Los financiadores del Mayor Roberto d´Abuisson, recipe fundador de los escuadrones de la muerte y del partido de ultra derecha ARENA, a menudo utilizaron los medios de comunicación para incitar a matar no solo a los que ellos consideraban comunistas, sino, a los hombres de Dios que durante las misas denunciaban las masacres o asesinatos de campesinos, sindicalistas y estudiantes universitarios.
Monseñor Oscar Arnulfo Romero, siendo Arzobispo de San Salvador, oyó el clamor de su pueblo, y convirtió el púlpito, no solo para consolar a las almas víctimas de los represión oficial y paramilitar, sino para hacer la denuncia y ordenar el “cese a la represión”.
Los grupos de ultra derecha, como la Cruzada Pro Paz y Trabajo y el Frente Amplio Nacional (FAN), creadas también por d´Abuisson, entre los que se encontraban representantes de la oligarquía, eran de los instigadores contra Monseñor Romero.
En la homilía del domingo 24 de febrero de 1980, un mes antes de que fuera asesinado, Monseñor Romero expresó: “La justicia social no es tanto una ley que ordene distribuir; vista cristianamente es una actitud interna como la de Cristo, que siendo rico, se hace pobre para poder compartir con los pobres su amor. Espero que este llamado de la Iglesia no endurezca aún más el corazón de los oligarcas sino que los mueva a la conversión. Compartan lo que son y tienen. No sigan callando con la violencia a los que les estamos haciendo esta invitación, ni mucho menos, continúen matando a los que estamos tratando de lograr haya una más justa distribución del poder y de las riquezas de nuestro país. Y hablo en primera persona, porque esta semana me llegó un aviso de que estoy yo en la lista de los que van a ser eliminados la próxima semana. Pero que quede constancia de que la voz de la justicia nadie la puede matar ya”.
Y los mismos que amenazaron de muerte a monseñor Romero, posteriormente lanzaron la consigna de “Haga patria, mate un cura”.
Hoy, que el Vaticano ha anunciado, a través del Papa Francisco, el reconocimiento de Monseñor Romero como un mártir, lo que significa luz verde para la beatificación de Monseñor Romero, no nos queda más que revertir aquella consigna maligna y perversa e invitar a todos los salvadoreños y salvadoreñas católicas, incluyendo a los que conspiraron contra monseñor que “Hagan patria, venerando un Santo”.
La santidad de Monseñor Romero no solo aliviará los corazones de quienes instigaron su martirio, sino, que logrará que en El Salvador luchemos por la paz, la conciliación y la justicia, por la que él en vida luchó.
No dudamos, que Monseñor Romero será el intermediador, desde el cielo, para que los salvadoreños vivamos en paz.