Ilka Oliva Corado
Rebelión
No hay mucho de dónde escoger, por un lado los demócratas con su doble moral y por el otro los republicanos con su fervor al fascismo y al Ku klux klan. Los estadounidenses se verán obligados a votar por cualquiera de los dos personajes catastróficos tanto para la política interna como externa del país. Un paso adelante lleva Hillary Clinton cuando toca el tema del sexismo y los derechos de las mujeres; y es ahí cuando el feminismo caucásico y burgués se enciende y la vitorea, también uno que otro liberal que la ve como la irreverencia al patrón patriarcal.
Pero Clinton habla de los derechos de las mujeres blancas y burguesas, no de las blancas pobres, ni de las afro descendientes y mucho menos de las latinas indocumentadas; hay sesgo en su discurso de doble moral y lo saben todos y lo disimulan a conveniencia.
Por su parte Trump muestra sin inmutarse lo misógino que es y lo que representará para la mujer estadounidense tener a un presidente como él, algo así como lo que representa para la comunidad afro descendiente tener un presidente como Obama. Felices los machos alfa que se sienten muy bien representados en Trump, no sorprenderá que se imaginen desde ya la cantidad de crímenes y abusos que puedan cometer en casos de violencia sexual y feminicidios, y que salgan en libertad sin cargo alguno; tal como les sucede a los policías blancos, cuando matan a un afro descendiente.
Tampoco sorprenderá que siendo Clinton la presidenta del país, también se les siga negando la Visa U a mujeres indocumentadas víctimas de crímenes y actos violentos; y se les inventen cargos y sean deportadas de inmediato. El hecho que Clinton sea mujer y se auto defina como feminista no significa nada, no para la justicia en sí y la equidad de género, mucho menos para las políticas de inclusión social.
También, deplorable es que ambos candidatos apoyen la invasión estadounidense en Siria y que le apuesten a seguir bombardeando la región, sin un ápice de humanismo hablan con claridad y suben el tono: arrogante, egocentrista y con el sentido de superioridad de la clase política estadounidense que se cree dueña del mundo. Lo dejan claro, la invasión en Siria continuará voten por Trump o por Clinton.
Con una inteligencia de pensamiento superior Clinton habla de humanismo al referirse a la violencia que sufre en manos de la policía la comunidad afro descendiente, pero no es nada nuevo, con la misma labia lo hacía Obama y los resultados son visibles. A Clinton nadie le niega la capacidad oratoria ni la inteligencia cultivada, tampoco que sea un logro (a pesar de todo) que una mujer esté a punto de ser la primera presidenta de Estados Unidos, pero ése es otro paisaje, y no tiene nada que ver con lo que proyecta como futura presidenta. Calculadora, intrusa e injerencista la mujer no se tienda el alma para incitar una invasión armada en Venezuela y continuar con el bloqueo a Cuba y sabrá el sereno a cuántos países más en la región de Siria, Irak y Libia, con el pretexto de que el Estado Islámico expandió sus tentáculos.
Si nos sorprende Clinton y Trump, más nos deben sorprender sus seguidores en los que se cuentan latinos, afro descendientes, europeos y asiáticos, que votarán con alegría por el siguiente injerencista que gobernará Estados Unidos.
El tema de la política migratoria fue el gran ausente en el debate presidencial del lunes 26 de septiembre, con lo que se demuestra el nivel de importancia que tienen los derechos humanos de los indocumentados en Estados Unidos, tanto para el sistema como para la sociedad. Siendo los migrantes el comodín por excelencia para las campañas presidenciales, unos a favor y otros en contra de la política migratoria que podría sacar de las sombras a millones de indocumentados. Un tema escabroso para la doble moral de los candidatos. Tal vez sea un tema que salga a la palestra en el próximo debate, cuando estén a la vuelta de la esquina las elecciones y los candidatos necesiten convencer a algunos indecisos.
Lo cierto es que Estados Unidos tendrá su primera mujer presidenta, porque es un hecho que Hillary Clinton ganará las elecciones, por muchas razones: muchos votarán por ella solo por no votar por Trump, no porque ella los represente. Pero millones también votarán por ella porque quieren a una presidenta mujer. Muchos de la comunidad latina votarán por ella no porque ofrezca una oportunidad de legalización a los indocumentados, votarán por ella por su apoyo al Golpe en Brasil, por sus deseos de invadir Venezuela y por su necedad e inhumanidad de continuar con el bloqueo a Cuba. Las razones sobran, pero ninguna de éstas es porque ella represente un cambio para bien al país, es tan solo la continuidad de la política de Obama, que dicho sea de paso, resultó una vergüenza para la comunidad afro descendiente que lo apoyó. Veremos qué dicen aquellos humanistas feministas y liberales, cuando vean que lo de Clinton también fueron promesas vacías de igualdad, equidad e inclusión.