El combo de sentencias de cuatro magistrados de la Sala de lo Constitucional y un suplente, que transformaron el Órgano Legislativo, que han impedido el financiamiento de los programas sociales y la seguridad pública y las inversiones en la generación de energías limpias, han provocado inestabilidad en el país, y no sería descabellado hablar de un “golpe suave” a la institucionalidad democrática.
Diversos abogados han manifestado no solo su extrañeza por las resoluciones más recientes de la Sala, sino que suma preocupación por la incertidumbre que las mismas deja el atropello al Estado de Derecho y democrático salvadoreño.
Los cuatro magistrados de la Sala, y un suplente, acomodan sus fallos, incluso, de forma burda, para librarse ellos, pues, los mismos vicios que ellos sancionan, los cometen.
Esos magistrados se han convertido en un gobierno paralelo, sin haber recibido el voto popular, pero, sobre todo, en los principales violadores de la Constitución de la República.
Y si hoy han sido capaces de cercenar el Órgano Legislativo, el primer órgano del Estado, y que además le ha prohibido hacer lo que la Constitución le manda a la Asamblea Legislativa, no se descarta que el próximo paso será desmembrar el Órgano Ejecutivo, con la justificación de la Ley de Amnistía, o cualquier argucia que se les ocurra en el camino.
La clase política y jurídica, pero principalmente, los amplios sectores de la sociedad salvadoreña, que históricamente han sido los verdaderos defensores de la justicia y la democracia en El Salvador, deben unirse y mediante la lucha de calle, impedir que los cuatro magistrados de la Sala y un suplente, sigan haciendo lo que se les venga en gana con la Constitución.
Los sectores populares, con su lucha de calle, debe impedir que esos magistrados, sigan atropellando al legítimo Gobierno del Presidente Salvador Sánchez Cerén, y que respeten el resto de órganos del Estado.
A partir de este momento, debe dárseles una batalla política, jurídica y social, para impedir que los cuatro magistrados de la Sala usurpen poderes, destruyan poder, y que no lleven al país al despeñadero.
Es de aplaudir, además, la sensatez y la racionalidad mostrada por la sociedad salvadoreño, ante las distintas y absurdas sentencias de la Sala de lo Constitucional, que si no fuera porque este país se conduce por el espíritu del Acuerdo de Paz, estos magistrados ya hubieran incendiado esta nación, de profundo espíritu revolucionario, pero también de paz y democrático. Por lo que hay que preguntarse si ¿Hay que seguir aceptando las resoluciones absurdas de la Sala?