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Guerra, pulsión y violencia bajo el capitalismo

Por Marlon javier López y Luis Guzmán

Karl Marx ha mostrado las entrañas del capitalismo: qué provoca y cuál es su rumbo, pero muy importante, señaló en el Manifiesto del Partido Comunista, cómo “el motor de la historia es la lucha de clases” como desenlace estratégico a este sistema explotador.

En el siglo XX, Francisco Bergoglio lanzó desde los 80s, fuertes críticas al sistema capitalista, señalándole como: salvaje, injusto, creador de pobres, precariedades y esclavitudes por su insaciable codicia.

Y ¿qué tenemos hoy? ¿Adónde hemos llegado? ¿Qué le espera a la humanidad al ritmo que vamos?

Los políticos de EEUU y los políticos alineados a ellos, como útiles títeres de los grandes capitalistas multinacionales, siguen encontrando en su estrategia, la guerra como táctica geopolítica para adueñarse de recursos necesarios a su acumulación de riqueza y reproducción de capital: Libia, Iraq, Afganistán, Siria, Ucrania, Bolivia, Chile, Ecuador, Colombia.

De alguna forma, ¿los políticos estadounidenses, habrán considerado los graves riesgos nacionales a que se enfrentan, si continúan con este neocolonialismo?: desgaste presupuestario, vertiginosa caída de las reservas energéticas, colapso económico local, inventario de reservas militares en caída libre y la amenaza nuclear con resultados apocalípticos.

Al parecer, esto no detiene al gran capital, para ellos es el riesgo mercantil y se mentalizan siempre en las multimillonarias ganancias y acumulación de más riqueza en pocas manos: la industria armamentista y los recursos apropiados o confiscados al Estado sometido mediante la guerra.

En algún lapsus de su enfermiza mentalidad, los políticos norteamericanos ¿habrán considerado la conciencia ciudadana en contra de la política guerrerista de demócratas y republicanos, con la consecuente convulsión social?

Mientras esos temores se disipan, los estrategas de la CIA, Pentágono, Congreso y Casa Blanca, le dan continuidad a los “golpes suaves en Latinoamérica”, puesto que podrían rebelarse a sus intereses, además poseen enormes recursos económicos, apetecibles por las multinacionales. Es decir, la participación de efectivos militares EEUU es tan mínima, que no se percibe o estratégicamente, se oculta.

En lo que sigue analizaremos la profunda relación entre la guerra, la violencia y el capitalismo. Haremos primero una reflexión teórica a partir del pensamiento del psicoanalista Jaques Lacan en torno a la naturaleza de la pulsión. Este concepto nos ayudará a comprender las fuerzas humanas que se esconden tras la locura capitalista. Posteriormente abordaremos la relación entre el capitalismo, la guerra y la violencia.

Lacán, la pulsión y el desenfreno capitalista

El análisis psicoanalítico de Jacques Lacan da cuenta de las dinámicas socioeconómicas del capitalismo avanzado, en particular de la relación entre la pulsión y la guerra imperialista. El concepto de pulsión es uno de los pilares de su teoría psicoanalista manifestándose como una fuerza que trasciende las demandas inmediatas y que perpetuamente se resiste a la mera satisfacción que otorga la obtención de un objeto definido (Lacan, 1998).

El capitalismo, en su fase más avanzada, se caracteriza por su afán de acumulación constante de capital y recursos. El capital es una fuerza que se multiplica a sí misma mediante la inversión y la obtención de ganancias, se traduce en la lógica de una expansión sin límites. Dicha búsqueda insaciable de acumulación, inherente al capitalismo, se asemeja a la pulsión en la medida en que ambas se dirigen hacia un impulso infinito insaciable. En el caso del capitalismo, esta pulsión se manifiesta en la guerra imperialista como un medio de adquirir nuevos recursos y mercados, perpetuando un ciclo de acumulación interminable (Lenin, 1977).

Lacan argumenta que la pulsión va más allá del mero deseo consciente; es una fuerza fundamental que impulsa al individuo. Esta fuerza, al igual que la guerra imperialista, es intrínsecamente insaciable, ya que nunca puede ser completamente satisfecha (Lacan, 1998). La pulsión está conectada con el concepto de «goce» en Lacan, una búsqueda perpetua de satisfacción que nunca alcanza la plenitud y que no solo va ligada al placer que se deriva de la obtención del objeto deseado, sino también al dolor. En un contexto imperialista, esta búsqueda de satisfacción se traduce en la expansión de territorios y recursos, que se perciben como necesarios para alimentar el motor capitalista.

