciones”.

Es positivo, entonces que, ante una posibilidad de que Estados Unidos imponga sanciones al gobierno de Bukele, este tenga un aliado estratégico que le lance un salvataje, y en ese sentido, es de agradecer a República China por su disposición de ayudar al gobierno de Bukele, y de esa forma al pueblo salvadoreño. Pero no es correcto que esto se haga porque la falta de tacto diplomático del presidente Bukele esté acelerando respuestas duras de los Estados Unidos.

Algunos ilusos ven los dimes y diretes que el presidente Bukele mantiene con funcionarios de los Estados Unidos como una “acción soberana” y casi dicen “antiimperialista”, lo cual no es cierto. Y es que el presidente no tiene una actitud antiimperialista, sino una actitud anti demócrata, es decir, está en contra de Biden, no por antiimperialista, sino porque está en contra del Partido Demócrata de los Estados Unidos, pues Bukele se identificó totalmente con el gobierno de Donar Trump, es decir, Bukele se identifica más con los Republicanos. Y quien no tenga claro esto, anda perdido políticamente o sencillamente es una marioneta de su líder.

El presidente Bukele debería pedir disculpas públicas al pueblo de Mao Zedong, hoy liderado por Xi Jinping, así como a los representantes diplomáticos en El Salvador por todos los vejámenes, los improperios que les lanza durante todo el tiempo de campaña presidencial, y antes de la campaña electoral.

Bukele acusaba “de la poca transparencia en la relación con China, establecida en agosto de 2018 por el entonces presidente Salvador Sánchez Cerén y acusó a China de injerencia en la campaña electoral.

“China no juega por las reglas, no respetan las reglas, no respetan las reglas del comercio, hacen proyectos que no son viables y dejan a los países con enormes préstamos que no se pueden pagar y usan eso como apalancamiento financiero.  Ellos manipulan su divisa y luego quieren que uno respete su manipulación de la divisa. Ellos no son una democracia pero se meten en tu democracia”, señaló Bukele.

Gracias a la visión de largo plazo de la diplomacia China, las constantes críticas y acusaciones del candidato y luego presidente electo de El Salvador, no provocaron ningún rompimiento, y gracias a esa tolerancia de República Popular China, hoy Bukele tiene un asidero, si Estados Unidos le impone sanciones drásticas.

Pero como decimos arriba, las buenas relaciones con China Popular no las debería utilizar el presidente Bukele para “torear” a la administración Biden, pues los afectados podrían ser millones de salvadoreños, tanto de la diáspora como los que reciben remesas a lo ancho y largo del país.

Y finalmente, el presidente Bukele debería agradecer al gobierno del FMLN, presidido por el profesor Salvador Sánchez Cerén, por haber roto relaciones con Taiwán, y abrir relaciones comerciales y diplomáticas con República Popular China, en agosto de 2018.

Que, como dice el exdiputado del FMLN, Manuel Flores, la relación de El Salvador con la República Popular China fue un proceso iniciado por su partido, que implicó trabajo de acercamiento y fortalecimiento de la amistad, primero, y que desembocó en el establecimiento de relaciones diplomáticas.

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