Miguel Ángel Dueñas Góchez*
Al entrar a un Banco Agrícola (antes BAC) del gran San Salvador, en las sillas de espera, al ver a mi izquierda sobre la pared, hay algunas estampas de imágenes autóctonas de nuestro país (aunque el banco funciona con capital colombiano), una estampa de la flora nacional, una del Palacio Nacional y arriba, como la principal de todas, se nota en la fotografía algo propio de la iglesia católica romana: un crucifijo con un hombre colgada en este, además en la misma estampa se nota una mujer piadosa llamada virgen, y muchas personas haciendo reverencia ante estas, sentadas o al lado de las bancas de madera, al fondo se puede leer: “Conviértanse y crean en el evangelio”.
A partir de ello se nota un abuso a las personas no creyentes, aunque somos libres de leerlo o ignorarlo, pero creemos que se puede plasmar otro tipo de propaganda, como “si ahorra acá los intereses serán bajos por sus préstamos”, “ayudamos con créditos blandos a personas emprendedoras”, etc., a la vez se da a entender que quienes manejan el banco “son buenas personas, hacen cosas transparentemente, van a favor de su prójimo, porque en un escrito en la pared dice crean en el evangelio”.
Lo cual se puede interpretar más como un mandato u orden que otra cosa, esto no solamente lo podemos ver en una institución financiera sino en muchos lugares públicos, aunque sabemos que a diario las instituciones crediticias, sangran a las personas con intereses por créditos adquiridos, quitan propiedades cuando no alcanzan a pagar un crédito hipotecario, altos intereses en tarjetas crediticias, otros.
De todo lo antes mencionado, se puede dar una pequeña muestra de la hipocresía que impera en quienes manejas estas instituciones financieras (http://www.102nueve.com/2021/02/09/sala-de-lo-constitucional-declara-improcedente-demanda-de-amparo-de-davivienda-y-ordena-pago-de-49-3-millones-a-jose-antonio-salaverria/), al final dice: el Banco Davivienda trata de dilatar el caso y de utilizar todo tipo de argucias para evitar hacer ese desembolso.
En este contexto, no podemos esperar bondades de instituciones, sean estas financieras o de tipo comercial, quienes a través de estampas pegadas en paredes dan a entender que son creyentes o se inclinan a la fe, por lo tanto, son buenas personas.
*Lic. en Relaciones Internacionales.