Luis Ponce
@Luisponcebe
Cientos de personas, provenientes de varios municipios y comunidades organizadas, se dieron cita en el parque central de San Esteban Catarina, San Vicente, para recordar y honrar la memoria del sacerdote Alirio Napoleón Macías, asesinado cobardemente por el poder opresor hace 38 años. Dicha celebración contó con una peregrinación, misa, acto cultural y, lo más simbólico, llevar a cabo la atolada que el sacerdote no pudo realizar, pues le arrebataron la vida.
“Hablar del padre Macías es hablar de dos grandes pastores de la iglesia salvadoreña universal. No se puede hablar de él sin el beato Mons. Romero, que este año celebramos el centenario de su natalicio, así como de Mons. Rivera y Damas”, dijo el padre Edy Platero, párroco del municipio y oriundo del mismo, quien conoció personalmente y mantenía una estrecha relación con el mártir.
“Era un pastor que se identificó mucho con el pueblo, prueba de ello es que han pasado 38 años y podemos ver esta cantidad de personas, esto es el fruto del trabajo que realizó. Él invitaba a los laicos a no ser ingenuos, a tener una fe consciente, operativa y responsable, que lleva a ser una persona madura. En 7 años de párroco (el padre Macías ejerció dicho cargo desde 1973 hasta el día de su martirio) lo logró”, agregó.
La celebración estuvo a cargo de una gran cantidad de niños, jóvenes, adultos y ancianos. Los niños con sus participaciones en las ofrendas de la misa, los jóvenes y su alegría en los puntos artísticos, los adultos en la logística, y, sobre todo, hay que reconocer el empeño de las mujeres organizadas, quienes desde las 5 de la mañana estuvieron trabajando en la elaboración del atol y la preparación de los elotes.
El mensaje del padre Macías sigue vigente. La semilla que él sembró, da frutos, genera consciencia. “Para los jóvenes es importante porque hay que recordar que los adultos vamos de paso, somos quienes tenemos que transmitir todo esto para que ellos continúen celebrando la memoria histórica de los mártires. Yo les digo a los mayores: felicidades porque todos estos jóvenes van a continuar su legado”, reflexionó.
La misa fue concelebrada por el sacerdote Héctor Fernando Martínez, vicario general de la diócesis de la Tarahumara en Chihuahua, México, quien dijo que su devoción por Mons. Romero no es solamente él, sino la iglesia de la que él es reflejo. “Hablar de los mártires de la iglesia salvadoreña es hacer eco del testimonio de Mons. Romero. Para mí, que venimos a la celebración del centenario, pedí venir para conocer la raíz de la iglesia popular en El Salvador, de ver la memoria histórica que se sigue conservando, de un capítulo universal conmovedor que son los 70 y 80”, expresó.
La persecución a los pastores de la iglesia popular fue, según Martínez, por la vida, la justicia social, la paz, el respeto a los derechos humanos. Un desafío del cual él como sacerdote no está exento y se siente llamado a seguir desde las problemáticas que su pueblo enfrenta, uno de ellos el narcotráfico. El padre Macías fue asesinado el 4 de agosto de 1979, en el templo. Su muerte llenó de luto a todos aquellos en quienes nacía la llama de la justicia y la lucha. Un ejemplo de vida y entrega, así como muchas y muchos que ofrendaron su vida por un país mejor.
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