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Grecia espera un balón de oxígeno financiero de Bruselas y del BCE

Por Estelle Peard/Marie Julien

Fráncfort/Berlín/AFP

Atenas esperaba un balón de oxígeno financiero de Bruselas y del BCE, sovaldi que se reúne este jueves, find tras el aval parlamentario en Grecia a las primeras reformas exigidas por los acreedores.

«El acuerdo griego está aprobado, ahora la atención se centra en el Banco Central Europeo (BCE)», resumían los analistas de UniCredit.

Alexis Tsipras logró el miércoles por la noche la aprobación de las primeras reformas exigidas por los acreedores a Grecia con el objetivo de obtener un nuevo plan de ayuda, a costa de numerosas renuncias en las filas de su partido, Syriza.

El voto del parlamento era la condición sine qua non para continuar un proceso que debería concluir con la firma en unas semanas de un nuevo plan de ayuda de en torno a 82.000 millones de euros a Grecia, con la posibilidad de una reestructuración de la deuda, aún por discutir.

Pero Atenas, que ya se encuentra en suspensión de pagos ante el Fondo Monetario Internacional, necesita liquidez urgentemente para responder a otros vencimientos de préstamos, entre ellos uno de 4.200 millones de euros al BCE el 20 de julio.

La cuestión de una financiación temporal, antes del nuevo plan, debía ser abordada en una conferencia telefónica de los 19 ministros de Finanzas de la zona euro que debía comenzar a las 08H00 GMT.

Disensiones en la Unión Europea

La Comisión Europea presiona para que se recurra a un fondo del conjunto de la Unión Europea, pero esta opción, entre otras sobre la mesa, provoca fuertes reservas en varios Estados, entre ellos Gran Bretaña, que no quiere intervenir en problemas de la zona euro.

En Fráncfort, el presidente del BCE Mario Draghi responderá a partir de las 12h30, en una rueda de prensa que ya estaba prevista, a las preguntas sobre las modalidades que se contemplan para un financiamiento provisional a Grecia.

Una de las opciones es la utilización de los intereses generados por un antiguo programa de recompra de activos del BCE, que se elevan a más de 3.000 millones de euros.

Aunque se niega a comprometerse políticamente en las discusiones, la institución monetaria europea tiene desde hace semanas la llave para mantener a flote a Grecia, con las ayudas de urgencia concedidas a los bancos helenos (ELA).

Estos préstamos, el último recurso financiero de las entidades griegas, cerradas desde el 29 de junio, se elevan actualmente a 89.000 millones de euros.

«Tras el voto griego, el BCE probablemente aumentará un poco el techo de los préstamos de urgencia a los bancos griegos, preparando el terreno para una eventual reapertura de los bancos, quizá la semana que viene», opinó Holger Schmieding, economista de Berenberg.

Schäuble ve imposible una quita

Paralelamente, el acuerdo alcanzado el lunes en Bruselas tras una larga negociación continuará su recorrido ante varios parlamentos europeos, cuyo aval es necesario en ciertos casos antes del lanzamiento oficial de las discusiones sobre esta nueva ayuda financiera de tres años.

Después del amplio consenso obtenido en el parlamento francés el miércoles, el jueves deberán votar las cámaras de otros países más reticentes, como Filandia.

Los diputados alemanes se pronunciarán el viernes sobre el rescate en una votación que se espera positiva, pese a que la canciller Angela Merkel se enfrenta una oposición creciente entre las filas conservadoras.

En Alemania, la cuestión de la reducción de la deuda de Grecia, que alcanza el 180% de su PIB, es particularmente delicada.

El Fondo Monetario Internacional, acreedor de Grecia junto con Bruselas y el BCE, publicó el martes un explosivo documento en el que parecía condicionar su participación en un futuro programa de ayuda a un alivio de la deuda griega por parte de los europeos, ya fuera en forma de prolongación de los plazos de devolución, o bien mediante una quita pura y simple, una opción inimaginable para Berlín.

«Una verdadera anulación de la deuda es incompatible con el hecho de pertenecer a la unión monetaria», concluyó el ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schäuble, despertando de nuevo el espectro de un «Grexit».

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