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Historia de los tres árboles

NARRADORA Érase una vez, store en la cumbre de una montaña, tres pequeños árboles que vivían juntos y soñaban lo que querían ser de grandes. El primer arbolito miró hacia las estrellas y dijo:

ÁRBOL 1 ¡Yo quiero joyas, quiero estar repleto de oro y piedras preciosas. Con mi madera se hará el cofre más hermoso del mundo!

NARRADORA El segundo arbolito miró hacia el río y dijo:

ÁRBOL 2 ¡Pues yo quiero viajar a través de los mares y llevar reyes poderosos sobre mí. Con mi madera harán el barco más admirable del mundo!

NARRADORA El tercer arbolito miró abajo, hacia el valle, donde hombres y mujeres trabajaban en un humilde pueblo.

ÁRBOL 3 Yo no quiero irme de esta montaña. Quiero crecer tanto que cuando la gente del pueblo me vea, levanten la mirada al Cielo y piensen en Dios. ¡Yo seré el árbol mas alto del mundo!

NARRADORA Los años pasaron. Los pequeños árboles crecieron. Un día, tres leñadores subieron a la montaña. Un leñador miró al primer árbol y dijo:

LEÑADOR 1 ¡Qué árbol tan hermoso éste!

NARRADORA El primer árbol cayó. Y ya en el suelo, se dijo:

ÁRBOL 1 Ahora me convertirán en un cofre hermoso lleno de tesoros espléndidos.

NARRADORA Otro leñador miró al segundo árbol y dijo:

LEÑADOR 2 Este árbol es muy fuerte, es perfecto para lo que quiero.

NARRADORA El segundo árbol también cayó. Y en el suelo, pensaba:

ÁRBOL 2 Ahora iré a navegar por los océanos, llevando reyes poderosos sobre mí.

NARRADORA El tercer árbol sintió angustiado su corazón cuando el último leñador se fijó en él:

LEÑADOR 3 Cualquier árbol es bueno para mí.

NARRADORA Y hachazo tras hachazo, el tercer árbol cayó abatido.

ÁRBOL 3 Qué triste mi destino… Yo quería quedarme en la cumbre de la montaña y señalar hacia Dios.

NARRADORA El primer árbol se emocionó cuando el leñador lo llevó a una carpintería. Pero el carpintero no lo cubrió de oro ni lo llenó de tesoros, sino que lo convirtió en una vulgar caja de alimento para animales de granja.

NARRADORA El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó a un embarcadero. Pero ningún barco majestuoso fue construido ese día. Con su madera, hicieron un simple bote de pesca. Y como era demasiado chico para navegar en el océano, lo trasladaron a un pequeño lago.

NARRADORA El tercer árbol estaba confundido cuando el leñador lo cortó para hacer tablas fuertes y lo abandonó en un viejo almacén.

NARRADORA Pasaron muchísimos días y muchísimas noches. Los tres árboles ya casi se habían olvidado de sus sueños…

NARRADORA Pero una noche, una luz de estrella dorada alumbró al primer árbol cuando una joven mujer puso a su hijo recién nacido en la caja de alimentos…

MARÍA Yo hubiera querido hacerle una cuna al bebé…

NARRADORA Así dijo aquella mujer a su esposo, y sonrió mientras la luz de la estrella alumbraba la suave madera del pesebre.

NARRADORA Y de repente, el primer árbol supo que contenía el tesoro más grande del mundo.

NARRADORA Una noche, un viajero de tez morena y sus amigos subieron al pequeño bote de pesca. El viajero se quedó dormido mientras el segundo árbol navegaba tranquilamente lago adentro. Al poco rato, una tormenta cubrió las aguas. El pequeño árbol se llenó de temor y hasta pensó que se hundirían todos con él. Entonces, el hombre de tez morena y sonrisa ancha se levantó y dijo:

JESÚS No tengan miedo. La tormenta no nos vencerá si sabemos remar juntos.

NARRADORA Y remando juntos, salieron a la orilla. Y de repente, el segundo árbol supo que llevaba consigo navegando al rey del Cielo y de la Tierra.

NARRADORA Un viernes en la mañana, el tercer árbol se extrañó cuando sus tablas fueron tomadas de aquel viejo almacén y llevadas en medio de una multitud. Se llenó de temor cuando unos soldados clavaron las manos de un hombre en su madera. Se sintió áspero y cruel.

JESÚS ¿Padre nuestro, por qué nos has abandonado?

NARRADORA Pero el domingo siguiente, por la mañanita, cuando el sol brilló y la tierra tembló con júbilo debajo de su madera, el tercer árbol comprendió que el amor de Dios lo había cambiado todo.

NARRADORA Y el tercer árbol se sintió fuerte, se sintió vencedor, y supo que cada vez que los hombres y las mujeres miraran hacia él, pensarían en Dios. Era el árbol más alto del mundo.

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