José M. Tojeira
El tema de las agendas se ha puesto de moda. El que no promueva la agenda gubernamental, independientemente de que haga bien su trabajo desde el punto de vista técnico, corre el riesgo de ser despedido de su empleo si trabaja en alguna dependencia estatal. Así le ha pasado a 300 trabajadores en uno de los ministerios. Cuál es la agenda queda un poco en el misterio, pues aparte de un proyecto político electoral lleno de promesas redactado hace cinco años, no hay más agenda propiamente dicha.
La única agenda gubernamental escrita y dada a conocer públicamente, es la llamada agenda digital de el Salvador 2020-2030. En esa agenda, que pretende “integrar a todos los actores que participan del desarrollo del país a través de la innovación y de la aplicación de las TIC”, aparecen también los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas que componen la agenda 20-30 de la ONU.
Así las cosas llama la atención que una persona con un cargo importante en la Asamblea Legislativa haya dicho recientemente en la red social X que “la agenda 20-30 no tiene cabida”, se entiende que en El Salvador. Salvo que haya surgido una nueva agenda 20-30, la que se nombra habitualmente con ese nombre suele ser la agenda propuesta por la ONU para impulsar el desarrollo. Y si uno busca en las redes de la ONU el trabajo que la misma realiza en El Salvador, se encuentra con una página en la que se nos dice que están invirtiendo, precisamente en esa agenda 20-30 en El Salvador, un poco más de 40 millones de dólares.
Y es que en esa agenda 20-30 hay unos objetivos de desarrollo sostenible que El Salvador acepta incluir en sus políticas internas. Unas políticas muy básicas, como la de trabajar por darle fin a la pobreza, eliminar el hambre, brindar agua y saneamiento para todas las familias y viviendas salvadoreñas, y otros 14 objetivos más “en los que la ONU está trabajando en El Salvador”.
Lo más grave de esa frase de que “la agenda 20-30 no tiene cabida”, no es que sea mentira. Además de ser falsa, porque la dependencias de la ONU trabajan en ella con el Gobierno en El Salvador, lo más grave de ese tipo de discurso es que se utiliza para discriminar personas, para ofender a otros y para sembrar desconfianza e inseguridad en la gente. Las agendas de desarrollo son siempre positivas si son simultáneamente inclusivas. Pero agendas, aunque sean gubernamentales, que impliquen discriminación, que busquen enemigos y propongan castigos generalizados, o que exijan juramentos de fidelidad ciega, no son agendas de desarrollo humano.
Y si se dieran ese tipo de agendas, dejarían a nuestro país no solo en el subdesarrollo humano, sino en una situación en la que los valores fundamentales de convivencia humana sufrirían graves daños. La fraternidad, el diálogo, la tolerancia, la inclusión, son valores de desarrollo humano y de convivencia pacífica. Sobre ellos hay que construir agendas de desarrollo. Es bueno que los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU aparezcan en la página de la Presidencia de la República como en realidad aparecen. Pero sería mucho mejor que todos los funcionarios y políticos de Nuevas Ideas fueran coherentes de palabra y de obra con esa agenda 20-30 que recoge los 17 objetivos mencionados.