Joya de Cerén/AFP
Carlos Mario Márquez
Nuevos hallazgos que incluyen una estructura, seis vasijas de cerámica con semillas carbonizadas, tres mazorcas de maíz y huesos de animales retratan la fuerza con la que erupciones volcánicas sepultaron la aldea agrícola maya de Joya de Cerén, en el noroeste de El Salvador, hace más de 1.400 años.
Las piezas y fragmentos de cerámica encontrados corresponden al período Preclásico tardío, del 400 a.C al 300 d.C, que se conservaron debido a la erupción de cuatro volcanes, entre las que figuran la del lago de Ilopango (535 d.C) y la del Loma Caldera (650 d.C).
“La erupción del Loma Caldera (a unos 20 kms de la aldea), sin duda fue una erupción explosiva, los primeros estratos (de la superficie) evidencian bombas volcánicas, vemos que la gente huyó”, explicó este jueves a la AFP la arqueóloga Michelle Toledo. El hallazgo incluye vasijas con semillas, y piezas de obsidiana en un depósito de desechos cerámicos y orgánicos, entre los que se encuentran fragmentos de huesos de venado, mapache y coyote.
Las piezas fueron encontradas durante las excavaciones que se realizan para colocar las columnas, que sostendrán los nuevos techos de protección del sitio.
-Agricultura avanzada-
Los especialistas indican que Joya de Cerén se caracterizó por su agricultura, como lo evidencian los cultivos de maíz y yuca.
“Siempre se ha pensado que Joya de Cerén, estaba en colinas, pero no es así. Hicieron nivelaciones (del terreno) para construir la aldea y para la irrigación de cultivos”, precisó Toledo.
Las evidencias encontradas demuestran, que gracias al uso del agua de un río adyacente, los mayas tenían cultivos de maíz en diferentes etapas todo el año.
En las excavaciones se puede observar la denominada tierra blanca joven, una capa de ceniza formada por el volcán Ilopango, bajo la cual quedó sepultada la aldea donde “todo estaba pensado para la producción agrícola”, según Toledo.
“Lo interesante es que ellos (los mayas), al asentarse aquí, modificaron el terreno y se puede observar en la tierra blanca joven”, insistió.
Además, modificaron la superficie de la aldea, para crear un terreno más plano y para la irrigación de cultivos.
En la superficie donde se había cosechado, los arqueólogos localizaron plantas de maíz de diferente tamaño, una muestra de que “sistematizaron el cultivo para que los recursos alimenticios nunca faltaran”, señaló Toledo. Eso lleva a pensar que los habitantes de Joya de Cerén, eran comerciantes y viajaban a intercambiar sus productos en San Andrés, otra zona arqueológica cercana.
Entre los artefactos presentados este jueves se encuentra una olla de color rojiza, que correspondería a la ocupación del período posclásico (900 a 1524 d. C).
Se mostró además una orejera (arete) de cerámica, que utilizaban los líderes.
En Mesoamérica se destaca el descubrimiento de Joya de Cerén, como una cápsula de tiempo por ser el único sitio de una aldea prehispánica bien conservado, donde se puede apreciar la forma de vida, así como rituales, agricultura, comercio, administración del espacio y hábitos alimenticios de ese periodo.
La aldea es apodada “la Pompeya de América”, en referencia a la famosa ciudad italiana sepultada por una erupción del volcán Vesubio en el año 79 d. C.
En 1993 la Unesco declaró a Joya de Cerén como Patrimonio Mundial.