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Gloria Silvia Orellana @GloriaCoLatino La Emergencia Nacional por la Pandemia del COVID-19 pasó factura a los tradicionales eventos y desfiles estudiantiles y cívicos que fueron cancelados como una medida de prevención de contagios. Este año en sus fiestas patrias, San Salvador lució como una nación con dos rostros, mientras unos helicópteros y aviones surcaron el cielo de la ciudad ondeando la bandera nacional. La Coordinadora Sindical Salvadoreña realizó una protesta por la situación de exclusión social. La marcha de sindicalistas de la CSS y estudiantes de la Universidad de El Salvador (UES) llegó hasta el monumento dedicado a la memoria de los estudiantes mártires del 30 de julio de 1975, en donde reiteraron la continuidad de su lucha social que parte del respeto de los derechos fundamentales de la población. Los contrastes de discursos del presidente Nayib Bukele y Rafael Méndez de la CSS, parten desde la concepción de “independencia”, para el primero, los salvadoreños pueden “elegir de nuevo nuestra propia independencia” y “girar hacia la dirección correcta”. Mientras, Méndez, argumentó “que se conmemoran 199 años de una supuesta independencia, a la que queremos desenmascarar, porque lo que ocurre en el país, no tiene nada que ver con una verdadera soberanía e independencia”. Sin importar el azul y blanco, que predominó en algunos lugares, en recordatorio del logro de una república, el sindicalista reiteró que ningún Estado puede denominarse democrático, sin garantizarle a la población “derechos fundamentales como una vida digna, salud, vivienda, trabajo y respeto a la libertad sindical, libertad de expresión y asociación”. En cuanto al “heroísmo” el presidente Bukele hizo alusión al trabajo realizado por el personal de salud, en medio de la pandemia del COVID-19. Así como, su reconocimiento a la Fuerza Armada y Policía Nacional Civil, quienes han ejercido el control de la población. “Este día que conmemoramos hoy dimos un paso, dejamos de ser una colonia extranjera. La independencia es eso, un proceso que se trabaja con altos y bajos que al final es un anhelo al que queremos llegar”, afirmó el presidente Bukele. Méndez, de la CSS, señaló que los niveles de discriminación social, económica, cultural o la educativas que carece de calidad científica, en todos los niveles, es una amplia brecha que solo va a generar pérdida para generaciones completas de salvadoreños. El tema económico y su rescate fue mencionado por el mandatario, quien señaló, que desde abril pasado, la Asamblea Legislativa, tiene en sus manos el proyecto para reactivar la economía y agro del país. Para los sindicalistas una patria independiente no puede construirse, sobre la base de la inseguridad alimentaria, el alto número de despidos, y la amenaza de privatización de servicios básicos como la salud o el agua. Y la venta de activos, como la Lotería Nacional, que estará en manos de una empresa extranjera. Méndez dijo: “Como coordinadora Sindical Salvadoreña continuaremos impulsando nuestra plataforma reivindicativa y programa de lucha que contempla el no pago de la deuda externa, el incremento del salario mínimo que dicta la Constitución de la República. Y dejar las directrices del Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Mundial (BM) bajo los intereses del gobierno de los Estados Unidos, porque sino, no podemos hablar de independencia o soberanía nacional”, indicó.

Herederos de la Incertidumbre

 

 

Por Walter Balmorantes.

A Sandra Chacón, por supuesto

 

I

 

– “Mírame.”

Escuché una voz susurrando a mis oídos. Pero cuando me volví, no había nadie. Me quedé en silencio tomado del mango de la puerta justo en posición de abrir. Como esperando un acontecimiento paranormal que me indicara el paradero de mi padre. Pero no ocurrió tal cosa. Nada de señales divinas, ni mensajeros celestiales, ni luces brillantes que rompieran la oscuridad de la noche ni mucho menos voces sepulcrales. Nada.

