Dr. Víctor Manuel Valle Monterrosa
Héctor Oquelí Colindres, un entrañable amigo y compañero, cumple el 26 de junio en curso 80 años. Y lo escribo en tiempo presente precisamente porque, en la memoria de muchos, está bien presente en estos tiempos de ansiedades y esperanzas en El Salvador y en el mundo. Héctor nació en San Salvador el 26 de junio de 1944. Fue asesinado en Guatemala el 10 de enero de 1990, no alcanzó a cumplir sus 46 años. El mismo mes de su asesinato, hubo en Washington D.C. una ceremonia en su memoria y, en la invitación, los organizadores dijimos: “El legado de Héctor Oquelí se puede resumir en su larga lucha por la democracia, el cambio social y el imperio de la ley. Su vida fue un incansable esfuerzo para construir y fortalecer, por medio del diálogo, las estructuras sociales y jurídicas necesarias para consolidar una sociedad justa y desmilitarizada en El Salvador”.
Sobre el asesinato de Héctor Oquelí, en Guatemala, junto a la abogada guatemalteca Gilda Flores, los juristas estadounidenses Thomas Farer y Robert Goldman, por encargo de la Internacional Socialista, emitieron el 3 de octubre de 1990 un informe que contiene “Una evaluación de la Investigación e informes preparados por el gobierno de Guatemala” (Por ese entonces presidido por Vinicio Cerezo, propulsor de los Acuerdos de Esquipulas). Tom Farer es un respetado académico que presidió la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y fue rector universitario en EEUU. El Dr. Farer seleccionó a su colega Robert Goldman y el dúo tenía balance: Tom es un connotado miembro del Partido Demócrata y Goldman es un bien conocido miembro del Partido Republicano.
El informe concluye con una hipótesis y una exhortación a estudiarla: “EXTREMISTAS TERRORISTAS DERECHISTAS DE EL SALVADOR FUERON LOS ORGANIZADORES Y PRINCIPALES EJECUTORES DE LOS ASESINATOS” Podría decirse que los asesinos de Héctor fueron los enemigos de una negociación política basada en el diálogo, instrumentos privilegiados por Héctor. Obviamente hubo una colusión entre derechistas de El Salvador y Guatemala y sus aparatos armados. Y el crimen, 34 años después, sigue impune.
Un grupo de compañeros de Héctor, de varios países de la América Latina y el Caribe, han organizado una asociación académica y científica para llevar a cabo actividades intelectuales concordantes con la vida de Héctor Oquelí. El Centro de Estudios Internacionales “Héctor Oquelí” ya tiene, desde abril del año en curso 2024, la aprobación de ley para su personería jurídica en El Salvador.
La fundamentación del Centro parte de los atributos principales de la personalidad de Héctor:
* Universitario a carta cabal
* Académico y estudioso de la conflictividad social
* Dialogante con todas las fuerzas que sea posible
* Buscador de consensos para soluciones pacíficas
* Creyente del socialismo en democracia y libertad.
* Partidario de la emancipación y redención de los más necesitados.
Una biografía de Héctor Oquelí, contextualizada histórica y políticamente, es una tarea pendiente para conocer un poco más sobre El Salvador. Desde su ingreso a la carrera de Jurisprudencia en la Universidad de El Salvador en 1962, Héctor fraguó su personalidad política e intelectual como hijo de la Universidad. A pesar de ser graduado de secundaria de un centro católico, entonces con reputación de cuna de pensamiento reaccionario, Héctor el mismo año de su ingreso a la UES se incorporó a movimientos de izquierda democrática desde donde comenzó a construir relaciones políticas. Fue estudiante, activista universitario, docente y funcionario administrativo de la UES en los 1960.
En esa trayectoria llegó a ser, en los 1970 y 1980, miembro del partido salvadoreño Movimiento Nacional Revolucionario y, por tal motivo, fue dirigente clave de la Internacional Socialista en América Latina y en la alianza FDR-FMLN que impulsó la lucha político militar de los 1980. En 1979 fue, por breve tiempo, Subsecretario (Viceministro) de Relaciones Exteriores y cuando fue asesinado era aun activo organizador e impulsor de diálogos para construir una solución política al conflicto armado interno de El Salvador, de largas raíces. Por eso lo asesinaron y sus asesinos siguen impunes.
El mejor monumento viviente para el compañero Héctor es un centro académico que, con espíritu crítico, estudie y analice las raíces de la conflictividad social en El Salvador y el mundo y, sobre todo, haga propuestas de soluciones basadas en la ciencia y el humanismo, para construir la paz social que nos permita la salida del subdesarrollo largamente incubado y la construcción de la Seguridad Humana, el Desarrollo Humano y, sobre todo, la vigencia de plena de los Derechos Humanos para todos los salvadoreños en el contexto del cambiante mundo. Ojalá el Centro Oquelí honre la memoria de Héctor con acciones intelectuales y políticas que guarden concordancia con el ideario y la acción de Héctor y, sobre todo, con su sacrificio por las causas del pueblo y no de sus opresores de siempre.
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