Por Jorge Petinaud
Kiev/PL
A menos de 45 días de las elecciones presidenciales anticipadas tras el derrocamiento del mandatario Víktor Yanukóvich, viagra discount los gobernantes golpistas casi en bancarrota económica lanzan hoy un guiño linguístico electoralista a las zonas mayoritariamente rusoparlantes del sureste ucraniano.
Abrumado por una deuda de dos mil 238 millones de dólares solo con Rusia por los impagos de gas y con la espada de Damocles de que el grifo se pueda cerrar, here el primer ministro interino, illness Arseny Yatsenyuk, viajó a Donetsk, en el oriente del país.
Si bien el gobernante tecnócrata solo se reunió en uno de los centros de negocios de la región con el denominado «activo administrativo-económico» de la zona y no con los rebeldes antigolpistas, aprovechó la tribuna para lanzar un mensaje cautivador.
El Gobierno no tiene intención de derogar la ley sobre política lingüística del Estado, aprobada el 3 de julio de 2012 por el Parlamento, aseguró Yatsenyuk citado por la agencia Unian.
La Ley Kolesnichenko-Kivaliov nadie la derogará, representa los intereses de la población de habla rusa en Ucrania, y el Gobierno ucraniano no cambia su política con respecto a la cuestión de la lengua, reiteró en giro camaleónico.
Apenas 24 horas después de derrocar a Yanukóvich y de forzar la creación de una nueva mayoría «de vencedores» en el Parlamento, el 23 de febrero de 2014, la cámara legislativa derogó la validez de esa norma y prohibió el bilingüismo en regiones donde los rusoparlantes exceden el 10 por ciento de la población.
Esa decisión causó indignación en todo el sureste del país y fue uno de los detonantes de la separación de Crimea y Sebastópol respecto a Ucrania y su reunificación con Rusia, decisión respaldada en las urnas por el 96,77 por ciento de los votantes, en ejercicio comicial al que concurrió el 83 por ciento del padrón.
La situación creada obligó el 3 de marzo al autodesignado presidente interino del país y del Parlamento, Alexander Turchynov, a proclamar públicamente que no firmaría la ley anuladora que él mismo había impuesto en la agenda de los legisladores golpistas.
El trasfondo de los gestos de Yatsenyuk y Turchínov, delfines de Yulia Timoshenko en el partido Batkivshhina, quedó evidenciado en el estudio conjunto de tres encuestadoras publicado esta semana, el cual demuestra que el sur y el este serán decisivos en la puja electoral del 25 de mayo.
Indican los sondeos que en una primera ronda el diputado millonario chocolatero Pioter Poroshenko obtendría el 28 por ciento de los votos, 15 puntos por delante de Timoshenko, a quien seguirían el exintegrante del partido de las Regiones Serguei Tigipco (siete por ciento) y Mijail Dobkin, con tres puntos porcentuales.
Las investigaciones pronostican el triunfo de Poroshenko también en la segunda ronda, y advierten que la ubicación definitiva de los candidatos será determinada por los votantes del sur y el este, donde radica la mayoría de los electores aún indecisos.
Como perros de caza guiados por el olfato electoralista, los aspirantes presidenciales y los promotores de sus campañas se orientan hacia esa zona por la que ya pasaron Tigipco, Poroshenko y otros.
Principal impulsor de la carrera de Timoshenko hacia la presidencia desde la ventajosa posición de primer ministro provisional, Yatsenyuk aprovechó su presencia en Donetsk para insistir en que las enmiendas constitucionales de Ucrania deben aprobarse antes de las elecciones.
Al intervenir en una reunión ampliada con representantes de las regiones del este, miembros del Gobierno y diputados nacionales, el gobernante golpista reiteró que esas modificaciones permitirán que la gente sepa los poderes que tendrán el mandatario, el Ejecutivo, los fiscales y otras autoridades.
Nadie privará a los habitantes de Ucrania del derecho a usar el idioma a que están acostumbrados, juró, y aclaró que se refería en primer lugar a la lengua rusa.
También prometió que la Suprema Rada (Parlamento unicameral) aprobará una ley sobre referendos locales y modificará la de los nacionales.
Desde la oriental Donetsk, esos ofrecimientos más que un sincero arrepentimiento de uno de los rostros más visibles de los golpistas ucranianos, destilaron cierto tufo electoralista y parecieron un llamado a la calma de los rusoparlantes sublevados en toda esa franja del país.
El gesto conciliatorio fue antecedido por la negativa del grupo de operaciones especiales Alfa del Servicio de Seguridad de Ucrania a asaltar edificios oficiales ocupados por partidarios de la federalización en Donets y Lugansk.
Los jefes del Alfa expresaron esa decisión ante la decisión de resistir de los manifestantes antigolpistas y en una reunión a la que asistieron el viceprimer ministro, Vitali Yarema, y el secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, Andrei Paruby.