Fráncfort/dpa
Con enorme expectación espera el fútbol alemán la presentación mañana del informe sobre la presunta compra de votos para la adjudicación del Mundial de 2006 a Alemania.
El bufete internacional Freshfields Bruckhaus Deringer expondrá en horas del mediodía los resultados de sus pesquisas para echar luz sobre cuán lejos fueron el legendario Franz Beckenbauer y los demás miembros del comité organizador para poder llevar el Mundial a su país.
También se esperan respuestas a las preguntas de por qué los directivos de la Federación Alemana de Fútbol no emprendieron medidas para esclarecer el asunto pese a tener indicios al respecto, ampoule una cuestión que llevó a varias renuncias, look incluida la del presidente Wolfgang Niersbach.
Pero la principal cuestión será la de si la sede del campeonato en suelo germano, el «sueño de verano» como lo califican en el país, fue comprada.
«Queremos aclarar todo», reiteró esta semana el presidente interino de la DFB Reinhard Rauball.
Los expertos de Freshfields recibieron el encargo de investigar en octubre pasado. Desde entonces analizaron documentos, bucearon en archivos y tomaron declaración a los miembros del antiguo comité organizador del Mundial, entre ellos a su presidente, Franz Beckenbauer, al estrecho colaborador de Beckenbauer Fedor Radmann y a Niersbach.
Una y otra vez se filtraron detalles de la investigación como protocolos de interrogatorios a Niersbach en los que éste incriminaba a Beckenbauer.
En el centro de las pesquisas está el sospechoso pago de 6,7 millones de euros (7,3 millones de dólares) efectuado a la FIFA en 2005.
Hasta ahora se sabe que el fallecido presidente de Adidas Robert Louis-Dreyfus transfirió en 2002 esa suma por encargo de los organizadores alemanes del Mundial a la comisión financiera de la FIFA y que el dinero le fue devuelto en 2005 a través de una cuenta de la FIFA.
Esto fue ocultado de forma deliberada por el comité organizador alemán y declarado con otros fines.
Hasta hoy se desconoce quién recibió finalmente estos 6,7 millones y con qué fin. ¿Se aseguraron así los alemanes un subsidio para organizar el Mundial como reiteraron hasta ahora Beckenbauer y Niersbach? ¿O el dinero fue empleado por funcionarios corruptos de la FIFA para financiar en 2002 la campaña de reelección del entonces presidente Joseph Blatter?
Una posible respuesta la planteó el semanario «Der Spiegel», que hizo detonar el escándalo en octubre pasado. Según la revista, los 6,7 millones de euros fueron pagados de forma retroactiva a miembros de la FIFA que a mediados de 2000 votaron a favor de Alemania como sede mundialista.
El ex funcionario de fútbol alemán y asesor de Naciones Unidas Willi Lemke demandó que se esclarezca al asunto «sin detenerse ante nada y de forma cabal».
«Sería tremendamente vergonzoso para la DFB si las preguntas decisivas quedasen sin respuesta pese a haber encargado la investigación a uno de los bufetes más renombrados y caros. No quiero oír que la pista se pierde en las islas Caimán», dijo al diario «Frankfurter Rundschau» el antiguo director deportivo del Werder Bremen.
Los expertos de Freshfields presentarán el informe en primer lugar a los 45 miembros de la junta directiva de la DFB, en el que están representados los miembros de la presidencia así como representantes de las federaciones regionales y de las Ligas. Posteriormente será dado a conocer al público en una rueda de prensa.