 

Entré a mi casa, mejor dicho, a la casa de mi padre. Dejé caer las llaves sobre la librera de cedro que daba la bienvenida a los visitantes. Me quedé frente al espejo observando cada uno de mis rasgos faciales. Rápidamente mis ojos se concentraron en… mis ojos. Hasta ese momento pude descubrir que tan tristes y solos se veían mis ojos. No era para menos. Mi padre tenía siete meses de haber sido desaparecido y yo sin ninguna pista de él.

 

Seguí mi camino directo a la sala. Me senté en el sofá y encendí el televisor para ver el noticiero nocturno. Viendo la televisión y no viéndola al mismo tiempo. una persona en esta situación no sabe si hace o no hace las cosas. No sabe si está o está ausente. Inicié el viaje introspectivo que cada vez se hacía más frecuente a pesar de mí. Observé detenidamente esta sala que me parecía intolerable en aquel tiempo cuando vivía aquí. Veía aquí a mi viejo pasar la mayor parte del día viendo televisión. Él, gastaba tanto tiempo viendo sus películas principalmente si eran de acción y drama. ¡No sé cómo hacía para no aburrirse!

 

Mi padre pasó mucho tiempo albergando la idea de comprarse un equipo de sonido: teatro en casa. Este aparato le permitiría escuchar sus películas con mayor potencia y fidelidad de sonido. Pienso que, de haberlo logrado, lo hubiese hecho tan feliz al viejo. Cómo me hubiese gustado verlo. Ver su cara de contentura extrema. Pero, a veces me parecía que no lo era. Casi nunca reía. Aunque cuando se juntaba con sus amigos se transformaba completamente. Él bromeaba mucho con ellos. Le gustaba bromear, a veces excesivamente, que mi mamá le decía de vez en cuando que se calmara. Ya que las personas se molestaban con sus bromas. Pero él era malo para percatarse de que los estaba fastidiando. Ahora que lo recuerdo mi padre no era mal intencionado con sus bromas, sino que no sabía controlar su sentido del humor sarcástico. A veces pienso que las personas juzgan el sarcasmo injustamente.

 

Ahora, que he vuelto a esta casa puedo darme cuenta de que después de tantos años casi nada ha cambiado. En la sala están los mismos muebles flanqueados por dos paredes blanco marfil y dos de color rojo ladrillo que le gustaban tanto a él. La colección de cruces de diferentes diseños y colores que cuidaba con tanto esmero está ahí en la pared opuesta a la ventana con vistas al jardín. Todo sigue prácticamente igual. Tantos recuerdos que acuden a mi mente al ver cada detalle de esta sala.

 

Mi padre veía los noticieros en dos canales de televisión en la noche y luego por la mañana repetía la misma rutina. Cómo era posible que le gustara ver las mismas noticias transmitidas por la noche a la mañana siguiente. Me burlaba de eso sin decirle una palabra. Siempre pensé que mi viejo estaba un poco loco. Sin embargo, yo hago lo mismo ahora. En ocasiones, veo su sillón favorito y me encantaría volverle a ver ahí… cruzado, sentado viendo sus películas o sus noticieros. Reconozco que un par de veces, de tanto imaginarlo o quizás de tanto desear verlo nuevamente, que hasta lo he visto en ese sillón. Pero, no es así. No está…ahí!

 

II

 

Fui a la oficina de la Fiscalía General. Estaba tratando de hablar con el fiscal que lleva el caso de la búsqueda de mi padre. Luego de tres horas de esperar me hicieron pasar por un enjambre de cubículos en donde se escuchaba el tableteo de personas escribiendo en computadoras.

-Pase por aquí. – Me dijo amablemente el fiscal del caso. Era una oficina pequeña. Extremadamente iluminada y carente de humanidad.

 

-Gracias-le respondí al momento de sentarme.

-¿Dígame Señor…señor…Jorge en qué le puedo ayudar?-Me preguntó viendo los papeles del expediente.