La relación entre la pulsión y la guerra imperialista se acentúa al considerar el concepto de pulsión de muerte. En el psicoanálisis, la pulsión de muerte representa una fuerza destructiva presente en todos los seres vivos, que se manifiesta en la repetición compulsiva de ciertos patrones de comportamiento (Lacan, 1992). En el ámbito imperialista, esta pulsión de muerte se observa en la repetición interminable de conflictos bélicos, donde las potencias imperialistas buscan mantener y expandir su dominio a través de la violencia y la subyugación.

Adicionalmente, el objeto «a» en la teoría lacaniana, como objeto parcial e inalcanzable, encuentra una correlación en la búsqueda de territorios y recursos en el imperialismo. El capitalismo, en su búsqueda constante de adquirir y controlar más, se asemeja a la pulsión que nunca alcanza la plenitud en su deseo. El objeto «a» es un símbolo de lo que siempre se escapa y se busca de manera perpetua, y de manera similar, el capitalismo siempre persigue la conquista de nuevos territorios y recursos, que se convierten en su objeto inalcanzable.

Un aspecto destacado de la relación entre la pulsión y la guerra imperialista radica en su autorreferencialidad. Lacan enfatiza la identificación del individuo con el deseo del otro, y en el contexto imperialista, las naciones imperialistas impulsan sus guerras en función de la necesidad de satisfacer deseos expansionistas. La propaganda y la ideología sirven para crear deseos en la población, impulsando así la guerra como un medio para alcanzar esos deseos y alimentando así el ciclo imperialista.

La pulsión pues, tal como se entiende en la teoría de Lacan, arroja luz sobre la naturaleza de la guerra imperialista en la era del capitalismo avanzado. Ambos parten de la insaciabilidad intrínseca y una repetición compulsiva de patrones de comportamiento. La pulsión de muerte se refleja en la constante repetición de conflictos bélicos, mientras que el objeto «a» representa el inalcanzable objetivo de expansión imperialista. La autorreferencialidad, donde los deseos del otro se internalizan en el individuo, también se manifiesta en el contexto imperialista a través de la propaganda y la justificación de la guerra en función de la búsqueda de deseos expansionistas. En última instancia, esta perspectiva lacaniana ofrece una mirada interesante sobre las motivaciones subyacentes de la guerra imperialista en un mundo marcado por la insaciable búsqueda de poder y recursos.

Capitalismo, guerra y violencia

La guerra y la violencia han sido características recurrentes a lo largo de la historia de la humanidad, y su conexión con el capitalismo es un tema de importante debate. Al examinar la acumulación de capital, el control de los mercados y recursos así como la búsqueda del poder económico y político, podemos comprender cómo el capitalismo contribuye a la aparición de guerras (Parra Bautista, J., & Urrego, M. A., 2023).

Lo primero que debemos señalar es que el capitalismo, como modo de producción, se basa en la acumulación de capital. Este proceso implica la explotación de la fuerza de trabajo y la extracción de recursos, lo que conduce a desigualdades y por tanto conflictos. La búsqueda de ganancias y la necesidad de un crecimiento continuo impulsan las economías capitalistas, creando un entorno competitivo donde las naciones luchan por el control de los mercados y materias primas pues ello es crucial para el dominio económico. Las naciones buscan asegurar el acceso a recursos vitales y materias primas para sostener su crecimiento económico mientras se esfuerzan por proteger sus intereses y mantener su posición en el mercado global. Pese a todo, el capitalismo no está impulsado únicamente por intereses económicos sino también por la búsqueda del poder político y la creación de lo que podemos llamar esferas de influencia. El poder económico a menudo se traduce en influencia política, ya que las naciones económicamente fuertes pueden ejercer control sobre las más débiles. Esta búsqueda de poder puede manifestarse de varias maneras, incluidas intervenciones militares, colonización e imperialismo (Parra Bautista, J., & Urrego, M. A., 2023).

De este modo, la guerra se convierte en uno de los principales medios para lograr objetivos económicos y políticos dentro del sistema capitalista. Las crisis económicas, como las recesiones o las depresiones, pueden provocar una mayor competencia por los recursos y los mercados, lo que podría derivar en conflictos armados. Además, la consolidación del poder político, militar y económico a menudo requiere el uso de la fuerza, lo que lleva a guerras de conquista y dominación.

