Caralvá
Intimissimun
Gaceta del Salvador 1851
“ El derecho de castigar o infligir penas y suplicios fue una necesidad absoluta del orden social desde el origen de los tiempos. No nos pertenece examinar la cuestión de saber si los castigos han tenido y tienen todavía por objeto el preservar o vengar a la sociedad; creemos sin embargo deber expresar aquí nuestra opinión que es la de los mejores criminalistas, a saber, que el suplicio es el agente de un sistema de intimidación: bajo este concepto, tiene acerca de la sociedad un carácter esencialmente preventivo y provechoso.
“La historia de los suplicios es una de las páginas más instructivas de los anales de la humanidad, porque es sobre todo en la legislación penal los pueblos que se haya la manifestación más verdadera del estado de sus costumbres y de su civilización. Desgraciadamente esa misma historia no existe en ninguna parte, a lo menos en el sentido sintético que le queremos aplicar, y ciertamente no tenemos la pretensión ni aun de bosquejar aquí sus elementos. Con todo vamos a enumerar lo más enumerar lo más rápidamente posibles los suplicios de los tiempos antiguos y modernos, que pueden presentar a la vez un interés de curiosidad y un atractivo filosófico.
“Entre los hebreos antes de entrar al paciente al verdugo, y cualquiera que fuese el género de pena a que era condenado, le daban de beber vino mezclado con incienso, mirra y otras droga de un efecto enérgico, de modo que a entorpecer sus sentidos y hacerle perder el sentimiento del dolor. Es en ese estado que lo conducían a la muerte que se verificaba por estrangulación (por crímenes de idolatría y blasfemia), por la cruz, por el apedreamiento, por el fuego, por los azotes, por el tympanum, suplicio en el cual echábase el paciente en tierra para apalearle hasta que exhalara el último respiro; por la degollación que era reservada a los criminales de un rango alto, a los cuales se quería ahorrar largas torturas, por la sierra que consistía en cortar el paciente por la mitad del cuerpo con una hoja de hierro dentada; por las espinas, que se clavaban en el cuerpo del paciente, para después hundirlas con piedras; por precipicio, es decir la caída del paciente desde la cumbre de una roca elevada de un abismo, por la ceguedad o pérdida de los ojos, que el verdugo hacía reventar por medio de un asadorcito hecho ascua; por el caballote que no era más que una pena preparatoria, un preludio de otros suplicios, la paila ardiente en la cual se asaba al culpable a fuego lento, este género de suplicio fue aplicado en al martirio de los Macabeos. Los egipcios tenían casi los mismos suplicios de los hebreos. El primero de estos pueblos condenaba a ser ahogados en el Nilo a los que habían sido condenados de impiedad y de ofensas con los Dioses, el insulto a la vejez se castigaba con azotes y prisión a muerte en la cárcel, por el hambre, la miseria, los malos tratos o solamente por la duración de la detención, era igualmente en uso. Nabucodonosor introdujo en Egipto un nuevo modo de ejecución más atroz aun que todos los demás, consistía en desollar vivo al paciente, y en sumergirlo después en una hoguera ardiente debajo de la cual los verdugos entretenían el fuego. – (S.C)” Gaceta del Salvador en la República de Centro América 4 de junio de 1852