– ¿Perdón…me pregunta en qué puede ayudarme? -le pregunté sarcásticamente. ¿Tengo casi dos meses de haber puesto la denuncia del desaparecimiento de mi padre y ud me hace esa pregunta? Debo suponer entonces, que ud no ha hecho ¡nada! – le dije poniéndome en pie.

-No señor Jorge…quiero decir sí…por supuesto que hemos avanzado en la búsqueda de su padre…-Dijo tropezadamente el fiscal tratando de encontrar una salida a su error.

-Mi nombre es B…mi padre se llama Jorge…. Le aclaré fastidiado.

 

El fiscal no dijo más. Se limitó a verme y guardar silencio. En ese instante comprendí que la institución del ministerio público no busca a los desaparecidos de mi país porque no les importa. Sin dejar de verle y resignado a quedarme solo en la búsqueda me retiré sin despedirme. Salí inmediatamente con una sensación de desamparo inmenso.

 

– “Mírame”

Escuché nuevamente esa voz al salir del edificio del ministerio público. Volví a ver a todos lados, tratando de ubicar el origen de la voz, pero… nada. Nuevamente estaba solo. No estaba nadie en los 50 metros alrededor. Una ráfaga de viento fresco me hizo salir de mi estado de introspección. Y luego, volvió esa sensación de desamparo y soledad para emprender la búsqueda de mi padre.

 

 

III

Stephanie es una periodista dedicada a escribir notas de la farándula nacional como internacional. Era la responsable del segmento de los “famosos” de una de las corporaciones de televisión más influyentes en el país. Cuando sus colegas se enteraron de la nueva asignación que le hicieron, pensaron que era un grave error del coordinador de prensa. Ella era la seleccionada para cubrir la masacre de cinco jóvenes ocurrida la noche anterior en el municipio de San Juan. Stephanie era la periodista perfecta para darle una cobertura amarillista al hecho. Aunque esto, no era todo el propósito que los propietarios de la corporación televisiva buscaban. Sino solamente, la primera “jugada” en la conspiración llamada yunque y martillo.

 

-¿Y qué voy a escribir de ese hecho? –Le preguntó Stephanie acaloradamente a su jefe de redacción-.

-¿Acaso no eres periodista? ¿A qué fuiste a la Universidad niña? –Le respondió su jefe en tono amenazante.

 

Stephanie enmudeció repentinamente porque vio cómo su jefe se tornaba en un ogro cazador de noticias. Aunque, realmente ella temió convertirse en una integrante más del ejército de desempleados del país. Sin decir una palabra, dio la vuelta y cerro con extrema suavidad la puerta de la oficina del jefe de prensa, como tratando de no profundizar la brecha que se abrió a raíz de su protesta.

 

– ¿Qué haré? ¿qué haré? Se preguntó insistentemente. – No tengo ni idea de cómo iniciar la investigación de un hecho delictivo. – ¿Y, si hago lo mismo como si se tratara de un problema de anorexia de una actriz famosa? -Siguió preguntándose para forzarse a encontrar una respuesta inmediata a su problema de estabilidad laboral. –

 

Pensando en cómo hacer la nota periodística se dirigió a la cocina de la oficina para prepararse un café con canela que tanto disfrutaba tomar, especialmente cuando se encontraba bajo presión. Tomó su tazón favorito y mientras vertía el café escuchó que alguien le dijo al oído:

“Mírame”

 

Le provoco un sobresalto que le hizo soltar la taza. La cual se hizo añicos cuando llegó al piso de cerámica. Volvió a ver a todos lados, en un estado de agitación y se percató que ella era la única persona que se encontraba en la cocina. No había nadie más. Absorta viendo los pedazos de la taza en el piso estaba cuando la interrumpió al entrar la señora Juana.