En las últimas décadas la globalización, vertebrada en torno a los principios del capital, ha intensificado aún más la relación entre la guerra, la violencia y el capitalismo. El modelo neoliberal de globalización, caracterizado por la liberalización de los mercados y la eliminación de barreras comerciales, ha aumentado la competencia entre las naciones. Esta competencia puede generar disparidades económicas, malestar social y, en última instancia, conflictos (Parra Bautista, J., & Urrego, M. A., 2023)..

En definitiva, la naturaleza competitiva del capitalismo, impulsada por la necesidad de crecimiento continuo y dominio económico, crea un contexto en el que las naciones compiten por el control de los mercados y los recursos, lo que a menudo conduce a conflictos. Además, la búsqueda de poder económico y político dentro del sistema puede llevar a las naciones a participar en guerras como medio para lograr sus objetivos (Parra Bautista, J., & Urrego, M. A., 2023). Estos factores pueden contribuir a la escalada de los conflictos militares de gran envergadura. Es importante reconocer que la relación entre guerra, violencia, capitalismo es compleja y multifacética. Si bien el capitalismo no es la única causa de la guerra y la violencia, su impulso inherente de lucro y expansión crea un contexto que incrementa estos conflictos. Es crucial distinguir entre la violencia sistémica perpetuada por el capitalismo y el potencial de una violencia transformadora que puede conducir a sociedades más justas y equitativas. La guerra, la violencia y el capitalismo están profundamente entrelazados. Comprender esta relación es esencial para abordar las causas profundas de la guerra y la violencia y trabajar por un mundo más pacífico, solidario y justo.

Conclusión

La relación entre el capitalismo, la guerra y la violencia aunque compleja es también innegable. A lo largo de este artículo, hemos explorado cómo el capitalismo, como sistema económico y político, contribuye significativamente a la aparición de conflictos armados y actos violentos en el mundo. Desde la búsqueda implacable de acumulación de capital hasta la competencia por recursos y mercados, el capitalismo ha demostrado ser un motor poderoso para la guerra y la violencia.

Hemos visto cómo la lógica de acumulación constante de capital inherentemente crea desigualdades económicas y tensiones que pueden desencadenar conflictos. La competencia por los recursos vitales y el poder económico conduce a una lucha por el control de territorios y mercados, a menudo desembocando en enfrentamientos armados. Además, el capitalismo no se limita a intereses económicos, ya que el poder político y la influencia también son objetivos clave. En este contexto, la guerra se convierte en un medio para lograr objetivos económicos y políticos, lo que a menudo resulta en intervenciones militares, imperialismo y dominación.

La globalización, impulsada por los principios del capital, ha intensificado aún más esta relación entre guerra, violencia y capitalismo. La competencia exacerbada entre naciones debido a la liberalización de los mercados y la eliminación de barreras comerciales ha aumentado las disparidades económicas y el malestar social, contribuyendo a la escalada de conflictos y actos violentos.

Pese a todo, es fundamental reconocer que esta relación no es unívoca. Mientras que el capitalismo puede ser una fuente de violencia sistémica, también existe el potencial de una violencia transformadora que busque cambiar y reformar la sociedad en dirección de la justicia y la equidad. En última instancia, comprender esta intrincada relación entre el capitalismo, la guerra y la violencia es esencial para abordar las raíces profundas de estos problemas globales. Trabajar hacia un mundo más pacífico, solidario y justo requiere un examen crítico de cómo el sistema económico y político actual contribuye a la conflictividad y cómo podemos buscar alternativas que posibiliten la construcción de un mundo más humano.

Bibliografía:

Lacan, J. (1992). Seminario 17. El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires, Argentina: Paidós.

Lacan, Jacques. (1998). Seminario 20: Aún. Buenos Aires, Argentina: Paidós.

Lenin, V. I. (1977). Obras completas (Vol. XXIII). Madrid: Akal Editor.

Parra Bautista, J., & Urrego, M. A. (2023). Capitalismo, guerra y nación. Nómadas. 59(19), 968-978. https://nomadas.ucentral.edu.co/index.php/inicio/30-las-guerras-contemporaneoas-nomadas-19/968-capitalismo-guerra-y-nacion

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