Caralvá
Escritor y fundador 3000
Sócrates fue acusado de «corromper a la juventud e impiedad a los dioses» según los textos clásicos de Platón (año 427 y el 347 a. C.) Interesa que las acusaciones no solo aplican para las vertientes filosóficas, sino que atañen a las corrientes religiosas, al menos la fe que proclama el Estado, lo cual es muy importante porque nuestra sociedad aún se divide en los anteriores argumentos con otras figuras similares. ¿Es posible encontrar héroes filosóficos en el Siglo XXI? ¿existen héroes que defienden sus principios filosóficos o su verdad social, contra la creencia popular o su forma institucional? evidentemente en este momento existen personas a las cuales podemos identificar de esta manera, personas que son visibles porque sus principios gobiernan su vida.
No podemos evaluar con certeza que acusación es más grave: corromper a los jóvenes o el ateísmo, puesto que el segundo otorga el castigo de la pena máxima contra el Estado, condición que a lo largo de los siglos aún parece prolongarse; aunque ahora las personas son ejecutadas en muchos casos sin juicio, sin defensa, sin oportunidad, sin otorgarles una oportunidad de vida, por ejemplo en los años ochenta, la simple acusación de comunista, era suficiente para que el Estado ejecutara a cualquiera, incluso niños, mujeres o ancianos. ¿Cómo califica la filosofía al hombre heroico?… la respuesta la encontramos en palabras de Jan Patoèka en su libro: Libertad y sacrificio — Salamanca: Sígueme, 2007 – 392 pág. «En último término, a lo que llama la filosofía es al hombre heroico. Es ésta la palabra humana de la filosofía. El heroísmo no es una pasión ciega, no es amor ni venganza, no es ambición ni voluntad de poder, sino que alberga una serena claridad sobre la totalidad de la vida, al saber que este modo de actuar es para mí una necesidad, la única forma posible de mi existencia en el mundo. El heroico estar aquí, en el mundo, en este instante, no espera ratificación y continuación en otro mundo. El heroísmo asume la propia finitud. No es otra cosa sino la atestación irrefutable de la sustancia propia, una sustancia irreductible a las meras circunstancias o a las encrucijadas del mundo. La filosofía está por ello en disposición de purificar la autocomprensión del héroe, de darle a comprender que su fe no es, en modo alguno, la revelación de lo trascendente, sino que ésta consiste en la acción humana soberana y libre. Lo que se revela en esta fe no es el mandato trascendente de la divinidad, sino el principio del hombre que se encuentra en una situación histórica. La comprensión del ser, llevada a cabo por la filosofía mediante la superación del mundo, está así en relación con el auténtico existir humano que representa la acción libre. Por ello, podríamos quizás formular el ideal de la filosofía soberana como filosofía del heroísmo y el heroísmo de la filosofía» Idem. Pág 31-32.
Estas palabras implican mucha alegría al asumir responsabilidades en este momento, esa actitud que constituyen las premisas que condenaron a Sócrates, hora engendradas en el pantano del capitalismo mundial.