 

– ¿Y qué le pasó niña Stephanie? ¿Se encuentra bien? – Le preguntó la señora Juana con sincera preocupación por su bienestar. –

– No. Quiero decir… si estoy bien, Juanita. – Le respondió Stephanie sin conciencia de sus palabras. Stephanie permanecía en un estado de estupor sin dar crédito de lo que había escuchado o que ella suponía escuchó hace unos minutos.

– ¿Habrá sido cierto o me lo imagine? –Se preguntó Stephanie constantemente sin encontrar respuesta a su inquietante pregunta.

 

 

 

 

IV

 

Stephanie llegó temprano a su apartamento en una de las colonias exclusivas de la ciudad capital. Este tipo de colonias se caracterizan por ser complejos habitacionales cercados por un muro perimetral y guardias de seguridad, que permiten a sus habitantes la sensación de estar “seguros”. Ella tenía el apartamento amueblado y decorado de tal manera que le daba un ambiente acogedor. Luces indirectas, cuadros y cruces típicos del país. El aire fresco entraba desde su pequeño jardín con plantas de albahaca, orégano, menta y un árbol de limón pérsico. Esto le daba una agradable combinación de aromas. Esto, seguramente por su empedernido gusto a lo cítrico. Stephanie era capaz de poner limón a casi todo lo que comía.

 

Luego de cambiarse ropa para ir a la cama. Fue a la cocina a prepararse algo de comer. No sentía mucho apetito, aunque, frecuentemente le ocurría que terminaba comiendo el equivalente a dos personas. Se decía a sí misma que comía demasiado solamente cuando algo le preocupaba.  Recostada en su largo y cómodo sofá se dispuso a continuar viendo the prisioner of Azkaban una película de la saga de Harry Potter. A pesar de que le fascinaba ver películas, le tomaba entre tres o cuatro días finalizar una. Porque solamente disponía de periodos cortos de tiempo para ello por su variada agenda que pivoteaba entre trabajo y vida social. Tenía toda la colección de las películas de Harry Potter. Le encantaba verlas y volverlas a ver sin mostrar cansancio alguno. Ella gustaba de hacer esto, principalmente cuando sentía una mezcla de sentimientos contradictorios como nostalgia e incertidumbre. La vida de Stephanie transitaba sin ningún tropiezo, sin ningún contratiempo y ni sobresaltos.

 

  • “Mírame”

 

Stephanie despertó exaltada. Llevó su mano izquierda a su frente y palpó su sudor. Lo cual era sumamente extraño porque la temperatura en su apartamento era de 19º C. Se sentó en el sofá todavía aturdida por el sueño y experimentó la garganta seca. Tambaleante por el sueño que aún mantenía, se puso en pie para ir a la cocina y servirse un vaso con agua. No alcanzó más de dos pasos cuando dio un fuerte gritó causado por el dolor en su pie izquierdo. Se desplomo nuevamente en el sofá para ver que le provocaba el dolor cuando vio que tenía un trozo de vidrio incrustado en su pie. Sin todavía entender lo que le ocurría, se preguntó ¿Qué es esto? ¿Cómo me herí? ¿Cómo ha sido esto posible?  No encontró respuestas a sus preguntas sino solamente desconcierto.

 

Ella, aún aturdida por encontrarse entre el sueño y la conciencia, no entendía lo que estaba ocurriéndole. Volvió a ver el piso y se percató que había fragmentos de la taza esparcidos de la sala. Cuando repentinamente, una idea se le alojo en su mente: ¡la voz me despertó! Se puso de pie intempestivamente, sin importarle el dolor y lo dijo con voz fuerte: ¡Sí!… ¡La voz me despertó! Comenzó a caminar erráticamente por toda la sala, tropezando con los muebles y la mirada fija en el piso. Aunque, realmente no veía nada sino más bien estaba en una introspección profunda hurgando en su mente para comprender lo que se le había revelado esa noche. Me estaré volviendo loca. ¡Loca! ¡No puede ser, no puede ser! Stephanie siguió en ese estado repitiéndose una y otra vez las mismas frases como tratándose de convencer de algo que se alejaba de la lógica.

