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HEBE DE BONAFINI: SIMBOLO DE LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS

Licenciada Norma Guevara de Ramirios

La defensa de los derechos humanos tiene distintos ángulos, por los cuales se alcanza conciencia para asumir con valentía su defensa.

Para Hebe de Bonafini, presidenta de las Madres de la Plaza de Mayo, en Argentina, esa puerta fue la búsqueda de sus hijos Jorge Omar y Raul, capturados en 1977, y María Elena, esposa de Jorge, capturada en 1978. Los tres desaparecieron. La dictadura militar integrada por Emiliuo Massera, Rafael Videla y Orlando Ramón Agosti jamás dieron cuenta de ellos ni de decenas de miles de otros desaparecidos.

Esa dictadura cívico militar se prolongó desde 1976 hasta 1983 y adoptó la forma de un Estado burocrático autoritario que estableció un plan sistemático de terrorismo de Estado. Sus objetivos declarados: combatir la “corrupción”, la “demagogia” y la subversión

Siguió los lineamientos ideológicos del llamado neoliberalismo, con una política de violación de los derechos humanos, dirigida contra ciudadanos acusados de peronistas, populistas, zurdos, izquierdistas o subversivos, entre quienes había intelectuales, docentes, estudiantes, sindicatos, artistas, políticos, en una palabra, todos aquellos que no apoyaban a la dictadura.

Contra esa dictadura y en defensa de sus víctimas luchó Hebe, marchando todos los jueves frente a la Casa Rosada, mientras esa dictadura existió y después de que desapareció (es el destino de las dictaduras: desaparecer). Los medios dan cuenta de su fallecimiento este domingo 20 de noviembre, cuando estaba por cumplir 94 años de nacida. De ella y de las madres de la Plaza de Mayo, se aprende respeto a la vida, rechazo a la injusticia y a la impunidad, sin duda esta luchadora ejemplar deja un legado imborrable y una escuela en la lucha por la verdad, por la justicia y el respeto a los derechos humanos.

El 30 de abril de 1977, 14 mujeres madres de desaparecidos iniciaron la tradición de denuncia y exigencia por la vida de sus hijos y nietos desaparecidos por la dictadura militar argentina, concentrándose en La Plaza de Mayo.

Ese movimiento conmovió, la juventud y el pueblo acogió la lucha bajo el lema de defender la vida de otro con la propia vida, creer en la lucha, llenar las plazas y creer más en su propia exigencia y menos en los votos que traen más botas.

Alrededor de las madres se fue creando un pensamiento vivo, cada vez más fuerte, que se proyectó y visualizó a decenas de miles de desaparecidos, que logró la libertad de algunos, el encuentro de nietos, los reencuentros de otros y la certeza de que siempre vale la pena luchar.

Ahora, una de esas simbólicas vidas físicas se apaga en medio de un luminoso camino que es la defensa de los derechos humanos.

Cuánto valen las instituciones si surgen de esas luchas, pero nada sustituye el valor del protagonismo popular como el que estas mujeres dieron a la defensa de la vida.

En El Salvador, centenares de mujeres, sin saberlo o sabiéndolo en el marco de la dictadura militar, asumieron un papel similar con la creación de Comités de Madres de presos, desaparecidos y asesinados políticos, su papel fue valioso y requirió de ese coraje que solo con el amor de una madre puede surgir frente a la agresión que sufren sus hijos.

Es lamentable que en distintas partes del planeta existan motivos para emular a las madres de la plaza de mayo, por eso el ejemplo que deja Hebe para esta causa universal es de enorme valor, pues alrededor de su propia transformación como dadora de vida, madre amorosa, educadora, surgieron otras Hebe luchadoras, pensadoras, ejemplo de coraje y fuerza.

Cuando en nuestro El Salvador vemos sufrir a tantas madres por sus hijos injustamente capturados, desaparecidos, asesinados en el marco del régimen de excepción, y les vemos reclamar con energía la libertad de sus hijos, uno se da cuenta de lo universal del dolor y de la lucha.

Y por eso a quienes sin haberlo sufrido directamente, sin haber sufrido tortura, cárcel, persecución, asumen el papel de defensores de derechos humanos, toca simplemente respetarlos y acompañarlos.

Esas madres argentinas pusieron en evidencia la existencia de 30 mil desaparecidos, encarcelamiento de 9 mil y una emigración de dos millones de personas; aprendieron a descubrir los hilos del poder que mueve las palancas de la represión y pudieron hacer que vieran esa realidad sectores que  guardaban silencio o simplemente cerraban los ojos. Tremendo mérito.

El pueblo trabajador argentino, los intelectuales progresistas, los familiares de las víctimas, los convencidos en ese país de que un sistema de justicia requiere de imparcialidad, ellos sin duda sentirán el dolor de perder a una mujer como Hebe.

La contradicción es así, a la par del dolor que produce la injusticia y la represión, surge la fuerza de la lucha y aparece la vista más clara de lo que mueve tanta crueldad; por eso las represiones, las dictaduras, no duran para siempre, con dolor y sufrimiento son descubiertas por la gente del pueblo y con su lucha son derrotadas.

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