Licda. Carmen Marchelly Funes
@camenmarchelly
La primera vez que mi mamá me dijo esa frase no la comprendí del todo, pues estaba aún muy pequeña, pero esa fue la gota, que por su constancia, más que por su fuerza, forjó mi carácter.
Cuando preparábamos la venta para comenzar a trabajar en el mercado y me asolaban las dudas o el miedo, me lo repetía, cuando comencé a practicar deportes y no estaba segura de poder competir con otros niños y niñas, me lo repetía de nuevo.
A veces yo lo entendía como “No te des por vencida”, otras tantas como “debes dar tu máximo esfuerzo”, pero el tiempo demostró que su sabiduría no estaba limitada por parámetros de tiempo o significado.
Pues en la universidad, mientras de madrugada mis ojos decían “ya no”, no pude evitar preguntarme si me estaba apegando a lo que mi mamá siempre me decía, fue así que a pesar del cansancio seguí y cumplí la meta de graduarme como licenciada en Comunicaciones de la UCA, pero de inmediato la misma frase tomó otro significado y comencé a prepararme para obtener una maestría, esta vez en la UES.
En el ámbito profesional, mis colegas mujeres lo saben, no se puede avanzar, crecer o destacar si no “echamos el cuero al agua”, las reglas no escritas siguen bloqueando primordialmente a las mujeres, que además reciben menor salario por el mismo trabajo, yo misma he sufrido esa injusticia.
Y qué decir de la política, donde echar el cuero al agua una vez no parece suficiente, donde las voces estridentes son abrumadoras, donde cada espacio debe lucharse con temple de acero o no se logra nada.
En la política, más en la política partidaria salvadoreña me he encontrado sumergida en la frustración a todos los niveles y fue en esa profunda oscuridad donde por fin creo que logré entender que la frase de mi madre no está limitada por otra cosa que el amor, el amor a Dios, a su familia, a sus vecinos, a su país y la promesa de un futuro mejor en esta nuestra tierra.
Mi candidatura como diputada por San Salvador, casilla # 3 de Cambio Democrático, es la culminación de ese entendimiento, es el germinar de la semilla que mi amada madre plantó hace tantos años atrás y que constantemente busca espacio para crecer.
Si su voto me permite entrar a la Asamblea como diputada, será el inicio de un nuevo reto, uno que demandará muchísimo trabajo y reflexión, una etapa que me dejará satisfacciones solo si en cada comisión, en cada plenaria resuenan las palabras de mi madre y juntos, usted y yo, echamos el cuero al agua.