 

 

V

 

Estaba en la casa de mi Padre buscando todo y nada. Inspeccionando cada espacio, pero no encuentro nada. Busco, pero sin encontrar por lo menos un indicio de su paradero. –Pensándolo bien, esto tiene sentido ya que tampoco sé qué estoy buscando. A veces, me siento como en un laberinto existencial. Me atormentaba el vacío de la casa, pero aún más el vacío en mi vida por la ausencia de mi padre. Supe hasta entonces que tanto le amaba.

Escudriñé cada rincón de la casa de mi padre como tratando de encontrar las piezas de un rompecabezas. Los muebles, las paredes, los cuadros, las habitaciones todo parecía estar en su sitio. No había indicios de que algo faltara.

Sin percatarme llegué a estar frente a la puerta de la habitación de mi padre. Tome la perilla de la puerta sin poder abrirla o posiblemente sin querer hacerlo. Luego de un momento, la gire lentamente hasta que no pude más, pero, no intente abrirla. Me quede así un momento. Sin moverme. Sin pensar. Solamente estuve parado rígidamente sin hacer nada. Quizás, tratando de convencerme de entrar, pero no lo hacía.

 

 

– “Mírame”

Nuevamente escuche esa voz. Me provocó un sobresalto mayor, pero este, estaba acompañado de temor de lo que encontraría en la habitación de mi padre. No quería abrir la puerta, pero sabía en el fondo que tenía que hacerlo si quería encontrarlo. Así que, casi empujado por esa voz me dispuse a entrar. Fui poco a poco empujando la puerta hasta quedar completamente abierta. Sorpresivamente se apoderó de mí una especie de certeza que encontraría a mi padre en su habitación.

Todavía en el umbral hice un recorrido visual de la habitación sin percibir nada anormal. Todo estaba en su sitio. El viejo televisor sobre la mesa de madera cruda, la cama grande flanqueada por las dos mesas pequeñas, el ropero de color caoba oscuro, las cortinas color perla que cubrían a la medida la ventana de vidrio. Solamente fue después de encender la luz de la habitación que pude identificar que esta casa está llena de detalles de mi padre. Pero yo nunca me percate de eso, tal vez por vivir tan ensimismado. Sí… yo era yo y mi mundo. Esto quizás como todo adolescente promedio de mi época solía hacerlo en mi país.

 

VI

Stephanie llegó muy temprano a las oficinas del canal, algo inusual en ella. Su costumbre era llegar una hora más tarde de la hora acordada con sus colegas. La puntualidad era algo que a ella no le importaba. Realmente Stephanie se caracterizaba por ser una persona muy indiferente a alguien que no fuese ella. Se dispuso a ir a la cocina a servirse una taza de café.

– ¡Señorita Stephanie…buenos días…y ese milagro! -Le preguntó Juanita en un tono sarcástico.

-Buenos días niña Juanita. ¿Milagro? ¿Cuál milagro…que yo venga temprano? – le respondió Stephanie segura de las intenciones de Juanita.

-No señorita Stephanie no es eso. Aunque, ud no tiene fama de mañanera no fue eso lo que me sorprendió. -le respondió con la sinceridad del caso. -Lo que sí me sorprende, señorita Stephanie, es como esta vestida hoy. Nunca la había visto vestir de esa forma. Eso sí que es un acontecimiento para admirarse.

-Ah! ¿Le parece? -Respondió Stephanie evidentemente molesta.

Mientras tanto la niña Juanita esperaba en una actitud de seguir conversando. Stephanie terminó de preparar su taza de café y salió sin emitir un comentario adicional a lo dicho. Ella como la reportera del mundo del espectáculo solía vestirse como una miembro del club de la farándula de su país. Stephanie fue edificando una reputación de vestirse muy bien, maquillarse con productos naturales y de marcas famosas, de invertir una cantidad considerable en lo que era su pasión primordial ¡perfumes y zapatos! Aunque también le gustaba presumir su exquisito gusto de comida italiana y francesa. Como era de esperarse Stephanie tenía un concepto cinco grados más arriba de sí misma sobre todos sus compañeros y compañeras de trabajo. Lo que se evidenciaba al momento de hacerle el recuento de cuántas amistades tenía en la corporación: cero.

