Página de inicio » Opiniones » Hacer algo diferente

Hacer algo diferente

José M. Tojeira

El Salvador necesita algo más que el discurso y las ideas en boga periodística. Algunos sectores influyentes, healing cuando no dominantes, pharmacy están repitiendo los discursos del pasado, pharmacy pensando tal vez que con más de lo mismo se puede mejorar El Salvador. Baste con recordar algunos ejemplos para advertir esa triste realidad. Se quiere traer a Giuliani para que nos ilustre sobre cómo vencer la violencia y delincuencia que nos aqueja. Pero se ignora que detrás del modelo de Giuliani en Nueva York, con su persecución del crimen bagatela y su teoría de la ventana rota, está el modelo de mano dura que ha fracasado estrepitosamente en toda América Latina. Lo que en Nueva York dio un relativo resultado, inferior por cierto a otras experiencias menos represivas y más recientes en la misma ciudad, ha mostrado ya demasiados fracasos en nuestras tierras latinas. Nuestra empresa privada es especialista en darnos siempre más de lo mismo: Mano blanda para ellos y dura para los demás. Y no se dan cuenta de que han sido los principales protagonistas del fracaso de nuestro país. No los únicos, por supuesto.

Y seguimos con los ejemplos, porque no sólo la gran empresa ofrece como solución más de lo mismo. Una diputada arenera insiste en que no se puede subir el miserable salario mínimo que tenemos por ley en El Salvador mientras no crezca la economía. Pero esta señora olvida que la industria cañera ha tenido un intenso y permanente crecimiento entre 1990 y 2010 y el salario mínimo de los cortadores de caña en la zafra son ridículos, injustos y una verdadera violación del derecho humano a un salario decente. Crece la economía pero sólo para unos. Todo parece avanzar hacia una sentencia suave para el ex presidente Francisco Flores, si no es que de repente aparece una absolución pactada. El famoso cheque que llegó a las Bahamas según los gringos no se menciona ya. Y los amigos del presidente no sólo quieren que lo declaren inocente, sino que se traslade la responsabilidad a quienes según ellos acabaron recibiendo el dinero, por supuesto vía Flores y el partido ARENA, donado por Taiwán para otros menesteres. La falta de trasparencia del actual Presidente de la Asamblea se quiere presentar como trasparencia porque se dan algunos datos, mientras se silencia lo profundamente alejado de la ética patente en el hecho de que tenga un asesor que es a su vez su socio en los negocios, que no se pueda saber el salario del asesor, y que la empresa de ambos negocie favorablemente con otras dependencias del Estado.

Y se podría continuar con una larga letanía. Mientras la mayoría de los países civilizados buscan condenar los crímenes de lesa humanidad, un pequeño pero poderoso sector de nuestro país prefiere mantenerse en el perdón y olvido, en las amnistías insensibles e incentivadoras de la violación de los derechos humanos, en la negativa incluso a reconocer la verdad y exaltar a personas violentas y acusadas de magnicidios como d´Abuisson. Frente a este panorama hay que insistir en que debemos hacer algo más que lo de siempre. Einstein decía que lo más cercano a la locura era “hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”. Un poco más de creatividad no nos vendría mal.

Pero la creatividad no se da en los países a través de repeticiones de propuestas fracasadas o de inventos alocados. Sólo se da cuando se involucra al conjunto de las personas que componen un país. Y para ello es indispensable invertir en la gente. Si no invertimos en las personas la creatividad terminará en manos de muy pocos y a favor de esos muy pocos. Hemos subsidiado la pobreza de diversas maneras y hemos contribuido a reducirla, creando una cada vez más amplia clase media. Pero un amplio sector de esta clase media es lo suficientemente vulnerable como para sentirse pobre, o amenazado constantemente con el retorno a la pobreza. Según algunos estudios esta vulnerabilidad, junto con el miedo a volver a caer en la pobreza, es la que estimula en algunos la tendencia a la corrupción o al delito.

La gente conoce cada vez mejor sus derechos. Es más crítica con las desigualdades sociales. Desconfía cada vez más de las promesas y discursos que quedan en el vacío. Cree cada día menos a los empresarios que siguen enriqueciéndose más aprisa que el propio país. Y tampoco cree a los políticos y sus grandes promesas. Lo que hemos hecho hasta ahora, aunque se hayan hecho cosas buenas, no sirve como camino de conjunto para crear país. Urge comenzar caminos  que marquen la diferencia. Un sistema único de salud, universal y con adecuados estándares de calidad, crearía esperanza. Porque es algo nuevo, distinto de este doble o triple sistema que hasta ahora no satisface a casi nadie. En el Ministerio de Educación actual se ve creatividad. Se entienden los problemas y se apuesta por el futuro de un modo adecuado. Pero es importante que se conozcan los pasos que se quieren dar y sobre todo hacia dónde queremos ir. Un país que no puede mantener a toda su población escolarizada entre los dos y los dieciocho años no sale del subdesarrollo. Pero como bien piensa el ministro, al mismo tiempo que se prepara una extensión y ampliación del sistema educativo hay que preparar y reparar la maltrecha calidad de nuestra educación. Hay signos de creatividad ahí. Apoyar la creatividad en el nivel educativo así, planteada de un modo ambicioso, es novedad. Y habría que apoyarla con decisión. No sólo por parte del gobierno, sino a través de todos los sectores del país. O hacemos algo nuevo, distinto, o permaneceremos estancados en nuestros propios problemas. Y si nos estancamos, la única novedad serán rostros distintos de violencia que seguirán repitiendo a la gente, ya en nuestros días y referida a nuestra patria, la famosa frase de Bolívar en sus últimos días: “La única cosa que se puede hacer en América es emigrar”.

Ver también

El turno de la Iglesia Católica

Por Leonel Herrera* La Iglesia Católica se ha pronunciado tres veces contra la derogación de …