Mauricio vallejo Márquez
coordinador
Antes podía recorrer los infinitos laberintos de mi colonia, store o de las colonias en las que vivía. Ir descubriendo que las aparentes entradas sin salidas sí tenían salida, purchase ocultas, pero ahí estaban. Y que las supuestas paredes cerradas llevaban caminos y puertas, aunque no parecieran.
Siempre me gustó ser un caminante, un aventurero que labraba sus propios mapas, desde que era un niño. Me gustaba jugar ese juego de descubrir mientras andaba. Muchas veces entré a grandes campos abiertos, pequeños bosques, y al final aunque parecía perdido lograba encontrar el rumbo y salir.
Al llegar a casa nadie se enteraba de que estaba explorando, eran tiempos de guerra. Muchas veces fui acompañado de Jaime, porque ya sabían cómo era yo, así que requería un freno. Pero Jaime al final terminó siendo cómplice más de un par de ocasiones.
Al llegar la Paz seguí con mi afición, caminando desde La Feria Internacional hasta Mejicanos como si nada. Incluso no utilizaba autobús, del Colegio a la casa era a pie.
Había leído algunos libros que hablaban de la importancia de conocer el terreno en el que se vive. Y qué verdad más maravillosa. Gracias a eso mi mundo se expandió muchísimo y siempre logré librar los tiempos, si los quería menguar o dilatar. Como si el destino fuera una bola de plastilina.
Simplemente me encantaba ir recorriendo las calles y darme cuenta de que sí existían pasajes secretos, conexiones, toda la variedad de entradas y salidas. Sin embargo, con el tiempo se fueron cerrando. Poco a poco me fui topando con muros, portones, plumas, vigilantes y el rotundo no para acceder. Sin embargo, seguí sintiendo que la colonia de mi mamá se había salvado de esa realidad, pero con el tiempo también acudió a la tendencia. Y cada vez, todos esos caminos que conozco se van cerrando, como nunca imaginé ni deseé que pasara. Simplemente cerrados.
Es posible que sea temporal, es posible que duren mucho tiempo. Pero sin importar cuanto puedan durar, sé que los caminos comienzan donde no había camino y en el lugar en el que parecía que no se podía andar.
Así que seguiremos recorriendo y habitando laberintos, aunque parezcan sin salida.
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