-Stephanie quiero que venga inmediatamente a mi oficina- Le ordenó su jefe por teléfono colgándole el auricular sin esperar su respuesta.

Ella se sintió totalmente asustada. Se bebió su café de un trago sin importarle lo caliente que estaba. No lo disfruto. Se puso en pie y fue a la oficina del Ogro como ella le llamaba.

 

– ¡Pase Stephanie! – le gritó el ogro cuando la vio asomarse a la puerta.  

Stephanie empujo la puerta con tal sigilo que casi fue imperceptible al oído del jefe. -Quería verme…señor. -Le dijo en tono asustadizo.

El jefe la volvió a ver y estalló en carcajadas estrepitosas. -Perdón Stephanie…perdón, pero…qué te pasa niña…jajajaja. -Continuaba riéndose el jefe sin misericordia. Mientras tanto Stephanie permanecía callada viendo el grotesco espectáculo y sintiéndose humillada.

-Entonces, quería verme, señor. -Le preguntó evidentemente fastidiada por su jefe.

-Perdón Stephanie lo siento. -Se disculpo su jefe sin convencerla. -Pero ya en serio: quiero disculparme por mi comportamiento poco profesional. Sin embargo, esta es la primera vez que te veo vestida así. Tú que eres la fashionista de la empresa. -lo dijo sarcásticamente.

Stephanie no dejo de verle a sus ojos sin perder atención a cada una de las palabras que le decía su jefe. Aunque, experimento un ligero mareo en ese momento, posiblemente por habérsele bajado el nivel de azúcar en su organismo. Pero esta era la segunda ofensa que le propinaba su jefe en menos de una semana. Se sentía humillada y con deseos de abandonar su trabajo. Pero esto no lo concretaría porque necesitaba del “roce profesional” que le permitía su empleo. Su trabajo como reportera le permitía tener acceso a privilegios que no cualquier ciudadana común tenía. Podía ingresar a funciones en el teatro nacional estuviese ella cubriendo algún evento o no; almacenes de prestigio le ofrecían que vistiera sus marcas importadas cuando ella presentará el segmento de “espectáculos” durante las dos emisiones de noticias en la corporación televisiva. Stephanie se permitía escoger el almacén de calzados que le ofreciera los mejores diseños. Todo esto le abonaba para que sus compañeros de trabajo le llamaran furtivamente “la fashionista”.

 

 

VII

 

– ¡Qué putas haré ahora! -expresaba Stephanie constantemente mientras caminaba de un lado a otro en su oficina. ¡Dios mío ayúdame, porque yo no sé qué hacer! ¿Qué haré? Permanecía en un estado de introspección profunda frente a su computadora portátil. Sin tener idea cuál sería el próximo paso que dar. Con la intención de explorar alternativas, aunque, casi por inercia. Tomó la decisión de navegar por internet en los diferentes periódicos de mayor circulación en el país. Invirtió la mañana en este ejercicio, sin resultados concretos. Solamente con una sensación de vacío profesional y con la idea enquistada de que quizás no tenía las experticias para ser una periodista de verdad. Sino solamente una cronista de moda.

 

¡Mírame!

Stephanie saltó de la silla luego de escuchar la misma voz de la cocina y su apartamento. Tanto fue su sobresalto que cuando pudo se percató que estaba en la puerta de su oficina. Sin la menor idea de cómo había llegado ahí.

