Por Paulina Abramovich
Santiago/AFP
Un grupo de 66 refugiados sirios, entre ellos 32 niños, arribó a Chile, donde se harán «todos los esfuerzos posibles», según el gobierno, para que comiencen una nueva vida lejos de la cruda guerra civil que asola su país.
Tras un viaje de 24 horas, que se inició en el Líbano, los refugiados fueron recibidos en el Aeropuerto Internacional de Santiago por la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, quien les dio la bienvenida al país que ya acoge a una de las mayores colonias de palestinos en el mundo.
«Nuestro deseo es que comiencen poco a poco a dejar atrás el miedo, el dolor y la incertidumbre (…) y que encuentren en nuestro país una tierra que los reciba con amistad, buena voluntad, para que puedan reconstruir su historia y hacer crecer sus familias en paz», dijo la mandataria, rodeada de las familias refugiadas, muchas con bebés en brazos.
Las 66 personas conforman 14 familias, provenientes de ciudades sirias como Alepo, Damasco y Edlif. De ellos, 32 son niños: el más pequeño de apenas tres meses de vida. Todos comenzarán sus nuevas vidas en la comuna de Macul, en Santiago, y en Villa Alemana, en el vecino puerto de Valparaíso, donde serán recibidos en viviendas amobladas.
Los niños se integrarán al sistema escolar a partir de marzo de 2018 (cuando arranca el próximo año escolar en Chile), mientras que los adultos recibirán clases de castellano y cursos de capacitación en diferentes oficios.
Según describió Bachelet, en el grupo hay sastres, joyeros, dueñas de casa y técnicos en aire acondicionado, entre otros oficios.
Una de las 15 familias seleccionadas inicialmente, desistió en el último momento de venir al país sudamericano, según dijo Alfredo del Río, coordinador general del Programa de Reasentamiento.
Grupo diverso
En agosto de 2017, una delegación del gobierno de Chile y representantes de ACNUR (la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados) viajaron al Líbano a entrevistar familias que habían sido previamente seleccionadas, bajo criterios como sus perspectivas de integración en el país, aspectos de seguridad y de diversidad religiosa y cultural.
Según la información oficial, el grupo está compuesto por cristianos maronitas, cristianos católicos, musulmanes suníes, yazeríes e ismalíes. Desde el punto de vista étnico, lo componen kurdos, armenios y árabes.
Todas las familias llevaban viviendo en el Líbano al menos dos años, en lugares como el Monte de Líbano, en Beirut, el Valle de Bekkaa, en las cercanías a la frontera con Siria, y Trípoli, en el norte de ese país.
En 2008, Chile también recibió a 117 palestinos que vivían en Irak y quienes actualmente ya se han nacionalizado.
La comunidad siria en Chile está conformada por unas 80.000 personas mientras que la palestina alcanza las 300.000 personas, convirtiéndose en la más numerosa fuera de los territorios ocupados.
Inicialmente, el gobierno de Bachelet había planteado la intención de acoger a un grupo cercano a 150 refugiados sirios, una cifra que poco a poco se fue recortando hasta las 66 que arribaron este jueves y cuyo costo de manutención, valorado inicialmente en unos 2,5 millones de dólares, correrá por cuenta del estado chileno y organizaciones extranjeras.
Más de 600.000 sirios desplazados a causa de la guerra regresaron a sus hogares entre enero y julio de 2017, según reportes de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
El 84% de los 602.759 sirios eran desplazados internos, que habían huido de su ciudad pero no habían abandonado el país, señaló la OIM.
El otro 16% son sirios que se habían refugiado en los países fronterizos como Turquía, Líbano, Jordania e Irak y regresaron al país, indicó la OIM.