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Había una vez un Presidente del COES que no se quería ir

Por: Rolando Alvarenga

Hace un resto de años existió en este país un presidente del Comité Olímpico de El Salvador (COES), con alto grado militar y apellido guerrero, que dirigió el deporte con mucho entusiasmo, pero con las botas en el aire a la hora de conformar los contingentes olímpicos. ¡Era muy iluso y apegado al carácter verde olivo!
Ocurrió en aquellos años de pesadilla, cuando el partido de las manitas imponía en este país el tronar de sus chicharrones. El mencionado dirigente tenía sus pilas y su entorno le seguía la corriente.
Recién tocaba yo las puertas del periodismo deportivo cuando en esta capital tuve que toparme con él y, obviamente, se encontraron “el aceite y el agua”: él no toleraba cuestionamientos a su línea y capricho, y yo ya traía, a partir de la verdad fundamentada, para “torero periodístico”. La pequeña gran diferencia era que yo siempre tenía fundamentos de peso -como ahora- para escribir y él no podía contragolpearme.
El caso es que el tipo hacía, deportiva y caprichosamente, cosas indigeribles que poco a poco iba sembrando anticuerpos en casi todas las disciplinas, hasta llegar a ser un “dirigente olímpico non grato”, que siempre se las arreglaba con sus amigos para no ser remolcado del cargo.
Y ese espíritu de capricho y sentido de contradicción lo hacían aferrarse al cargo, sin importarle que su oportunidad ya había pasado, y que, a partir de los resultados, la hora de dar un paso al costado había llegado.
Recuerdo que para los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1978, realizados en Medellín, Colombia, este célebre presidente del COES llevó un inflado contingente y dijo en conferencia de prensa que la “participación costaba una considerable cantidad de miles de colones”.
En dichos juegos, a la delegación salvadoreña le dieron hasta por debajo de la lengua, incluido el fútbol, lo que generó la reprobación mediática por el viaje. Consecuente a su rosario de desaciertos y mano dura -que terminó irritando a la mayoría de federaciones- su obsesión de no ceder la presidencia del COES se fue resquebrajando, como el Titanic.
Incluso, para su remolque de la presidencia se necesitó de mano internacional y, para entonces, el presidente de la Junta de Gobierno, que había tumbado en 1979 al Gral. Romero (que era compadre hablado con el titular del COES) decretó la creación del Instituto Nacional de los Deportes de El Salvador (INDES) para que administrara el deporte y la plata que el gobierno le entregaba al COES, por lo que se acabó el dolor de cabeza.
El cuento anterior, de la vida real, viene al caso porque localmente ya se activaron los tambores de una próxima Asamblea General del COES que se perfila crucial para un cambio. Un cambio radical en el olimpismo al que el lunes anterior se refirió en estas páginas, con mucha contundencia, Melecio Eduardo Rivera, uno de los mejores presidentes que ha tenido este Comité.
Tambores de Asamblea que pueden transmutarse a tambores de guerra, porque un elemento del “Team Sabuesos Bachi” ya detectó que un alto personaje olímpico trató de pasarse de listo, asestando el primer zarpazo artero y salvequero al juego limpio de un proceso eleccionario ¡Empezamos mal! ¿Quién habrá sido?
*Los conceptos vertidos en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien los presenta.

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