-Otra vez esa voz- Pensó sin dar crédito de lo que le estaba ocurriendo. Había revisado su oficina, pero no había nadie. –Quizás me lo he imaginado… -Se le ocurrió sin tampoco creer en ello. ¿De dónde viene esa voz? ¿Por qué sólo ella la escuchaba? Pero más interesante sería saber de quién era esa voz y qué quería lograr con la periodista. Mientras tanto, ella permanecía viendo su oficina sin saber qué hacer y a quién acudir.

-Niña Stephanie ¿se encuentra bien? -Le preguntó Juanita al momento de tocarle el hombro- Esta como fuera de este mundo o como si el propio diablo le hablara al oído.

– ¡Qué dice Juanita! ¡Ud. esta loca señora! -Le respondió acaloradamente. Stephanie se encontraba en un estado entre estresada y con miedo por lo que le estaba sucediendo.

 

VIII

 

Stephanie volvió a su casa frustrada por no poder escribir una palabra en su computadora. Se dirigió a su habitación como habitualmente hacía al llegar. Se cambió de ropa. Solía vestirse con ropa cómoda quizás llegando a verse como una indigente de unos de los típicos barrios de la capital. Con la firme determinación de terminar de ver la película The prisioner of Azkaban encendió el televisor. Mientras sacaba el disco de la película de su funda pudo escuchar la noticia de la masacre de San Juan. La que había ocurrido ese día.

La escena que presentaba el noticiero podía inferir sin ninguna duda que se trataba de una situación grave. Stephanie se quedó con la boca entreabierta sin poder pensar, solamente escuchaba lo que decían en el noticiero. Uno de los reporteros afirmaba que la presente masacre sentaba un precedente después de la firma de la Paz. Estas declaraciones fueron vertidas por los forenses del Instituto de Medicina Legal, que era la instancia del ministerio público responsable de procesar toda clase de procedimientos correspondientes a los cuerpos de las personas asesinadas.

 

-¡Mírame!

 

Cuando Stephanie escuchó nuevamente ese susurro estaba tan impactada por la noticia que veía y escuchaba a través del noticiero que por primera vez no la sobresalto, ni la hizo entrar en pánico. Todo lo contrario, la escuchó y supo que algo o quizás alguien quería comunicarle un mensaje que no entendía en ese momento.

 

 

IX

 

Avance lentamente para entrar en la habitación de mi padre. Lo primero que hice fue abrir la ventana ya que tenía semanas de estar cerrada y el aire se encontraba enrarecido. Amarré las cortinas y luego abrí la ventana. Rápidamente entró una ráfaga de aire que refrescó la habitación. Se escuchó el crujir de varios muebles. Mi Padre tenía muebles que en su mayoría eran viejos. Entró otra ráfaga de aire, un poco más intensa que la primera. Esto, hizo que algo cayera al piso. Sólo pude identificar que era de papel, pero no pude identificarlo sin precisión. Lo busqué debajo de la cama. Estiré el brazo con esfuerzo, pero no pude alcanzarlo. Hice dos intentos infructuosos. Cuando estaba a punto de desistir por alcanzar ese trozo de cartón cuando vi que había un objeto al fondo debajo de la cama. Tenía la apariencia de un zapato que estaba en una posición poco convencional, pero al mismo tiempo daba a entender que con propósito había sido colocado de esa manera. Definitivamente no podía alcanzarlo sin ayuda. Por ello, baje hasta la cocina para ir por una escoba que me ayudara como una extensión de mi brazo. Solamente seguí el aspecto filosófico de la invención de las herramientas. Yo creo que muchos de nuestras frustraciones pueden ser superadas si nos detenemos unos instantes a pensar en nuestras limitantes y capacidades.

Cuando regresaba a la habitación de mi Padre sonó el timbre de la puerta. “Y ahora quién será?” dije en voz sumamente suave. Abrí la puerta y no había nadie. Me resultó extraño porque por primera vez en 16 años nunca había ocurrido esto. En otros vecindarios, pero más aún en otra época los niños y jóvenes solían bromear de esta manera. Tocaban a la puerta o los timbres de las casas para que sus propietarios fueran abrir sin encontrar a nadie. Mi Padre solía contarme esto. Eran otros tiempos decía en donde la malicia estaba cargada de sencillez.

– ¡Mírame!

Volví a escuchar esa voz susurrándome al oído. Pero ahora, mi reacción fue diferente. Tuve la certeza de que la voz me llamaba desde la habitación de mi Padre. Por primera vez no sentí miedo, ni me estremeció en ninguna manera. Al contrario, tuve inexplicablemente la sensación de sentirme en confianza con esa voz. Pudo ser por haberla escuchado durante varios días y en repetidas ocasiones o porque me recordaba a alguien.

Caminé hacia las gradas, pero justo antes de dar mi primer paso volví a ver hacia arriba donde terminaba el último escalón. Sin pensar en nada me quede ahí absorto. Con la mirada fija como esperando de que alguien apareciera. Alguien que me diera información del paradero de mi padre, pero, no sucedió nada. Así, que con determinación inicié mi camino hacia la habitación de mi padre.

 

X

 

Entre a la habitación y me sentí conmovido casi llegando a sentir ternura por mi papá. Recordé inmediatamente que en algunas ocasiones lo veía como desamparado como cuando alguien tiene necesidad inmensa de un abrazo y una palabra de solidaridad y amor. Pero no fui capaz de decírselo y mucho menos de demostrárselo. A veces me arrepiento tanto de no haberle dicho lo mucho que lo amo que la culpa se anida en mí.

Encendí el televisor porque era hora del noticiero cuando escuché de la “masacre de San Juan.” Todos los noticieros de la noche iniciaron con esta información. No era para menos ya que el país se encontraba en una vorágine de muertes y desapariciones que ahuyentaba hasta el turismo nacional. En el noticiero se hacía referencia de que no se tenía mucha información porque el cuerpo policíaco había hecho un perímetro de un kilómetro de la escena de la masacre. Esto lo hacía frecuentemente cuando se trataba de un hecho que realmente era lamentable o grave en materia de seguridad. No se supo más. Los noticieros solamente iniciaron sus transmisiones con esta nota pero con motivos sensacionalistas.

 

¡Mírame!

 

Escuche nuevamente esa voz en mi oído. Sentí un golpe como de esos que describen esa palabra que mi amigo Bruce le gustaba expresar en momentos del Kairós de Dios: EPIFANIA!! Casi sentí que algo o quizás alguien me catapulto de inmediato. Baje las gradas sin apagar el televisor. Casi en piloto automático me dirigí hacia el municipio de San Juan con la firme determinación de buscar a mi Padre. Algo me decía que ahí lo encontraría.

 

 

XI

 

¡Te vas ya…pero ya! Le gritó el jefe de prensa del noticiero mientras que le cortaba la llamada a Stephanie. Ella se mantuvo a diferencia de las veces anteriores, con calma. Hizo las coordinaciones correspondientes para que la llegasen a traer para acudir al municipio de San Juan y hacer las primeras indagaciones sobre lo ocurrido.

Llegó al lugar alrededor de las 10:00 pm. El sitio estaba abarrotado de técnicos y peritos del ministerio público: fiscalía, procuraduría, instituto forense, jueces, policías, soldados y periodistas muchos periodistas. Radio, periódicos y telenoticieros estaban presentes en el lugar porque era una situación que se perfilaba como “masacre”. Por ello, el gobierno central quería evitar el acceso a la prensa porque resultaría que esto detonaría la alarma en el pueblo. Si el gobierno a través de sus aparatos represivos de la sociedad y de las estructuras criminales no era capaz de evitar este tipo de masacres dejaría evidente su incapacidad o complicidad con esas estructuras.

Stephanie al llegar al lugar de los hechos asumió una actitud también poco ortodoxa en ella. Fue muy protagónica. Nadie que la haya visto en su desempeño pudo evidenciar que era su primera cobertura de noticias de este tipo.

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